.Orlando Guevara Núñez
Fueron muchas las visitas de Fidel a la
ciudad de Santiago de Cuba; pero hay cinco de relevante importancia, por lo que para él y
los santiagueros significan. Sobre la primera ocasión, él mismo afirmaría, el 2
de noviembre de 1976, al ser elegido por aquí Diputado a la Asamblea Nacional
del Poder Popular:
“Para nosotros, Santiago significa mucho. Personalmente,
la primera ciudad que vi en mi vida fue Santiago, todavía me recuerdo, no sé si tenía cuatro o
cinco años”. Sin dudas, esa primera visita lo impresionó mucho. En esa propia
ocasión expresaría otro sentimiento:
“Santiago está vinculado estrechamente a nuestra vida
revolucionaria. Primeramente por una especie de intuición política: siempre me
pareció muy cívica, muy combativa, muy heroica”.
El 12 de
enero de 1959, había expresado en esta ciudad: “Un especial sentimiento me
invade cuando estoy aquí; una especial emoción me invade cuando estoy aquí entre
los santiagueros”.
La segunda visita de gran trascendencia fue para enriquecer la historia de esta ciudad y
de toda Cuba, cuando estuvo al frente de los jóvenes que asaltaron el Cuartel
Moncada, el 26 de julio de 1953,
Sobre la elección de este escenario para aquel histórico
combate, diría Fidel: “Después, cuando
estudié la historia de Cuba, adquirí conciencia plena de lo que valía esta
región del país y esta ciudad, y fue por ello, cuando los amargos y tristes
días que siguieron al golpe de estado de 1952, que nosotros tuvimos la
convicción de que si existía un escenario adecuado para iniciar la lucha revolucionaria, ese escenario era Santiago de
Cuba, y la historia lo confirmó en el apoyo al movimiento revolucionario de
esta ciudad, aún en aquellos días en que el triunfo parecía tan distante”.
Su devoción por esta ciudad, la ratificó el 7 de noviembre de 1976, en La Demajagua, de la recién creada provincia de Granma, refiriéndose a la división político administrativa que
transformaba a Oriente en cinco provincias: “Santiago es la cuna gloriosa de la
Revolución, y seguirá siendo la capital moral de la antigua región de Oriente,
y también capital moral de la Revolución”
La tercera visita de enorme trascendencia que
hizo Fidel a Santiago de Cuba fue el 1ro. de enero de 1959. Ese mismo día,
desde Palma Soriano, había dirigido una alocución al pueblo santiaguero:
(…) “Santiago
de Cuba: Aún no eres libre. Ahí están todavía en tus calles los que te han oprimido durante siete años,
los asesinos de cientos de tus mejores
hijos. La guerra no ha terminado porque aún están armados los asesinos”.
“Santiago de Cuba: serás
libre, porque tú lo mereces más que ninguna, porque es indigno que por tus
calles se paseen todavía los defensores de la tiranía”.
“Santiago de Cuba: necesitamos tu apoyo.
Desde hoy a las 3 de la tarde la ciudad debe estar totalmente paralizada. Todo
el mundo debe abandonar su trabajo en solidaridad con los combatientes que van
a liberarla.” (…) Y Santiago de Cuba
cumplió el llamado de Fidel.
Esa misma noche, ya en la madrugada del 2 de enero, desde
el Parque Céspedes, exclamaría al proclamar
el triunfo de la Revolución: ¡Al fin hemos llegado a Santiago! Y
expresaría su infinita confianza en esta ciudad: “En Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra
tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas!”
Una cuarta visita que marcó
la historia de esta ciudad y de Cuba, fue el 1ro. de enero de 1984. Esa noche, desde
el mismo balcón donde 25 años atrás había proclamado el triunfo, honró a
Santiago de Cuba con el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la
Orden Antonio Maceo.
Todavía vibran en el alma de los santiagueros
las emocionadas palabras de nuestro Comandante en Jefe aquella memorable noche:
¡Santiago de Cuba, hemos vuelto ante ti
al cumplirse el 25 aniversario con una Revolución hecha realidad y todas las promesas cumplidas!
¡A ti te otorgamos hoy el título de Héroe de
la República de Cuba y la Orden "Antonio Maceo", aquel insigne hijo
tuyo que nos enseñó que jamás un combatiente cesa en su lucha, que jamás puede
haber pactos indignos con el enemigo, que jamás nadie podrá intentar apoderarse
de Cuba sin perecer en la contienda!
“Tú nos acompañaste en los
días más difíciles, aquí tuvimos nuestro Moncada, nuestro 30 de Noviembre,
nuestro Primero de Enero. A ti te honramos especialmente hoy, y contigo a todo
nuestro pueblo, que esta noche se simboliza en ti. ¡Que siempre sean ejemplo de
todos los cubanos tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario!
¡Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: ¡Patria
o Muerte! ¡Que siempre nos espere lo que
aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero: la victoria!
¡Gracias, Santiago!
Quienes allí estuvimos en ese momento
glorioso, somos testigos de una exclamación unánime de pueblo: ¡Gracias Fidel!
La quinta y última visita, infinitamente
dolorosa, será este 3 de diciembre de 2016, cuando recibamos las cenizas de
nuestro eterno Comandante en Jefe. Así, Santiago de Cuba, primera ciudad que él
visitó, será la última que lo acoja y lo guarde para siempre. Sus cenizas serán
atesoradas en un lugar que él sintió como altar patriótico y sobre el cual
expresó, en esta ciudad, el 30 de julio de 1959:
“En este cementerio de Santiago de Cuba y en
los alrededores de Santiago de Cuba, fueron sepultados los hombres que
constituyeron la primera legión de mártires combatiendo contra la tiranía “ (…) “Ahí,
en ese cementerio glorioso de Santiago de Cuba, yacen los restos de nuestro
apóstol Martí, con los restos de los
revolucionarios de todas las generaciones que en número tan elevado se han
sacrificado por la patria “[…)
“Por
eso —repito— es día de meditación, porque aquí tenemos que venir todos los años
a recordar a los muertos de la Revolución; pero tiene que ser como un examen de
la conciencia y de la conducta de cada uno de nosotros, tiene que ser como un
recuento de lo que se ha hecho, porque la antorcha moral, la llama de pureza
que encendió nuestra Revolución, hay que mantenerla viva, hay que mantenerla
limpia, hay que mantenerla encendida, puesto que no podemos permitir que se
vuelva a apagar jamás la llama de las virtudes morales de nuestro pueblo”.
Y así será,
Fidel, en su Santiago de siempre. En su Cuba de siempre.
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