lunes, 30 de septiembre de 2024

 

Hacia el aniversario 130 del holocausto de Dos Ríos José Martí contra la anexión de Cuba al imperio yanqui (1)

Orlando Guevara Núñez

 

 

Nuestro Héroe Nacional, José Martí, desde muy joven, advirtió el peligro que para nuestra independencia representaba el apetito norteamericano de anexarse a Cuba. Y en varios momentos de su vida denunció esos intentos y los males que acompañarían a esa decisión si llegara a fraguarse.

A algunos de esos momentos nos referiremos por separado, pues un solo trabajo no podría abarcar el batallar martiano sobre esa nefasta política que siempre pretendió cercenar la independencia de nuestro país para apropiarse de sus recursos naturales y sacar ventajas de su privilegiada posición geográfica. Un sencillo homenaje a nuestro Apóstol, al conmemorarse, el 19 de mayo de 2025, el aniversario 130 del holocausto de Dos Ríos.

Siendo casi un adolescente, sufriendo en España su primera deportación, se refirió  a ese tema. Y apuntó algunas diferencias que no aconsejaban tal anexión.

“Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento. Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad”. Y argumenta:

“Y si hay esta diferencia de organización, de vida, de ser, si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza imaginativa, y su corazón de algodón y de buques por un corazón tan especial, tan sensible, tan nuevo que sólo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis que nosotros nos legislemos por las leyes con que ellos se legislan?”

El joven Martí invita a la reflexión sobre este tema: “Imitemos  ¡No! Copiemos. ¡No!.  Es bueno, nos dicen. Es americano, decimos. Creemos porque tenemos necesidad de creer. Nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos asemejarse. La sensibilidad entre nosotros es muy vehemente. La inteligencia es menos positiva, las costumbres son más puras, ¿cómo con leyes iguales vamos a regir dos pueblos diferentes?”

Y una afirmación es elocuente: “Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!”  A éstas, agrega otras consideraciones: “Ved los mártires de nuestra revolución. Decidme si hay entre ellos algún norteamericano”.  “Y si el estado general de ilustración en los Estados Unidos os seduce, a pesar de la corrupción, de su metalificación helada, ¿no podremos nosotros aspirar a ilustrar sin corromper? 

Como se aprecia, Martí alerta sobre las diferencias que no aconsejarían la unión de Cuba a los Estados Unidos. Habla sobre idiosincrasia.  Pero no ahonda en los motivos políticos. Téngase en cuenta su corta edad y pocas vivencias sobre el tema. Además, son solo apuntes.  Sus ideas contra el anexionismo yanqui se radicalizarían en el fragor de la lucha cuando esta nefasta corriente se hiciera sentir más en el contexto de nuestro bregar

independentista.

sábado, 28 de septiembre de 2024

 

Para seguir siendo lo que somos

 

.Orlando Guevara Núñez

 

 

Decir que el bloqueo yanqui  no es la causa principal de las dificultades económicas que  hoy enfrenta nuestro país, es como coger a una persona, atarla de pies y manos, amarrarle una soga al cuello con una piedra atada al otro extremo, lanzarla al mar y después afirmar que se ahogó porque no sabía nadar.

 

Esa verdad irrebatible la escuché de un prestigioso dirigente latinoamericano amigo de Cuba. Pero los enemigos de la  Revolución –externos e internos-se empeñan en demostrar lo contrario.  Y puntualizamos: causa principal, pues sabemos que hay otras dependientes de errores y deficiencias que agravan los problemas y retardan las soluciones. Y estas requieren del esfuerzo de todos.

 

El interés confeso del bloqueo- desde su inicio hace  más de 60 años- fue  entorpecer la economía, el salario real, provocar escaseces, hambre, ensfermedades y lograr  que el pueblo retirara su apoyo al gobierno revolucionario, como premisa para la destruccion  total de la Revolución.

 

Esa brutal guerra eeconómica  ha estado siempre acompañada de otras medidas no menos brutales, como los sabotajes,  el financiamiento  a  la contrarrevolución, las agresiones armadas, las amenazas, la introducción de plagas y enfermedades contra los priccipales cultivos agrícolas y  las personas, el intento de aislamiento, todo eso apoyado por la mentira y el fraude.

 

Las criminales leyes Torricelli, Helms-Borton, de Ajuste Cubano y otras

muchas directivas gubernamentales yanquis contra nuestro pueblo, son pruebas públicas  de las pretensiones  de destruir la Revolución, o lo que es lo mismo:  regresarnos al capitalismo salvaje de antes del triunfo de enero de 1959.

