sábado, 31 de diciembre de 2016

Santiago ¡Sigue siendo Santiago!



                

 .Orlando Guevara Núñez
Esta expresión del General de Ejército Raúl Castro, retrata a Santiago de Cuba en toda su dimensión patriótica, revolucionaria, solidaria y heroica. En toda su trayectoria histórica, su pueblo no ha dejado nunca de luchar. Ningún sacrificio ha tenido que esperar por los hijos de esta ciudad. Ninguna proeza ha carecido de protagonistas.
Hombres, mujeres, personas de todas las edades, han ocupado en cada etapa su lugar. Y desde el Moncada hasta el 1ro. de enero de 1959, es decir, desde el combate hasta la victoria, el pueblo de Santiago de Cuba supo ganar para su ciudad el honor de ser reconocida como Cuna de la Revolución, Capital Moral de la Revolución, merecedora del Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo.
Cuna y fragua de héroes. Rebelde ayer, hospitalaria hoy, heroica siempre.
Esta es Santiago de Cuba, donde hoy el pueblo sigue engrandeciendo su historia. Esta es la provincia donde  no se ha apagado el eco de los disparos del Moncada. Ni se han extinguido los fulgores del amanecer glorioso del 1ro. de enero de 1959. Y así transitará siempre: del combate a la victoria.

La ciudad tomada, el pueblo en la calle





                                              

.Entrevista al  combatiente de la Sierra y del Llano Reynaldo Irzula Brea. Ya fallecido, pero su testimonio sobre el día de la victoria en Santiago de Cuba merece ser recordado.

 .Orlando Guevara Núñez
Los últimos días de 1958 fueron más convulsos que de costumbre en Santiago de Cuba. Todo estaba preparado para el combate final que tendría lugar contra una guarnición de cerca de  5 000 soldados batistianos, agrupados en el Cuartel Moncada.
Las Columnas de Camilo y el Che combatían victoriosamente durante su invasión hacia Occidente. En el Norte de Oriente, el Cuarto  Frente Simón Bolívar desarrollaba importantes acciones. El  Primer,  Segundo y Tercer  Frentes orientales, al mando de Fidel, Raúl y Almeida, respectivamente, luego de derrotar la ofensiva de la tiranía, expulsaban de la Sierra Maestra al ejército opresor, lo acorralaban en sus madrigueras y después los rendían.
Palma Soriano el 27 de diciembre y Maffo tres días después, eran los últimos reductos de la dictadura doblegados por el Ejército Rebelde entre Santiago de Cuba y Bayamo. El cerco a Santiago auguraba la cercanía del triunfo total.
En esos días cruciales, ¿qué estaba pasando en la heroica capital oriental? ¿Cuál fue el papel de los combatientes clandestinos? ¿Cómo recibió el pueblo la ansiada victoria?
Transcurridos  varios  años del trascendente acontecimiento, converso con Reynaldo Irzula Brea, el combatiente rebelde que había regresado a la clandestinidad para cumplir una misión importante relacionada muy directamente con lo sucedido aquí en esos días.
“Me encontraba en La Plata, junto a Fidel, quien me mandó para Santiago de Cuba, con el fin de organizar una base de apoyo al Ejército Rebelde y poner bajo control a las fuerzas de la tiranía. Eso fue unos cuatro meses antes del triunfo. Muchos compañeros se habían ido para la Sierra, pero organizamos los grupos con sus respectivos jefes, dividimos la ciudad en zonas y cumplimos la  tarea de que no se pararan las acciones. Realizábamos el suministro de comida, armas, municiones y medicinas a las tropas rebeldes.
“Cuando la toma del BANFAIC, me entrevisté con Fidel allí y me mandó para Palma Soriano, donde me entregó unas armas, que eran como 100 o 104. Antes de salir para la entrevista, yo había dejado la gente preparada en Santiago. En la ensenada de Nima-Nima, cercana a la Refinería, ubiqué a unos 100 hombres y otro grupo grande quedó en la zona urbana.
“La orden de Fidel era tomar la ciudad. Me dijo que hiciera las veces de policía. Le pregunté qué hacía la policía y me contestó: controlar y evitar desórdenes, robos, asaltos, abusos.
“Me orientó que debían ser tomadas las posiciones enemigas, lo cual fue cumplido, pues ocupamos la Estación de Policía, los cuarteles de los masferreristas, el Vivac, el Gobierno Provincial y el Municipal y la Marina. Se tomó la ciudad completa, menos el Moncada. Eso garantizaba que si era necesario combatir contra esa guarnición, no existieran fuerzas que pudieran atacar a los rebeldes por la espalda. Las tropas de la dictadura estaban desmoralizadas y ya lo que esperaban era que llegara alguien para rendírsele.
“Estando en la calle Martí-recuerda- me topé con parte de la Columna 10, del Tercer Frente, dirigida por el Comandante René de los Santos, quien marchaba hacia el Moncada”.
La memoria del día del triunfo está fresca en la mente del combatiente: “Imagínate, era el fin de una guerra en la cual tú no sabías cuándo iban a sacarte de la casa para matarte. Nosotros con el triunfo, la ciudad totalmente tomada, el pueblo en la calle, los gritos, el júbilo. La población estaba muy alegre, desbordada, la gente conversaba con los rebeldes, se te  tiraban encima para abrazarte.
“No es tanto lo que hicimos nosotros como lo que hizo el pueblo. Hubo pequeños tiroteos frente a masferreristas y otros asesinos que huían, tratando de escapar. Y no eran solo las milicias clandestinas las que los perseguían. Era todo el pueblo en la calle, sin dejarlos correr ni dos cuadras. Pero no hubo desórdenes; los esbirros se cogían, se levantaba un acta y se remitían a los Tribunales, donde se realizaban los juicios”.
Su protagonismo en esos días es resumido por el combatiente con pocas palabras: “Lo único que hice fue cumplir la orden de Fidel”.
Para el final he dejado algunos datos sobre el testimoniante, los cuales reflejan la grandeza de la Revolución, las razones de su triunfo y sus raíces humildes que no han sido ni serán nunca traicionadas.
Reynaldo Irzula Brea se inició como combatiente clandestino cuatro días después del Alzamiento del 30 de Noviembre en Santiago de Cuba, y dos días después del desembarco del Granma. Procede de un hogar campesino, de padre carbonero.
Su vida entera la ha dedicado a la Revolución. Cuando el Comandante en Jefe le asignó la histórica misión aquí relatada, Reynaldo Irzula – o simplemente Rey- tenía solo 19 años de edad, con un mal segundo grado de escolaridad que él mismo califica de analfabetismo. El estudio vendría después. Llegó a merecer el grado de Mayor en las filas del Ministerio del Interior.
En su hoja de servicios a la Patria figuran las gestas de Playa Girón, la Limpia del Escambray, misión internacionalista en Angola y otros países.
¿Jubilado?  “No. Pensionado. La Revolución lo necesita a uno, y uno tiene que cumplir. Hay muchos peligros y lo que corresponde es estar al día, aquí, dispuesto para lo que sea. Como en aquellos tiempos.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Una insólita petición de los soldados batistianos a Raúl Castro cuando llegó victorioso al Moncada



