.Orlando
Guevara Núñez
A
Fulgencio Batista Zaldívar lo conocemos los cubanos como el hombre que, a raíz
del golpe militar del 4 de septiembre de 1933, comenzó una larga carrera de
crímenes, de traiciones, de servidumbre a los Estados Unidos y de opresión
contra el pueblo cubano.
Conocemos
al presidente corrupto que durante su primer mandato robó al tesoro público
unos 40 millones de pesos.
Lo
recordamos como autor del artero golpe de estado del 10 de marzo de 1952,
instaurando, desde esa fecha, la sangrienta tiranía que costó al pueblo cubano
20 000 muertos.
Sabemos
también que al huir del país junto a sus principales secuaces, en el amanecer
del 1ro. de enero de 1959, saqueó las reservas monetarias estatales, llevándose
más de 400 millones de dólares.
Pero
hay otra faceta poco divulgada y conocida sobre este funesto personaje que
ahora algunos contrarrevolucionarios, en Estados Unidos, tratan de reivindicar
y convertir en héroe de la libertad y la democracia en Cuba. Se trata del Fulgencio Batista empresario capitalista,
empeño en el que utilizaría las mismas artimañas que en la política.
En
un texto que merece ser más divulgado, Los propietarios de Cuba 1958, el
autor Guillermo Jiménez Soler describe con sólidos argumentos y datos que los
respaldan, a las 551 figuras más influyentes y poderosas de la oligarquía en
Cuba en la fecha citada.
Entre
esas figuras se encuentra Fulgencio Batista Zaldívar. Una síntesis es
elocuente. Propietario de nueve centrales azucareros (dueño total de tres), de
un banco, tres aerolíneas, una papelera, una entidad contratista y otra
transportista por carretera; una productora de gas, dos moteles, varias
emisoras de radio, una televisora, periódicos, revistas, una fábrica de materiales
de la construcción, una naviera, un centro turístico, varios inmuebles urbanos
y rurales, varias colonias y firmas norteamericanas.
En
los tres centrales azucareros (Washington, en Manacas; Constancia, en Abreu, y
Andorra, en Artemisa) incluyendo refinerías, destilerías y una fábrica de
levadura y siropes, se agrupaban 740 caballerías cultivadas de caña y 8 835
trabajadores. Bajo su propiedad estaba también la Compañía Agrícola Punta
Felipe S.A. productora de más de 18 mil toneladas de caña.
En
el Banco Hispano Cubano, la esposa del tirano controlaba alrededor del 80 por
ciento de las acciones, con depósito de ocho millones de pesos.
Los
bienes inmuebles eran un lucrativo negocio, codiciado por el tirano. La
Compañía Inmobiliaria Marimuca, la de Inversiones Dofinca S.A., la Inmobiliaria
Adorsinda, la de Inversiones y Desarrollo de Baracoa, la de Fomento del Túnel
de La Habana S.A. y la Sociedad Marimalena Realty Company. Otras compañías en sus manos
eran las de Fomento Almendares S.A., la Urbanizadora Valvelano S.A., la
Urbanizadora Crysa S.A. y varios terrenos en el norte del Vedado. Súmense las
entidades inversiones Dalmen, Inmobiliaria Miramar, la Territorial San Vicente
S.A., más otras propiedades de terrenos y edificios. De otras muchas era
accionista.
Fulgencio
Batista Zaldívar era propietario de la Compañía Ingeniera del Golfo S.A. y
poseía grandes inversiones en otras contratistas, como las compañías
Constructora del Litoral S.A. y la Mercantil del Puerto de La Habana.
La
propiedad batistiana en la industria estaba también presente. Principal
propietario de Servicios Metropolitanos de Gas y tercero en Industrias Siropex,
y una fábrica de bloques ligeros de concreto, entre otras.
En
el caso de los órganos de prensa, las artimañas batistianas eran más refinadas,
pues su propiedad sobre éstos se enmascaraba bajo el mando de otros “dueños”.
La
lista era larga. Periódico Alerta, Canal 12,S.A., Semanario Gente, periódico
Pueblo, RHC Cadena Azul de Cuba, S.A., Radio Repórter S.A., Cadena Oriental de
Radio, Circuito Nacional Cubano, Unión Radio y la Compañía de Inversiones
Radiales S.A.
En
el transporte, el sargento convertido en general y auto ascendido a Mayor
General, era propietario único de Cuba Aeropostal, una línea aérea de carga,
expreso y correo. Dueño secreto de la Compañía Interamericana de Transporte por
Carretera S.A. y propietario de la Compañía de Transporte Millar. Entre sus
propiedades figuraba la Compañía Naviera Isla del Tesoro, a la vez que
propietario principal de la Compañía Cubana de Aviación S.A. Otras empresas
eran objeto también de sus inversiones en el sector.
A
la voracidad del “honorable señor presidente” no escapaba el turismo, con sus
tentáculos extendidos sobre la Compañía Motel El Oasis S.A., Hoteles Isla del
Tesoro S.A., Hotel y Motel El Colony, en la entonces Isla de Pinos, propietario
principal de Playa del Golfo S.A., Compañía Hotelera Antillana y dueño de la
Compañía Territorial Playa Francés, de la de Fomento y Turismo de Trinidad
S.A., de la Gerona Beach Territorial S.A. y de la Compañía Urbanizadora
Varadero S.A.
El
texto citado cifra en unas 70 las empresas que integraban las propiedades las
propiedades de Fulgencio Batista, para lo cual “disponía de una tupida telaraña
de testaferros, intermediarios, cómplices, socios y abogados, dirigida por
Andrés Domingo Morales del Castillo, su Ministro de la Presidencia y por Manuel
Pérez Bonitoa, tío de su ex yerno político” (…).
A
principios de 1957, su fortuna estaba calculada en unos 300 millones de pesos.
En ese y el año siguiente, su último en el poder, el sangriento tirano hizo
crecer su riqueza. Con mucha razón, el autor de Los propietarios de Cuba 1958
lo incluye en la lista de los 551 poderosos magnates en cuyas manos estaban los
destinos del país.
Este
libro, publicado por la Editorial Ciencias Sociales, de La Habana, en el año
2006, es aleccionador sobre la realidad cubana hasta finales de 1958, fecha en
que la Revolución logró la victoria. Otra cara, no menos sucia que la otra,
nos ayuda a conocer mejor al sangriento
dictador. Y a entender –también mejor-
el verdadero objetivo de los disparos del Moncada, hace ya más de seis décadas y media.
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