 

Ellos mismos han definido ese propósito. Eliminar el Gobierno Revolucionario, recuperar todas las propiedades nacionalizadas, restablecer los monopolios y latifundios, privatizar toda la economía-incluyendo la salud y  la educación- regresando a Cuba los desalojos campesinos  y los   de las viviendas  de  quienes no puedan pagarlas. 

 

En su demencial política y su desespero- y eso está en documentos por ellos firmados- no descartan, como último recurso, la intervención militar. Pero hacen y todo lo posible para que la Revolución se autodestruya. Para ese fin, aspiran a que los cubanos  rompamos nuestra unidad, a que el pueblo pierda la confianza en sus dirigentes, a que dejemos de defender nuestros símbolos y renunciemos a  nuestro patriotismo, nuestro internacionalismo y nuestro antiimperialismo.

 

En días recientes el presidente de los Estados como es práctica irracional- prorrogó por un nuevo año el bloqueo, al tiempo que mantiene a Cuba en la engañosa lista de países promotores del terrorismo. Las consecuencias de esa  genocida  política, fueron expuestas  por nuestro ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, al presentar ante la prensa nacional y extranjera el informe que llevará en fecha próxima a la Asamblea General de la ONU, donde, con seguridad plena, el bloqueo imperial contra Cuba  recibirá ls condena de la abrumadora mayoría de los países del mundo.

 

Los cubanos  estamos inmersos en una lucha en la que no puede haber otra opción que la victoria. Unas palabras de nuestro Héroe Nacional, José Martí, pueden resumir estas reflexiones: Los que se miran y ven flojos, todo lo tienen por flojo, lo mismo que ellos’ (…) ¡Los flojos, respeten: los grandes, adelante! ¡Esta es tarea de grandes.

Para seguir siendo lo que somos y no regresar nunca a lo que fuimos.



sábado, 21 de septiembre de 2024

 

El juicio más importante de la historia cubana

.Orlando Guevara Núñez

 

El juicio de la Causa 37, por el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, comenzó el 21 de septiembre de 1953. El doctor Adolfo Nieto Piñeiro-Osorio, presidente del tribunal, sentenciaría: “A mi juicio, el proceso por los hechos del cuartel Moncada es el de mayor importancia y trascendencia de los realizados desde que surgió la República”. Otros magistrados hablarían en iguales términos.

Una interrogante  sobre esa aseveración, la hice en una entrevista al doctor  Baudilio Castellanos…. Abogado defensor  de un grupo de asaltantes moncadistas. Y he aquí la respuesta:

 

´Todos los que de un modo u otro participamos en el proceso por el asalto al Cuartel Moncada – y como tal se calificó desde entonces -  comprendíamos que nos encontrábamos ante el juicio más importante de la historia de la República, no solo porque entre los acusados, testigos y peritos se movilizaban más de trescientas personas, habían perdido la vida más de noventa cubanos y se presentaban a juicio más de cien encartados que exigían la asistencia de más de 20 abogados, sino porque al calor del dramatismo de los hechos y de la audacia de la acción, no era difícil intuir que el Moncada ofrecía al pueblo cubano la única salida para derrotar a la dictadura, y el liderazgo para conducir a la nación al disfrute de la libertad y a la lucha por un destino superior´.

Yo asumí la defensa de  48  acusados en este proceso. De los 32

sancionados  en la causa 37, representé a 24’.

 

Desde el punto de vista numérico, en la Causa 37 estuvieron encartados 132 acusados, de quienes 109 comparecieron. Asaltantes Moncadistas eran 50, pero siete no habían sido detenidos y tres habían sido asesinados: Abel Santamaría-segundo jefe de la acción-, Marcos Martí y Víctor Escalona.

En su desconcierto, la tiranía batistiana incluyó como acusados a 59 personas, entre ellas a dirigentes de partidos de oposición, sin relación alguna con los hechos juzgados. El propio Fidel pidió para ellos la libertad al  final concedida.

Sumados los testigos, peritos y acusados, la cifra de involucrados ascendió a 303 personas. Participaron también 28 abogados, entre ellos el principal acusado, Fidel Castro Ruz.

En cuanto a los asaltantes, fueron juzgados y condenados 32 y juzgados y absueltos por falta de pruebas 17, mientras que 48 no fueron ni apresados ni juzgados.

Una de las connotaciones del juicio fue la pérdida de vidas humanas. Entre los revolucionarios hubo 61 muertos, de ellos sólo 6 caídos en combate y 55 asesinados. Las fuerzas de la tiranía sufrieron 50 bajas, entre ellas 19 muertos y 31 heridos.