.Orlando Guevara Núñez
El 1ro. de enero de 1959, el entonces Comandante y jefe del Segundo  Frente Oriental Frank País,  Raúl Castro, entró victorioso al Cuartel Moncada. Llegó acompañado de solo un escolta, con la misión, por él mismo expresada, de “recoger a todos los oficiales y llevarlos a El Escandel, al lado de El Caney, para que hablaran con Fidel”. De esta conversación sería fruto la rendición incondicional de esta fortaleza a las fuerzas rebeldes.
En esa ocasión, el jefe guerrillero le habló a la tropa allí reunida. Y sobre ese momento más de una vez ha narrado lo sucedido cuando los soldados comenzaron a pedir el Gerolán. Así lo ha contado el propio Raúl:
“Estoy hablándole a la tropa, y empiezan: “Gerolán, Gerolán”, y les pregunto a los oficiales de Batista, ¿Qué es el Gerolán ese?, no me hacían caso, “¡Gerolán!”, y yo hablando a puro pulmón, desde un balcón, y, ¡qué va!, nadie me decía lo que era el Gerolán, y no me dejaban hablar.  El que iba conmigo no sabía tampoco; hasta que un oficial, me parece que era contador, algo ahí de la logística, un teniente o subteniente, se me acerca y dice:  “Oiga, Comandante, Gerolán es el salarito extra que les dan cuando están en campaña” y digo:  “¿Y qué, no se lo han pagado?”  Me responden:  “No, porque aquí ni se reportaban los muertos para poder robarse el dinero los jefes.”  Entonces digo: “Mañana, cuando la fortaleza esté en manos nuestras,  Gerolán para todos ustedes.”  ¡Eeehhh!, se acabó el mundo.  Digo:  ¡Qué tropa tenemos delante aquí! (Risas.)  Pedimos un préstamo a un banco y les pagamos el Gerolán, esos pobres soldados no tenían…”
“Bueno, ¿y qué es lo que era el Gerolán?  Era un jarabillo malo por ahí, que creo que tenía propiedades especiales, que los charlatanes toman (Risas)”
Hace pocos días, revisando  revistas de los primeros años de la Revolución, encontré una Bohemia de febrero de 1959. Y a toda página, me llamó la atención un anuncio sobre el Gerolán. Era, efectivamente un jarabe con atribución de propiedades vigorizantes para los hombres.

