Orlando Guevara Núñez
El 16 de marzo de 1982, dejó de latir el
corazón de Cecilio Sánchez Valiente. Obrero, dirigente comunista, combatiente
desde su juventud, ejemplar constructor y defensor de la Revolución socialista.
“Yo soy cobrero de El Cobre”, solía decir de forma jocosa, reafirmando su apego
a las faldas montañosas de esta localidad santiaguera, donde nació el 1ro. de
febrero de 1916.
Hijo de soldado mambí, uno entre los 13 hermanos. La
miseria se ensañó con su humilde hogar.
Por eso, los diez años de edad lo recibieron ya trabajando. Cuando cumplió los
doce, el desalojo privó de tierra y
vivienda a la familia. Su progenitora lavaba ropas en el Santuario y el
Seminario de El Cobre, por irrisorios ingresos que en poco aliviaban la
situación. En ese contexto se fue
forjando su rebeldía.
Los campos de caña, los hornos de
carbón, los cultivos de viandas, los centrales azucareros, fábricas de cigarros
y otros múltiples empleos, lo ligaron más a la clase obrera y forjaron su
conciencia proletaria. Ahí comenzaron sus luchas contra el poder de los
latifundistas y patronos explotadores.
En 1938, a los 22 años de edad, ingresa a las filas del partido de los comunistas
cubanos. Dedica su vida por entero a la lucha. Organiza huelgas, protestas y
demandas, en defensa de los derechos y la mejoría de los trabajadores. Se enfrenta al poderoso latifundio United
Fruit Company, que usurpaba las mejores tierras cultivables de Oriente y
engordaba sus arcas con el sudor de los trabajadores. Forja los sindicatos de
la Construcción , Tintoreros y Azucarero, este último junto a Jesús Menéndez
Larrondo. Participa en la lucha contra los desalojos campesinos en Realengo 18
y en la Sierra Maestra.
Las cárceles de Palma Soriano, Guantánamo, Jamaica – también
de Guantánamo- Jiguaní y Cueto, lo
tuvieron como prisionero. La esquina de Carnicería y Enramadas, en Santiago de
Cuba, en 1939, fue testigo de una
golpiza de los esbirros batistianos, hasta caer al pavimento sin
conocimiento. Su delito fue reclamar el
pago atrasado de los obreros.
En 1941 recibe del Partido Comunista una
riesgosa misión: trabajar en la Base Naval de Guantánamo, con el objetivo de
luchar allí por mejorar las condiciones de vida de los obreros. Para eso, tuvo
que cambiar el nombre de Cecilio por el de Elpidio, para no ser identificado. Llegó a organizar huelgas y
denunció el asesinato de un obrero por las autoridades norteamericanas en esa
instalación.
De esa época, junio de 1941, hay una
carta dirigida por Cecilio a su padre, que lo retrata en toda su dimensión
revolucionaria y humana. He aquí algunos de sus párrafos.
Querido padre Guillermo:
Recibí
tu carta donde me hablas de la situación y me pides que me cuide y que ahora
tengo familia a mi cargo. Realmente mi familia está pasando trabajo, sobre todo
económicamente está muy mal y yo prácticamente estoy desnudo.
Es
verdad que hace poco estuve preso por tercera vez, pero tenemos que luchar
contra el imperialismo y sus lacayos e n Cuba igual que tú luchaste contra los
españoles en tu juventud y ahora yo vivo contento de tu historia de
combatiente. Ahora te noto preocupado por mi vida y por mi familia, y yo lo creo natural, pero yo muero con las
botas puestas, pienso que si dejo de luchar traiciono y un comunista no
traiciona, ni se acobarda, ni se corrompe.
Pienso
que las cosas se pondrán peor cada día, porque la penetración imperialista es
cada día más grande, pero el capitalismo pierde terreno cada día. Ahora estamos
perseguidos y este Primero de Mayo fue violento contra nosotros.
Cecilio Sánchez, durante tres años,
cumplió la misión encargada por su Partido en la Base Naval de Guantánamo, e
incluso organizó allí una célula de su partido. En 1946 ocupa responsabilidades
en el Comité Provincial del Partido en Oriente y luego en el Comité Regional
Clandestino en Guantánamo, como Secretario General.
El 10 de marzo de 1952, se produce el
artero golpe de estado de Fulgencio Batista, iniciando de esa forma una tiranía
que duró siete años y costó a Cuba más de 20 000 vidas. El actuar
revolucionario de Cecilio alcanza desde entonces dimensiones superiores. Es
designado como Secretario de Organización del Partido en Oriente.
