sábado, 4 de enero de 2020

El caudal de los pueblos son sus héroes




 .Orlando Guevara Núñez

Extenso escrito de Martí, con un tema central: la muerte del presidente de los Estados Unidos, James A. Garfield, fallecido el 19 de septiembre de 1881, víctima de un asesinato. El trabajo periodístico está fechado el 1ro. de octubre de ese año, y publicado en  La Opinión Nacional,  de Caracas, 18 días después.
Describe la conmoción nacional – y más allá- de la muerte de este mandatario, sobre quien escribió en disímiles oportunidades. Y afirma que “A este hombre lo ha matado un elemento oculto, que obra poderosamente contra las fuerzas de construcción, entre las fuerzas de destrucción de la humanidad: un elemento rencoroso, inteligente  e implacable: el odio a la virtud”.
Se estaba refiriendo, evidentemente, no al hombre que ejecutó el atentado, ya en prisión, sino  a los intereses que estaban detrás del crimen.
Habla sobre la generosidad y honestidad del presidente asesinado. Dice que un mártir es como un padre y como hermano de los hombres en cuyo beneficio muere. Y que así están todos en esa nación, como si hubiesen perdido a su padre o a su hermano.
En hermosa metáfora, apunta Martí, después de expresar que el caudal de los pueblos son sus héroes, que “Los hombres son pequeños maguas que chocan
y se quiebran, y de los vasos rotos surge esencia de amor que alienta al vivo”.
Y el párrafo final encierra una verdad palpable: “La tierra es una lid tempestuosa, en que los hombres, como ápices de brillantes y chispas fúlgidas, saltan, revolotean, lucen y perecen; la tierra es un mortal combate cuerpo a cuerpo, ira a ira, diente a diente, entre la ley del amor y la ley del odio.

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