Como puede verse, hasta los soldados  que sostenían a la dictadura batistiana, eran maltratados y ni siquiera les pagaban el extra por estar en campaña, persiguiendo a los rebeldes. Eso agravaba la mísera situación económica de estos hombres, con salarios de poco más de 30 pesos mensuales.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Batalla de Maffo: Eslabón decisivo del triunfo rebelde



                                              

 .Orlando Guevara Núñez

El 30 de diciembre de 1958,  a las 5:30 de la tarde, las fuerzas de la tiranía batistiana guarecidas en la fortaleza de Maffo, aledaña a Contramaestre, admitían su derrota y se rendían incondicionalmente ante el Ejército Rebelde, bajo el mando directo del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Luego de 20 días de combates, llegaba a su fin una de las más difíciles y decisivas batallas por la liberación definitiva de la Patria.
En los almacenes del Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC), de este pequeño poblado, se habían refugiado la jefatura de un batallón de infantería, una compañía del mismo batallón, así como también las guarniciones de Contramaestre, del propio Maffo y del Central América, acosadas por la ofensiva rebelde.
Las características constructivas, trincheras, casamatas y una muralla de sacos de arena, convertían al lugar en una fortaleza difícil de penetrar. El enemigo contaba con buenas armas y solo la certeza de la derrota lo condujo a la capitulación.
Cercar al enemigo, hostigarlo sin tregua y batir a los refuerzos que acudieran en su ayuda, interrumpir las comunicaciones, vías de acceso y tomar poblados, había sido la táctica guerrillera desde que se concibió la Campaña de Oriente u Operación Santiago, que barrería a las fuerzas opresoras de sus cuarteles y dejaría abierto el camino para el postrer combate en la capital oriental, Santiago de Cuba.
Mientras se peleaba en Maffo, los combates de San José del Retiro, en Jiguaní, y de Palma Soriano, liberaban esas localidades los días 19 y 27 de diciembre, respectivamente.
En ambos casos los combates fueron cruentos y la victoria costó vidas valiosas al Ejército Rebelde. Las pérdidas enemigas en hombres, armas y posiciones fueron considerables.
En el BANFAIC, el enemigo había rechazado propuestas rebeldes de tregua para buscar un entendimiento y evitar mayores derramamientos de sangre, desdeñando así su única salvación. La ilusión de un refuerzo salvador no llegaría nunca a ser real y en ese empeño fue derrotado un batallón procedente de Bayamo, sufriendo decenas de bajas.
Los combatientes revolucionarios pelearon en Maffo con singular valor y heroísmo. Eran pocos los metros que separaban a los contendientes. La aviación batistiana bombardeaba indiscriminadamente la zona. Metralla calibres 30 y 50, bombas de 250 y 500 libras caían sobre la indefensa población y una de ellas mató a tres niños.
Pero el cerco de acero no cedía y poco a poco estrangulaba a la resistencia enemiga. Las reservas de agua y alimentos se agotaban, mientras que un altoparlante situado frente al BANFAIC ofrecía informaciones y partes sobre el desarrollo de la guerra, denunciaba las inmoralidades del régimen opresor, difundía música e himnos y explicaba el trato rebelde a quienes se rendían y dejaban de luchar contra el pueblo.
El 29 de diciembre, llega a la zona de operaciones de Maffo el Comandante Raúl Castro y, ante la negativa del enemigo a rendirse, se prepara un carro que con una manguera rociaría gasolina a las naves fortificadas para luego prenderles fuego. Pero no hizo falta esa operación, porque al día siguiente la capitulación sellaba la victoria rebelde.
Había sucumbido el último reducto militar batistiano entre Bayamo y Santiago de Cuba. Un comandante, cinco tenientes y 124 soldados prisioneros, al menos un muerto y diez heridos. Un total de 130 armas y 58 000 balas capturadas. Ese fue el saldo de pérdidas del enemigo.
Las tropas rebeldes del Primer y Tercer  Frentes orientales, habían tenido cinco muertos y 20 heridos, quienes con su propia sangre escribieron la historia de esta épica batalla.
Con aquella peleada victoria, Maffo sumaba nuevos lauros a su tradición de lucha. Desde este pueblo salieron muchos combatientes para sumarse al alzamiento del 24 de febrero de 1895 en Baire. En 1927 fue fundada aquí una célula del Partido Comunista de Cuba. Aquí estuvieron, en la década del 30, recios luchadores obreros y campesinos. A Maffo vinieron Frank País García y Arturo Duque de Estrada organizando la lucha en la cual este lugar fue surtidor de combatientes del Ejército Rebelde, entre ellos el héroe internacionalista Orlando Pantoja Tamayo, (Olo) caído junto al Che en la guerrilla boliviana.
La victoria rebelde de aquel día, más que sobre una guarnición enemiga, lo fue sobre las injusticias sociales que sumían a Maffo, como a toda Cuba, en la miseria y el abandono. Cada disparo sirvió para cercenar las causas que identificaban a éste como un poblado pobre, sin centros importantes de trabajo, con obreros de empleo cíclico, viviendas precarias, la mayoría sin electricidad.
Ausencia de acueducto. Una sola calle asfaltada, sin infraestructura sanitaria, sin telefonía, con una pequeña e insuficiente escuelita primaria y una institución cultural –el Liceo- vetada para negros y pobres.
Ahora Maffo es distinto, transformado por la obra de la Revolución que aquí tuvo una de sus más difíciles y decisivas batallas liberadoras. En el antiguo BANFAIC, se levanta un Combinado de beneficio de café, puntal de la exportación cubana de este grano.
Cuentan muchos combatientes de aquella heroica jornada, que una tanqueta utilizada por el Ejército Rebelde en la confrontación, no tenía marcha atrás. Su mecanismo sólo respondía al avance. Así marchan hoy los pobladores de esta localidad. Y así avanza la Revolución: sin marcha atrás, como la tanqueta de  Maffo.



