.Orlando Guevara Núñez
Es realmente lamentable – y peligroso- que los destinos
de una nación tan poderosa como Estados Unidos, estén en manos de personas que
uno, al momento de caracterizarlas, dude si son dementes, estúpidos o cínicos.
Y más peligroso aún, cuando esas personas, con entera irresponsabilidad, ponen en juego los destinos del mundo.
Los propios medios de esa nación imperial, destacan las
miles de mentiras dichas públicamente por el presidente Trump. Él mismo se
jacta de su “proeza” al haber asesinado al jefe militar iraní. Dicta sanciones
violatorias de las más elementales normas internacionales contra naciones y
personas. Profiere ofensas y amenazas. Y para colmo, se auto proclama como el
elegido por Dios para gobernar en el planeta que habitamos.
Pero Pompeo no se queda atrás. Con la mayor desfachatez
del mundo, emula con Trump en decir mentiras, en proferir amenazas, en promover
acciones represivas contra quienes se opongan a los intereses del imperio. Recientemente,
señaló a Cuba, Venezuela y Nicaragua como dictaduras. Y de ahí partió hacia
Colombia para fraguar nuevos planes contra la revolución bolivariana.
Para las fanfarronerías y acciones terroristas de estos
dos engendros políticos, las únicas fronteras son las que les imponen la
dignidad y resolución de los pueblos libres. Ellos saben que una confrontación
hoy, a escala universal, no sería como otras en las que los muertos y la
destrucción las han puesto los agredidos, reservando para los agresores el
dominio y el saqueo.
Otro hecho lamentable es que el pueblo de los Estados
Unidos no reaccione ante tantas payasadas de sus máximos dirigentes. ¿Tendrá
que esperar esa reacción a que le
comiencen a llegar cadáveres de los cientos de miles de soldados que tiene su país dispersos en decenas de
naciones para afianzar su política de
dominio y explotación?
¿Dementes, estúpidos, cínicos? Es difícil escoger uno de estos
calificativos. Trump y Pompeo merecen los tres. Y otros muchos no menos
despreciables.
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