Orlando Guevara Núñez
Hay hombres que muertos
son
Como antorchas encendidas
Vertiendo por sus heridas
Llamas de Revolución.
Hombres que por convicción
. prefirieron la hidalguía
de morir –como quería
Martí – sin yugos esclavos
Y entre esa legión de
bravos
Está Raúl Gómez García.
Poeta que en la alborada
De Siboney, con sus versos,
Ametralló los perversos
Muros del Cuartel Moncada.
Versos que a la Patria
amada
Le cantaron su lealtad,
Su odio a la indignidad
Y su desprecio al tirano
Legando al pueblo cubano
Un himno de libertad.
Cayó Raúl Gómez, cayó,
Pero la bala amarilla
No asesinó la semilla
De los versos que él cantó.
El eco multiplicó
Sus versos. Fructificaron
Y a las bestias que bailaron
Ebrias por haberlo muerto
Las enloqueció el concierto
De voces que los cantaron.
Los versos fructificaron
Cuando desafiando el mar
Salieron a navegar
Y en el Granma regresaron.
El lomerío escalaron,
Bajaron a la ciudad
Y cuando a la adversidad
Y la ignominia rompieron
Los versos de Raúl se
unieron
Al grito de ¡Libertad!.
Viven sus versos en cada
Obra que el pueblo recibe
Y en la juventud que
escribe
La otra gesta del Moncada.
Viven en la nueva hornada
Que a sus años se adelanta,
Viven porque la garganta
De Raúl los estrenó
El pueblo los adoptó
Y es el pueblo quien los
canta.
Vive y crece su poesía
Entre todos los cubanos
Que agigantan con sus manos
La obra de Gómez García.
Vive y crece en la alegría
Que el arte libre desgrana,
En el artista que gana
Aplausos por su labor
Y en cada trabajador
De la Cultura Cubana.
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