. Orlando Guevara Núñez
Los cubanos aceptamos el socialismo no porque Fidel nos
dijera antes que era bueno. Cuando Fidel proclamó el carácter socialista de la
Revolución, en la práctica ya lo estábamos disfrutando. Por eso dijo un día
Raúl que en ese momento, el 16 de abril
de 1961, lo que se hizo fue ponerle nombre a un niño que ya había nacido.
Recuerdo que en aquellos primeros años, la
contrarrevolución, el gobierno de Estados Unidos, el clero reaccionario y otros
oponentes a la Revolución, lanzaban a diario un caudal de veneno, tratando de
confundir al pueblo. Se pintaba al comunismo como una cosa brutal, donde el
individuo perdía toda su libertad y sus derechos.
Pero la realidad de la obra revolucionaria era más
poderosa. Se cumplía el precepto martiano de que la mejor manera de decir es
hacer.
Para el pueblo no hubo confusiones. Y desde el inicio,
supo distinguir entre capitalismo y socialismo.
Un gran ejemplo fue la Reforma Agraria, proclamada el 17
de mayo de 1959. Las diferencias estuvieron bastante claras.
En
el capitalismo: El 85 por ciento de los pequeños
agricultores pagaban renta por la tierra y estaban siempre amenazados por el
desalojo. En el campo, 200 000 familias no tenían ni una pulgada de tierra
donde sembrar y alimentarse. Los cientos de miles de trabajadores agrícolas,
tenían empleo solo dos o tres meses al año. El resto del tiempo, era de hambre
y otras muchas penurias.
En ese entonces, más de 300 000 caballerías (una
caballería equivale a 13,42 hectáreas, permanecían improductivas, en manos de
monopolio extranjeros y nacionales. En aquel panorama, el 20 por ciento de los
productores tenía menos del 1 por ciento de las tierras; el 1 %, tenía el 46% de ese medio vital para
la vida en el campo. En solo 13 latifundios norteamericanos asentados en la
economía azucarera, se concentraba la impresionante cifra de 1 173 000
hectáreas, extensión superior a la
poseída por 101 278 fincas pequeñas, mientras que más de 100 000
campesinos trabajaban la tierra sin ser dueños de éstas, y sólo el 30 por
ciento de quienes trabajaban el agro eran propietarios. En 894 personas se monopolizaba la tercera parte del área dedicada a la
agricultura.
Esa
situación era causante de que en nuestros campos, antes de 1959, más de 200 000
familias vivieran en bohíos miserables, sólo el 9 por ciento disfrutara del
servicio eléctrico, 96 de cada 100 familias no consumieran carne habitualmente,
menos del uno por ciento comiera pescado, apenas el dos por ciento tuvieran el
huevo en su alimentación y un 89 por ciento no contara con un decisivo
recurso dietético como lo es la leche. El drama de la alta mortalidad infantil
–más de 60 por cada mil nacidos vivos- los desalojos, los atropellos y
asesinatos, el analfabetismo y el abandono, se nutrían entonces de los
campesinos y obreros agrícolas cubanos.
Datos
ofrecidos por una encuesta de una organización juvenil católica, en 1957,
afirman que una familia campesina cubana, como promedio, tenía un ingreso de 46
pesos al mes para los gastos de alimentación, ropa, medicinas y
transporte, contabilizado el valor de
los alimentos que ella misma producía.
En
el socialismo. La
Reforma Agraria convirtió a todos los campesinos en dueños de la tierra que
trabajaba. Eliminó el latifundio. Abolió el desempleo, propició la creación de
cooperativas, con pleno respeto a la voluntariedad de los campesinos; erradicó
el hambre, llevó la salud y la educación, totalmente gratis, para las familias
del campo. Fue eliminado el analfabetismo. El Estado propició créditos, ayuda
técnica y aseguró mercados para todos los productores campesinos. Los hombres
del campo fueron dignificados por la Revolución. Sus sueños centenarios, fueron
convertidos en realidad.
Hoy, el presidente de los
Estados Unidos, ha proclamado su intención de exterminar el socialismo en todo
nuestro continente. En el caso de los cubanos, nos reímos de sus patrañas y su
susto. ¿Y qué dirían los campesinos de los hermanos pueblos de América, si
pudieran conocer todos, lo que representó el capitalismo para este sector en
Cuba, y lo que significó el socialismo?
¿Qué sistema sería por ellos
preferido? No albergo dudas. Escogerían
el socialismo. Y es ése, precisamente, el temor del imperio.