Figuró entre los condenados a muerte por
la tiranía y logró escapar de la masacre conocida como Las Pascuas Sangrientas.
El desembarco del Granma el 2 de diciembre de 1956, con Fidel al frente, marcó
una nueva etapa en el quehacer combativo de Cecilio. Se incorporó a la lucha
clandestina y al Ejército Rebelde. Y tuvo la dicha de ver coronada la obra que
desde joven había deseado y por la cual había combatido con total entrega. A
partir de entonces, su consagración y fidelidad a la causa del pueblo se
multiplicaron.
Fundador de los Órgarnos de la Seguridad del Estado, luchador
contra las bandas mercenarias de
alzados, jefe de la Defensa Civil en
Oriente, jefe del Departamento de Contrainteligencia Militar , cargo que
desempeñó hasta 1963, cuando pasaría a
trabajar en el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, hoy Partido
Comunista de Cuba, hasta el último día de su vida.
Tan ejemplar en la paz, como antes y
durante la guerra, fue la vida de Cecilio. Sus compañeros de lucha, sus jefes y
subordinados, así lo recuerdan.
Fue secretario general del Partido en la
entonces región de Santiago de Cuba.
Dirigió la secretaría de Orientación Revolucionaria del Comité
Provincial de Oriente, donde se desempeñó, además, en distintas etapas, los
departamentos de Industria y Servicios y Producción Azucarera. Fue uno de los
pilares de la construcción del Partido Unido de la Revolución Socialista de
Cuba en Oriente.
La desaparición física de este héroe
nacido de las mismas entrañas del pueblo, conmovió a los santiagueros, quienes
le rindieron honor en el local del gobierno municipal y lo acompañaron luego hasta el cementerio de Santa Ifigenia,
donde descansan sus restos.
En el
panegírico, Jorge Risquet Valdés, compañero de Cecilio, rememoró la vida
y la obra de Cecilio, con palabras que vale recordar.
Citando un párrafo de la evaluación partidista, apuntó:
Su presencia en el Buró Ejecutivo
resulta de una valiosa ayuda para el trabajo del Partido por las concepciones
proletarias y de principios partidistas con que analiza los problemas y enfocas
sus intervenciones.
Otra afirmación de Risquet en aquel
doloroso momento: “Cuando lo veíamos
trabajando con tanto ardor por la Revolución en medio del mal que lo invadía
cada día más, nos recordaba a Guillermón Moncada, que gravemente se lanzó a la
manigua para dar su último aliento a la causa de la independencia”.
Hoy, a 38 años de su fallecimiento, vale
recordar también algunas de las reflexiones hechas por Cecilio sobre la
sociedad de explotación que le tocó vivir y que tienen plena vigencia cuando de
hablar sobre ese sistema se trata.
“La vida en el capitalismo siempre fue
dura y difícil. El sistema capitalista no le reserva ninguna perspectiva
favorable a ningún obrero, ni a las capas humildes de la población. El caso
resulta peor si además de humilde es negro y comunista; un comunista dentro del
capitalismo resulta algo así como un esclavo rebelde y eso no se lo perdonan
jamás. Yo rompí con el capitalismo siendo muy joven y confieso que si el
capitalismo estuviera aquí todavía, lo estuviera combatiendo como a una
sociedad y a un sistema que cerró para mi todas las posibilidades. Cuando
pequeño, a mi casa no llegaron los Reyes, ni siquiera con caballitos de palo…
Y refiriéndose a un presente de lucha y
de trabajo, expresó:” A la juventud de hoy no le espera ninguna perspectiva
sombría y triste; hoy nadie puede explotarla, maltratarla, darle plan de
machete, encarcelarla, ni menos asesinarla. En cambio, tiene toda la
posibilidad de estudiar, de trabajar, defender su Patria y engrandecerla”.
Para quienes por su edad no conocieron a
Cecilio Sánchez Valiente, valgan, como testimonio de confianza en ellos, estas
sentidas palabras del ejemplar revolucionario.
“Los luchadores de ayer no tenemos la
menor duda de que la causa por la cual
luchamos continuará su marcha ascendente para felicidad de nuestro pueblo que
vive y vivirá confiado y tranquilo en lo
que será el futuro luminoso de la Patria”.
Así recordamos hoy a Cecilio, aplicando
el concepto martiano de que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien
la obra de la vida. Su concepto de que dejar de luchar es traicionar, es ahora
conciencia del pueblo que heredó su firmeza, su lealtad y su altruismo.
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