Una protesta que conmovió a Fidel



 .Orlando Guevara Núñez

Los valores morales en los combatientes del Ejército Rebelde fueron puntales de la victoria alcanzada sobre la tiranía batistiana. Muchos ejemplos se conocen sobre su altruismo, entrega total a la causa revolucionaria y el sacrificio de miles de hombres y mujeres -la mayoría jóvenes- que dejaron atrás sus hogares, a sus seres queridos, y marcharon a las montañas o actuaron en la lucha clandestina, arriesgando cada minuto su propia vida.
No los impulsaba ningún interés material. Al contrario, dejaban a su familia sin poder aportarle recurso alguno, porque nada obtenían por esa consagración a la lucha, a no ser los riesgos, e incluso la represalia de los esbirros batistianos.
Revisando algunos textos sobre el día de la victoria de enero, encontré una anécdota narrada por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, en su libro La Sierra Maestra y más allá.
Cuando los combatientes rebeldes que estaban en el central Palma, supieron la noticia de que el tirano Batista había huido del país, expresaron su júbilo con un tiroteo que duró como media hora. Explica Almeida que cuando parecía haber llegado a su término, el tiroteo comenzaba de nuevo.
La reacción del Comandante en Jefe Fidel Castro no se hizo esperar. Desperdiciar parque era un grave delito, porque de ese recurso dependía el Ejército Rebelde para continuar la lucha. Desde la preparación del asalto al Cuartel Moncada y luego en la guerra, sabía lo que costaba conseguir un arma o cada bala. Por eso no perdonaba el despilfarro y mucho menos malgastarlas.
"Que me traigan al culpable, el que empezó esa balacera. Anda, Almeida, que lo busquen para fusilarlo".
Continúa narrando Almeida que una hora después, escoltado por dos que lo sujetaban por cada brazo, trajeron al combatiente, a quien describió como "gordito, trabado, de mediana estatura, de veinte o veintitrés años de edad, de cara redonda, ojos pardos, nariz aguileña, cabello largo por los hombros y barba copiosa; la parte que se le ve del rostro está pálida".
Alguien le dice al máximo jefe rebelde que el soldado pertenece a la tropa de Almeida. Y de inmediato surge una orden tajante:
"Que lo fusilen, porque es un crimen el derroche de parque que se originó por el disparo que hizo este señor, cuando más lo necesitamos para la ofensiva final y por su culpa botan el parque así".
El propio Almeida intercede a favor del combatiente, argumentando que no se puede demostrar que sea culpable, cuando fueron cientos los que dispararon. Celia Sánchez y Guerra Matos se suman a esa opinión.
Ante el debate, afirma Almeida que el muchacho "sigue cambiando de color como el camaleón".
Pero Fidel analiza los argumentos y cambia su dictamen: “Que lo pelen al rape y le afeiten la barba”.
Y es entonces que el combatiente interviene para protestar, "con respeto, pero con firmeza": "Prefiero, Comandante, que me fusilen, porque este cabello y esta barba es lo más digno que traigo de la Sierra".
El fin de ese episodio lo resume Almeida con muy pocas palabras: "Fidel, conmovido, deja que se marche".