viernes, 3 de enero de 2020

Lo vil, aunque esté consagrado, es vil




 .Orlando Guevara Núñez


Es en un ensayo sobre el filósofo y poeta norteamericano Ralph Waldo Emerson, nacido el 25 de mayo de 1803 y fallecido el 27 de abril de 1882, donde escribe Martí este aforismo. Fue publicado en el periódico La Opinión Nacional, de Caracas, el 19 de mayo de ese mismo año,  con  sencillo título:  Emerson
Se refiere a él con admiración y respeto, reconociendo su obra y su persona.  “Emerson ha muerto: y se llenan de dulces lágrimas los ojos. No da dolor, sino  celos. No llena el pecho de angustia, sino de ternura. La muerte es una  victoria, y cuando se ha vivido bien, el féretro es un carro de triunfo”.
En  otras bellas palabras, sentencia que “La muerte de un justo es una fiesta, en que la tierra toda se sienta a ver como se abre el cielo”. Llamando a imitar a Emerson, plantea que “¡Al hombre ha de decirse lo que es digno del hombre, y capaz de exaltarlo! Y que ¡Es tarea de hormigas andar contando en rimas desmayadas dolorcillos propios! El dolor ha de ser pudoroso”.
Aseguró que este hombre ni alquiló su mente, ni su lengua, ni su conciencia, y que de él, como de un astro, surgía luz y en él fue enteramente digno el ser humano.   Se  lee lo grande, y si se es capaz de lo grandioso, se queda en mayor capacidad de ser grande”, escribe. Dijo de  Emerson que “El culto, el destino, el poder, la riqueza, las ilusiones, la grandeza, fueron por él, como por mano de químico, descompuestos y analizados. Deja en pie lo bello. Echa a
tierra lo falso. No respeta  prácticas. Y es a continuación que escribe: lo vil, aunque esté consagrado, es vil.
Y cierra sus sentidas palabras sobre el poeta y filósofo, nuestro Apóstol: ¡Anciano maravilloso, a tus pies dejo todo mi haz de palmas frescas, y mi espada de plata!

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