.Orlando Guevara Núñez
El mundo entero se estremece hoy ante los efectos de la
epidemia del Covid -19. Los fallecidos se cuentan ya por miles. Los contagiados
se multiplican. El pánico crece. La cifra de desocupados y desprotegidos emula
con los efectos de la enfermedad.
Al mismo tiempo, la mayoría de las naciones multiplican
sus esfuerzos para detener la pandemia. Muchos científicos se desvelan buscando
remedios y tratando de obtener una vacuna. Los trabajadores de la salud, en
todo el mundo, ocupan sus puestos en primera línea.
Pero hay deshonrosas excepciones en este colosal
esfuerzo, en franco desprecio al ser humano, incluyendo a sus propios pueblos.
El ejemplo más bochornoso es el de los Estados Unidos, el país más rico del
mundo- en recursos- y más pobre en ética y moral.
Así, en medio del auge de la pandemia, el gobierno
imperialista norteamericano mantiene y
refuerza el férreo bloqueo contra Cuba, trata de obstaculizar la colaboración
médica con otros países para combatir el Covid-19 y hace el mayor esfuerzo para destruir a la
Revolución.
Es el mismo imperio agresor que ha enviado a decenas de
miles de soldados a países a la Europa azotada por la epidemia; el mismo que
incrementa el suministro de armas a los terroristas de Siria, que aumenta las
sanciones a Irán. El mismo imperio brutal que promueve y apoya las sanciones
contra Venezuela, que ofrece millones de dólares por la vida de Nicolás Maduro
y busca apoyo en gobiernos lacayos, como Brasil y Colombia, para invadir al
país bolivariano.
El explicables que con todas esas ocupaciones, al
gobierno de Trump le quede poco tiempo para atender la tragedia de su propio
país ante la epidemia que ya le cuesta
más de 1 600 muertos y 100 000 contagiados.
Otro tentáculo del pulpo imperial, Israel, se ocupa de
lanzar cohetes hacia el territorio palestino, mientras que el Trump brasileño
reproduce en su país toda la incoherencia y desidia del mandatario yanqui, provocando la ira de
sus pobladores.
En todos estos casos, sin embargo, las mentiras son en
poco tiempo puestas en la picota pública. Y la realidad le gana terreno a los
engaños.
Cuba, en este contexto, sigue luchando por la vida de su
pueblo, sin escatimar esfuerzos, sin dejar a una sola persona desprotegida. Y
contribuyendo a salvar vidas en decenas
de países del mundo. Es la irreconciliable lucha del bien contra el mal.
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