lunes, 21 de noviembre de 2016

Hacia el aniversario 60 del 30 de noviembre y del 2 de diciembre: El desembarco del Granma






.Orlando Guevara Núñez

Enfrentando dificultades y privaciones que muchos pensaban infranqueables, el  yate Granma, con 82  expedicionarios a bordo, llegó a la tierra cubana en las primeras horas del domingo  2 de diciembre de 1956.

El Estado Mayor estaba integrado por Fidel como Comandante en Jefe y dos Jefes  de Estado Mayor: los capitanes Juan Manuel Márquez –segundo al mando- y Faustino Pérez. El Che, con grados de teniente, vendría en la expedición como Jefe de Sanidad, mientras que los tres pelotones formados estaban  bajo el mando de los capitanes José Smith Comas (Vanguardia), Juan Almeida Bosque (Centro) y Raúl Castro Ruz (Retaguardia).

Los expedicionarios desembarcaron en condiciones muy difíciles, entre mangles, ciénaga y yerba de cortadera, por donde tuvieron que transitar  unos dos  kilómetros, con sus mochilas y armas, así más difíciles de cargar, hasta llegar a tierra firme. Súmense a estos los malestares de la travesía por mar, a la cual  la mayoría no estaban acostumbrados.

Así comenzaron a avanzar buscando internarse en las montañas de la Sierra Maestra. Pero tres días después, el 5 de diciembre, fueron sorprendidos en el lugar conocido como Alegría de Pío. Por tierra, el fuego de  los fusiles enemigos; por el aire, los bombardeos y ametrallamientos de la aviación.   

Es el día en que surge un grito de guerra que, 60  años de haberse producido, es enarbolado hoy por todo el pueblo: ¡Aquí no se rinde nadie! La exclamación salió de la garganta de Juan Almeida Bosque, como respuesta a la conminación enemiga de rendirse. Los expedicionarios del Granma tendrían ese día su bautizo de fuego.

Durante ese aciago día, tres expedicionarios cayeron en combate. Vendría entonces la dispersión en varios grupos, la tenaz persecución y los asesinatos. Hasta el día 16 de ese mes, 21 combatientes revolucionarios habían perdido la vida, 18 de ellos asesinados luego de ser hechos prisioneros.

Pero el Movimiento Revolucionario 26 de Julio había preparado condiciones en esa costa sur oriental para auxiliar a los expedicionarios. Las figuras de Frank País y Celia Sánchez Manduley fueron clave en la labor de búsqueda, localización, rescate y salvamento de los combatientes dispersos.
Entre los campesinos, formaban parte de los grupos de apoyo Crecencio Pérez Montano y Guillermo García Frías. El primero, ya fallecido, ganó el grado de Comandante del Ejército Rebelde; el segundo obtuvo también ese grado durante la guerra y es hoy Comandante de la Revolución.

El 18 de diciembre de 1956, a 16 días del desembarco, con la ayuda de estos grupos, se produce en un lugar llamado Cinco Palmas, el reencuentro entre Fidel Castro y Raúl Castro. Es la ocasión en que el jefe de la Revolución, al comprobar que  están juntos ocho hombres con siete armas, exclama: ¡Ahora sí ganamos la guerra!

A partir de entonces, con una veintena de expedicionarios que se reagruparon,  más la temprana incorporación de campesinos y obreros a la guerrilla, el naciente Ejército Rebelde pone proa hacia la Sierra Maestra y comienza una lucha que haría realidad la predicción de Fidel de no cesar hasta derrocar al tirano.

Como homenaje a ese día glorioso del 2 de diciembre de 1956, la fecha señala el Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias cubanas, bastión hoy en la defensa de la Patria. Día en que todo nuestro pueblo les rinde homenaje a todos los combatientes que siguen vistiendo el uniforme verde olivo estrenado en Santiago de Cuba el 30 de noviembre de ese mismo año por los combatientes clandestinos bajo el mando de Frank País para secundar el desembarco.

En Cuba es una realidad que el ejército es el pueblo y el pueblo es el ejército. Por eso este día es de júbilo popular, ocasión para estrechar con más fuerza esos  lazos indisolubles, con el orgullo de tener aún junto a nosotros a los principales fundadores, como el Comandante en Jefe Fidel Castro y el General de Ejército Raúl Castro.


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