.Orlando Guevara Núñez
A su amigo querido, Gonzalo de Quesada, se está dirigiendo Martí, cuando expresa este criterio. La carta fue fechada en Nueva York, en noviembre 12 de 1889. Se está hablando de la independencia de Cuba y del peligro de otras fórmulas que pretenden mediatizarla, lo cual provoca la reflexión martiana sobre el tema.
Por eso afirma a Gonzalo: “Yo quiero de veras la independencia de mi patria, pero no creo que esos planes de garantía, con Morenos por raíz, ayudan a la independencia, a no ser como medio para beneficiar con ella a los que no tienen interés en verla lograda, sino en impedirla”.
Justifica su opinión afirmando que no es que él tenga receta que todo lo cure, ni quiera hacer las cosas por sí mismo, sino “porque vivo por mi patria y por su libertad real, aunque sé que la vida no me ha de alcanzar para gozar el fruto de mis labores, y que este servicio se ha de hacer con la seguridad y el ánimo, de no esperar por él recompensa”.
Tras advertir el riesgo “tal vez mortal” para la libertad de Cuba- en alusión directa a los propósitos de Estados Unidos- es que expresa el criterio de que cambiar de dueño no es ser libre. Y afirma que él quiere de veras la libertad de su patria. La historia le daría la razón al Apóstol de la independencia cubana en esa preocupación.
En otra parte de la misiva, expone Martí a su amigo;
“Tampoco, Gonzalo, me sorprende lo de la pregunta sobre la Luisiana. ¿Pues no se ha venido hablando en el paseo, entre los mismos delegados, de la posibilidad y conveniencia de anexar a Cuba a los Estados Unidos?
Y le comenta: “Para todo hay ciegos, y cada empleo tiene en el mundo su hombre”.
Le dice conocer el rumor procedente de Washington de que el Congreso de ese país intenta tratar, bajo el interés de los Estados Unidos, el asunto Cuba, tema sobre el cual a él mismo han ido a preguntar.
Y confiesa estar “con menos vida que la necesaria, y con odio mayor cada día a la pluma, que no vale para clavar la verdad en los corazones, y sirve para que los hombres defiendan lo contrario de lo que les manda la verdadera conveniencia, que está en el honor, y nunca fuera de él”.
Una vez más, Martí alerta sobre el peligro yanqui para Cuba.
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