.Orlando Guevara Núñez
“Renunciar al principio de un solo partido
equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos del
imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad de
los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de
independencia y justicia social por los que han luchado tantas generaciones de
patriotas, desde Hatuey hasta Céspedes, Martí y Fidel”.
Esta afirmación hecha por el Primer
Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, General de
Ejército Raúl Castro, durante la clausura de la Primera Conferencia Nacional
del Partido, define con toda nitidez una política aplicada y defendida por la
Revolución desde sus días iniciales.
No es fortuito que los enemigos de Cuba
deseen y sueñen regresarnos a un pasado de falsa democracia, de pluripartidismo
infértil que hundió al país en una letal dispersión de fuerzas y alimentó la
corrupción política y administrativa. Durante muchas décadas, los innumerables
partidos políticos se repartían el poder para lucros personales y de grupos,
mientras las masas se mantenían marginadas y siempre engañadas por promesas que
luego de cada elección pasaban al baúl del olvido.
Un simple vistazo a aquella
realidad, reafirma la justeza de la política expuesta por Raúl. A raíz de la
intervención norteamericana en Cuba, que frustró el triunfo del Ejército
Libertador Cubano, la injerencia yanqui tuvo como blanco inmediato el sistema
electoral, acondicionándolo a sus intereses de dominación neocolonial. El
desmantelamiento del Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí, fue
premisa para esos fines.
El 16 de junio de 1900, tuvieron
lugar en Cuba las primeras elecciones municipales, con tres partidos políticos:
Unión Democrática, Republicano y Nacional. La primera “lección” de democracia
fue que en estos comicios sólo alrededor del 10 % de los cubanos tuvieron
derecho al voto, pues se privó de éste a los menores de 21 años, y a quienes
poseyeran menos de 250 pesos en muebles e inmuebles, quedando fuera también
quienes no supieran leer y escribir.
El pluripartidismo se multiplicó
como espuma en esos primeros años de la pseudo república. Datos históricos
demuestran que sólo entre 1899 y 1909, existieron 16 grupos y partidos
liberales; las filiaciones republicanas llegaron a 21, además de tres grupos y
partidos llamados de democracia, a los que se sumaban una decena de otras
tendencias. La fragmentación política era un arma eficaz contra la unidad necesaria que había preconizado el Partido de
Martí.
A partir de las primeras elecciones
presidenciales, realizadas en 1901, los datos revelan realidades que nada
tienen que ver con la democracia. En esa ocasión el presidente electo, Tomás
Estrada Palma, obtuvo sólo el 47 % de los votos de los electores inscriptos, al
tiempo que el abstencionismo llegó al 36 %. Se conoce la historia de las
maniobras imperiales para evitar que el otro candidato, el general Bartolomé
Masó, alcanzara la presidencia, quedando las elecciones con un único aspirante.
Cada proceso eleccionario se
convirtió en una caricatura de democracia. En 1936, fueron 13 los partidos
inscriptos, de los que al final seis no se presentaron y los demás se agruparon
en dos coaliciones. En 1940, los partidos contendientes fueron 11, agrupados en
dos bloques. En 1948 fueron seis y otros tantos se preparaban para los comicios
de 1952, frustrados por el golpe de estado de quien sumiría al país en una
sangrienta dictadura durante siete años, apoyado por el gobierno de los Estados
Unidos: Fulgencio Batista.
Sólo el asalto a los cuarteles
Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de
Julio de 1953, con Fidel Castro al frente, abrió para el pueblo las esperanzas
de un verdadero cambio, no cifradas en las urnas electorales, sino en la lucha
abierta por la libertad e independencia. Ante esa nueva lucha, muchos partidos
políticos se mantuvieron apegados a la tiranía, mientras que otros, desde la
oposición, desempeñaron el triste papel de censura mezclada con la sumisión y
la complicidad. El Partido Socialista Popular, con hondas raíces entre la clase
obrera, estuvo más tiempo ilegalizado y en la clandestinidad que ejerciendo su
derecho legal. Otra prueba de la mentira de la democracia capitalista en Cuba.
Vale decir que en 1958, durante las últimas elecciones “democráticas” en Cuba,
el abstencionismo alcanzó el 54 % y el presidente electo, el batistiano Andrés
Rivero Agüero, obtuvo sólo el 15 % de los votos. El triunfo de la Revolución le
impidió disfrutar su “victoria”.
En la lucha contra la tiranía
batistiana, tres organizaciones revolucionarias tuvieron el principal
protagonismo. Estas fueron el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, con su
Ejército Rebelde; el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Partido
Socialista Popular. Luego del triunfo del Primero de Enero de 1959, las tres,
aunque con independencia organizativa y funcional, siguieron trabajando unidas,
hasta que después de la victoria cubana en Playa Girón se unieron en una sola
fuerza: las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI ), la que dio paso más tarde al Partido
Unido de la Revolución Socialista de Cuba ( PURSC ), convertido en Partido
Comunista de Cuba en octubre de 1965.
Es ese el Partido no solo de los
comunistas, sino de todo el pueblo cubano, el único que necesitamos y queremos,
el único capaz de representar los intereses de la nación y conducirnos,
unidos, hacia las victorias de nuestro
socialismo.
La gran mentira del beneficio del
pluripartidismo en los Estados Unidos, lo demuestra un solo hecho: Desde 1853,
el poder se lo han repartido solo dos partidos, el Republicano y el Demócrata. Ambos se unen en una misma
cosa: el Partido de los millonarios, de los explotadores, de los agresores, de
los enemigos de los pueblos.
Por todas estas razones, suscribimos
y respaldamos las palabras de nuestro Primer Secretario del Comité Central del
Partido:
“Sin
el menor menosprecio a ningún otro país por tener sistemas pluripartidistas y
en estricto apego al principio del respeto a la libre determinación y la no
injerencia en los asuntos internos de otros estados, consagrado en la carta de
las Naciones Unidas, en Cuba, partiendo de sus experiencias en la larga
historia de luchas por la independencia y soberanía nacional, defendemos
el sistema del partido único frente al juego de la demagogia y la
mercantilización de la política”.
El Partido Comunista de Cuba marcha ahora hacia su
VII Congreso, que tendrá lugar en abril del próximo año. En este Partido están
representados los intereses de todos los cubanos. Porque no es un Partido de
grupos, ni de sectores; es un Partido del Pueblo.
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