Las sanciones impuestas a los Moncadistas fueron repartidas de la forma siguiente: Fidel Castro Ruz, 15 años de privación de libertad; 4 recibieron condenas de 13 años, entre ellos Raúl Castro Ruz; 22 fueron condenados a 10 años; 3 a 3 años, y dos, las heroínas Haydée Santamaría y Melba Hernández, sancionadas a 7 meses de encierro.

Un  hecho de gran importancia histórica surgió durante ese juicio: el nacimiento de José Martí como Autor Intelectual del asalto al cuartel Moncada. Fue cuando uno de los acusados que no tenía nada que ver con la acción, el abogado Ramiro Arango Alsina, quien ejercía su propia defensa, le preguntó a Fidel: ¿Pertenezco yo a es movimiento?  La respuesta fue que no. ¿Entonces, no he sido autor intelectual de esta Revolución?  Y he aquí la respuesta de Fidel: ‘Nadie debe preocuparse de que lo acusen de ser autor intelectual de la Revolución, porque el único autor intelectual del asalto al Moncada es José Martí, el Apóstol de nuestra independencia’.

Pero Fidel sería juzgado y condenado el 16 de octubre de ese año. En esa ocasión, convertido en su propio defensor, denunciaría ante el tribunal:

” Vosotros habéis calificado este juicio públicamente como el más trascendental de la historia republicana, y si así lo habéis creído sinceramente, no debisteis permitir que os lo mancharan con un fardo de burlas a vuestra autoridad”.

 

Todo el proceso estuvo signado por las ilegalidades, por las violaciones de las leyes, por las arbitrariedades que, casi sin excepción, fueron acatadas por quienes debían impartir justicia, pero que su verdadero papel consistía en la obligación de condenar a los revolucionarios y apañar a los criminales.

 

Una a una, Fidel  denunció esas irregularidades. La incomunicación total del acusado, incluso hasta en las primeras vistas del juicio; la ilegal sustracción del juicio, incluyendo la mentira de que estaba enfermo y el intento de asesinato a través del envenenamiento y el pretexto de intento de fuga; como abogado, no pudo Fidel revisar el sumario; al final el juicio se hizo fuera del Palacio de Justicia, en una salita del hospital civil, con un reducido número de periodistas, amordazados por la censura, y sin participación pública, con el objetivo de silenciar las razones allí expuestas por el acusado; fue un juicio custodiado por soldados con amenazantes bayonetas.

 

 Pero nada amilanó a Fidel. En su alegato destruyó las mentiras y calumnias de los representantes de la tiranía; denunció los crímenes y torturas contra los asaltantes; puso al desnudo la inconstitucionalidad del gobierno batistiano y argumentó el derecho del pueblo a rebelarse contra ese oprobio.

Con claridad, Fidel expuso los males políticos, económicos y sociales que padecía el país, a la vez que enumeró las principales medidas que adoptaría la revolución triunfante, con definidos objetivos conocidos más tarde como El Programa del Moncada, sobre cumplido en los primeros años del triunfo.

Terminado el acto de auto defensa de Fidel, vino la sentencia, prefabricada por la tiranía y sus cómplices. La petición fiscal fue breve. Se pedía para el joven revolucionario la pena de 26 años de cárcel.

 

Así definiría la periodista Marta Rojas aquel dramático momento:

“La deliberación del tribunal, instalado en la salita del hospital civil, duró unos minutos solamente, Los magistrados y el fiscal hablaron entre sí en voz baja, más bien parecía que murmuraban, hasta pronunciar la sentencia:

-Acusado  doctor Fidel Castro Ruz, tenga la bondad de ponerse de pie. Fidel se incorporó y escuchó erguido y sereno estas palabras:

-De acuerdo con la solicitud del señor fiscal este tribunal le ha impuesto 15 años de prisión… ha concluido el juicio”.

Los esbirros y criminales, los políticos corruptos, creyeron que ese era el sepulcro de la revolución. Pensaron que encerrando a personas, encerrarían ideas. Pero se equivocaron.

A la prisión, concluida el 15 de mayo por una amnistía fruto de la presión popular, le siguió el exilio en México, la expedición del yate Granma, la lucha guerrillera en la Sierra Maestra y clandestina en llanos y ciudades. Hasta la victoria revolucionario del 1ro. de enero de 1959.

 

Hoy, a  71 años de aquel histórico juicio, adquieren mayor dimensión las palabras con las que cerró Fidel su histórico alegato del 16 de octubre  La historia me absolverá. Porque sus ideas rompieron el aislamiento, se extendieron por el país, se hicieron fuerza de pueblo, trascendieron fronteras y se inscriben ahora en las banderas de lucha de millones de personas que luchan en disímiles latitudes,  con la inconmovible certeza de que un mundo mejor es posible.