Orlando Guevara Núñez
El 17 de agosto de 1870, fue fusilado en Santiago de Cuba, por las
autoridades coloniales españolas, el Mayor General del Ejército Libertador
Cubano, Pedro Figueredo Cisneros (Perucho), autor del Himno Nacional Cubano.
Sus restos reposan en el cementerio Santa Ifigenia, de esta ciudad. Abogado,
poeta, músico y patriota, Perucho formó parte, junto a Francisco Vicente
Aguilera y Francisco Maceo Osorio, del Comité Revolucionario que en Bayamo
apoyó el levantamiento de Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de 1868,
en el ingenio La Demajagua, primera gran gesta independentista cubana contra el
colonialismo hispano.
Pedro Figueredo y Cisneros, había nacido
en Bayamo el 18 de febrero de 1819. Por sus méritos, llegó a ser Jefe del
Estado Mayor y Subsecretario de Guerra de la República en Armas. Antes se había
distinguido como antiesclavista y contrario al dominio de España en Cuba,
actitud por la cual sufrió prisión.
Su vertical posición independentista, se puso de manifiesto cuando expresó su
decisión de unirse a Carlos Manuel de Céspedes y marchar con él a la gloria o
al cadalso. En la ciudad de Bayamo, montado sobre su caballo y en medio del
fragor de la lucha, escribió las notas del Himno Nacional Cubano, estrenado el
20 de octubre de 1868 y el cual proclama que “Vivir en cadenas es vivir en
afrenta y oprobio sumido” y que “Morir por la Patria es vivir”.
Durante la toma de Bayamo por los soldados del Ejército Libertador, la
abanderada fue Candelaria Figueredo Vázquez, su hija, quien se sumó a la lucha
en el monte y al ser hecha prisionera fue enviada hacia los Estados Unidos,
donde permaneció hasta el cese del poder español en su tierra. De regreso a
Cuba, falleció en enero de 1920.
Luego del incendio de Bayamo- ciudad incinerada por los patriotas antes que
entregarla al poder colonial español- Perucho Figueredo marchó a la manigua.
Allí enfermó de tifus y las lesiones en los pies le impedían caminar. En esas
condiciones fue hecho prisionero y conducido luego a Santiago de Cuba,
donde fue juzgado, sancionado a pena de muerte y fusilado pocos días después de
su apresamiento.
Recoge la historia que las autoridades españolas, para mancillar el honor del
patriota, como él no podía caminar, lo condujeron hasta el lugar del
fusilamiento montado en un asno. A tal ofensa, Perucho respondió diciendo que
no era el primer patriota que montaba en ese tipo de cabalgadura.
Antes de la ejecución, las autoridades coloniales, desconociendo los valores de
Perucho, le propusieron perdonarle la vida si hacía dejación de la lucha, lo
cual fue rechazado con hidalguía por el insigne cubano, quien expresó que
sentía la muerte “Sólo por no poder gozar con mis hermanos la gloriosa obra
redentora que había imaginado y que se encuentra ya en sus comienzos. Y una
sentencia suya fue confirmada por la historia: ¡España ha perdido a Cuba!
¡Morir por la Patria es vivir!, expresó en sus últimos instantes de existencia
el patriota. Esas palabras, lejos de perecer acribilladas por las balas de los
enemigos, resurgió con mayor fuerza y se multiplicó en los campos de batalla,
como símbolo de una decisión que, generación tras generación, se hizo
patrimonio de los cubanos hasta su libertad definitiva y adquiere hoy mayor
dimensión ante las actuales amenazas, esta vez contra un enemigo más brutal y
traicionero que trata por cualquier medio de destruirnos: el imperialismo
norteamericano.
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