domingo, 26 de abril de 2020

Estados Unidos contra Cuba, el mismo odio, el mismo crimen




.Orlando Guevara Núñez

Las medidas de los gobiernos de los Estados Unidos contra Cuba han unido siempre, en un mismo plan, el crimen y la mentira. Desde que en 1960 el Consejo de Seguridad norteamericano aprobó el Programa de Presiones Económicas contra el Régimen de Castro y el Programa de Acción Encubierta contra Castro, convergieron en ese fin medidas militares, de propaganda, la creación de una oposición interna, junto a las presiones económicas, el intento de aislamiento y los sabotajes, con el fin de destruir a la Revolución.

Un documento oficial norteamericano,  en abril del propio 1960, revela las sucias intenciones. “El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Pero esa política hacia Cuba no era nueva. Claro, no aplicada durante los gobiernos sumisos a los Estados Unidos, sino desde antes, cuando los cubanos, después de 30 años de cruenta lucha, habían provocado el colapso militar, político, económico y moral de España en el país.

Fue el momento aprovechado por el naciente imperialismo norteamericano para consumar el crimen de arrebatarles a los cubanos su libertad e independencia, apetito que desde muchos años atrás estaba por saciar.

El 1ro. de enero de 1899 quedó instaurado en Cuba el gobierno interventor yanqui. Por el mundo corrió la mentira de que esa potencia había propiciado la libertad cubana cuando lo que hizo fue escamotearla. No hubo ayuda, sino despojo. El tránsito para los cubanos fue de colonia de España a neocolonia de los Estados Unidos.

El propio representante de la potencia interventora, Leonardo Wood, dejó para la historia su valoración sobre la injerencia intervencionista.
“Por supuesto que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt (…) todo lo cual es evidente que está en nuestras manos y creo que no hay un gobierno europeo que la considere por un momento otra cosa sino lo que es, una verdadera dependencia de los Estados Unidos y como tal es acreedora a nuestra consideración. Con el control que sin duda se convertirá pronto en posesión, en breve prácticamente  controlaremos  el comercio de azúcar en el mundo. Creo que es una adquisición muy deseable para los Estados Unidos. La Isla se norteamericanizará gradualmente y a su debido tiempo contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo”.

Pero para lograr su objetivo de dominación sobre Cuba, el gobierno norteamericano estuvo dispuesto a desangrar al país. Una instrucción del entonces Secretario de Guerra de los Estados Unidos, J.C. Breckenridge, a las tropas interventoras en Cuba, revela la esencia criminal de su misión en nuestro país:

“Habrá que destruir cuanto alcancen nuestros cañones, con el hierro y con el fuego; habrá que extremar el bloqueo para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen su población pacífica y mermen su ejército; y el ejército aliado habrá de emplearse constantemente en exploraciones y vanguardias, para que sufran indeclinablemente el peso de la guerra entre dos fuegos y a ellas se encomendarán precisamente todas las empresas peligrosas y desesperadas(…) Resumiendo, nuestra política se concreta a apoyar siempre al más débil frente al más fuerte, hasta la completa exterminación de ambos, para lograr anexarnos la Perla de las Antillas”.

Con esa hipocresía, con ese sentimiento criminal, actuó el gobierno de los Estados Unidos en Cuba durante aquella bochornosa intervención.
Bloqueo, política sucia, genocidio. Compárese aquel episodio con el del posterior al triunfo de la Revolución. Los mismos perros con los mismos collares.

La historia a veces tiene caprichos. Y en este caso no perdió la oportunidad de uno significativo. El 1ro. de enero de 1899, como ya dijimos, se instauró en Cuba el gobierno interventor norteamericano. Y justamente 60 años después, el 1ro. de enero de 1959, triunfó la Revolución. En el primer caso, significó el inicio del dominio de Estados Unidos sobre Cuba. En el segundo, aconteció la liberación definitiva de Cuba, el cese total de la tutela yanqui en nuestro país.  Cuenta saldada.

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