.Orlando
Guevara Núñez
A
lo largo de la historia cubana, son muchos los hombres y mujeres que han marchado al combate, reconociendo la
posibilidad real de la muerte. Pero la han desafiado en aras de la vida de los
demás. Ese altruismo patriótico, forma parte del ideario político del pueblo
cubano.
En
este 13 de marzo, en homenaje al líder estudiantil José Antonio Echeverría
Bianchi, recordamos algunas de sus palabras antes de marchar al combate, lo que
demuestra la similitud de sus ideas con las de Fidel Castro Ruz y Abel
Santamaría Cuadrado, primer y segundo jefes del asalto al Cuartel Moncada, el
26 de julio de 1953.
Siempre
con la fe inquebrantable en el pueblo y
en la victoria final.
Fidel:
Compañeros:
“Podrán
vencer dentro de unas horas, o ser vencidos, pero de todas maneras, ¡óiganlo
bien, compañeros!, de todas maneras este movimiento triunfará. Si vencen
mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el
gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir
adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la Isla. ¡Jóvenes del
centenario del Apóstol, como en el 68 y en el 95, aquí, en Oriente damos el
primer grito de LIBERTAD O MUERTE! ( … )
Abel:
“Es necesario que todos vayamos mañana con fe
en el triunfo; pero si el destino nos es adverso, estamos obligados a ser
valientes en la derrota, porque lo que pase en el Moncada se sabrá algún día,
la historia lo recogerá y nuestra disposición a morir por la Patria será
imitada por todos los jóvenes de Cuba. Nuestro ejemplo merece el sacrificio y
mitigará el dolor que podamos causarles a nuestros padres y seres queridos.
¡Morir por la Patria es vivir! ¡Libertad
o Muerte!”
José Antonio:
“Si caemos, que nuestra sangre
señale el camino de la libertad. Porque, tenga o no, nuestra acción el éxito
que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar la senda del
triunfo”. (…)
“Pero
es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzarlo. Por eso este
manifiesto que pudiera llegar a ser un testamento, exhorta al pueblo de Cuba a
la resistencia cívica, al retraimiento de cuanto pudiera significar un apoyo a
la dictadura que nos oprime, y a la ayuda eficaz de los que están sobre las
armas para librarlo. Para ello es preciso mantener viva la fe en
la lucha revolucionaria, aunque perezcamos todos sus líderes, ya que nunca
faltaran hombres decididos, y capaces que ocupen nuestros puestos, pues como
dijera el Apóstol, “cuando no hubiera hombres se levantarían las piedras para
luchar por la libertad de nuestra Patria.” (…)
De
ese heroísmo y entrega están cimentadas la historia, la gloria y la victoria de este
pueblo, fiel al legado de sus héroes y mártires.
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