sábado, 16 de abril de 2022

En nuestra América no puede haber Caínes. ¡Nuestra América es una!


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El concepto de una sola América fue sostenido por José Martí en toda su prédica revolucionaria. El vislumbró desde muy temprano esa necesaria unidad, y alertó sobre los peligros que amenazaban con la división entre sus pueblos, y sobre el acecho del naciente imperialismo norteamericano, sediento de expansión y dominio sobre ellos.

En más de una ocasión criticó las divisiones internas entre pueblos hermanos, lo que, indudablemente, los conducía a la vulnerabilidad, tanto en lo político como en lo económico.

Fue bajo ese prisma que escribió, el 3 de mayo de 1890, en Nueva York, un artículo titulado Congreso de Washington, publicado el siguiente 15 de junio en el diario argentino La Nación.  En ese evento se discutía la aprobación de un proyecto  que autorizaba  el derecho de conquista de un pueblo sobre otro, bajo el amparo de “sentirse ofendido”.

Argentina, Bolivia, México,  Colombia, Perú, Paraguay, Brasil,  a favor de eliminar el derecho de un pueblo sobre otro. Y todos convenían en la firma del acuerdo. Pero Estados Unidos se negó a firmar el proyecto mediante el cual se eliminaba para siempre el derecho de conquista, Y ante la presión de los pueblos, propuso que la censura fuera por un término de 20 años.

En ese momento la unidad se impone. Martí enfatiza la forma en que los pueblos de América dijeron ¡Sí!  al  proyecto. Chile se abstuvo. Y un solo ¡No!, el del gobierno de los Estados Unidos. Sería este gobierno, a la larga, el mayor violador de este acuerdo de los pueblos de América.

Martí evaluaba así aquel evento: “Ya se van aleccionados y silenciosos, los delegados que vinieron de los pueblos de América a tratar, por el convite de Washington, sobre las cosas americanas. Ya  vuelven a Centro América los de los cinco países, más centroamericanos de lo que vinieron, porque al venir se veían de soslayo unos a otros, y ahora se van juntos como si comprendieran que este modo de andar les va mejor”.

Y al final, como insistiendo en el valor de la unidad, expresa nuestro Héroe Nacional: “La conferencia vota. ¿Por qué era un pueblo de nuestra América, de nuestra familia de pueblos, el único que salió de la conferencia con la cabeza baja?

 

esa Revolución no la defendemos con mercenarios; esa Revolución la defendemos con los hombres y las mujeres del pueblo.

Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, en las honras fúnebres de las víctimas del bombardeo a distintos puntos de la república, efectuado en 23 y 12, frente al cementerio de Colón, el día 16 de abril de 1961.

                                         Fragmentos

 

Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices ¡y que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos! (Aplausos y exclamaciones de:  “¡Pa’lante y pa’lante, y al que no le guste que tome purgante!”)

¡Y que esa Revolución socialista la defendemos con esos fusiles! (Aplausos); ¡y que esa Revolución socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores! (Aplausos y exclamaciones de:  “¡Venceremos!”;  “¡Fidel, Jruschov, estamos con los dos!”, y otras consignas revolucionarias.)

Y esa Revolución, esa Revolución, esa Revolución no la defendemos con mercenarios; esa Revolución la defendemos con los hombres y las mujeres del pueblo.

¿Quiénes tienen las armas?  ¿Acaso las armas las tiene el mercenario?  (Exclamaciones de:  “¡No!”) ¿Acaso las armas las tiene el millonario?  (Exclamaciones de:  “¡No!”)  Porque mercenario y millonario son la misma cosa.  ¿Acaso las armas las tienen los hijitos de los ricos?  (Exclamaciones de:  “¡No!”)  ¿Acaso las armas las tienen los mayorales?  (Exclamaciones de:  “¡No!”)  ¿Quién tiene las armas?  (Exclamaciones.) ¿Qué manos son esas que levantan esas armas?  (Exclamaciones.) ¿Son manos de señoritos?  (Exclamaciones de:  “¡No!”)  ¿Son manos de ricos?  (Exclamaciones de:  “¡No!”)  ¿Son manos de explotadores?  (Exclamaciones de:  “¡No!”)  ¿Qué manos son esas que levantan esas armas?  (Exclamaciones.)  ¿No son manos obreras?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)  ¿No son manos campesinas?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)  ¿No son manos endurecidas por el trabajo?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)  ¿No son manos creadoras?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)  ¿No son manos humildes del pueblo?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)  ¿Y cuál es la mayoría del pueblo?, ¿los millonarios o los obreros?, ¿los explotadores o los explotados?, ¿los privilegiados o los humildes?  (Exclamaciones.)  ¿No tienen las armas los privilegiados?  (Exclamaciones de:  “¡No!”)  ¿Las tienen los humildes?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)  ¿Son minoría los privilegiados?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)  ¿Son mayoría los humildes?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)  ¿Es democrática una revolución en que los humildes tienen, las armas?  (Aplausos y Exclamaciones de:  “¡Sí!” y “¡Fidel!, ¡Fidel!” y diferentes consignas revolucionarias.)

Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes (Aplausos).  Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida (Exclamaciones).

Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes?  (Exclamaciones de:  “¡Sí!”)

Compañeros obreros y campesinos de la patria, el ataque de ayer fue el preludio de la agresión de los mercenarios, el ataque de ayer que costó siete vidas heroicas, tuvo el propósito de destruir nuestros aviones en tierra, mas fracasaron, solo destruyeron tres aviones, y el grueso de los aviones enemigos fue averiado o abatido (Aplausos).  Aquí, frente a la tumba de los compañeros caídos; aquí, junto a los restos de los jóvenes heroicos, hijos de obreros e hijos de familias humildes, reafirmemos nuestra decisión, de que al igual que ellos pusieron su pecho a las balas, al igual que ellos dieron su vida, vengan cuando vengan los mercenarios, todos nosotros, orgullosos de nuestra Revolución, orgullosos de defender esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, no vacilaremos, frente a quienes sean, en defenderla hasta nuestra última gota de sangre (Aplausos).

¡Viva la clase obrera!  (Exclamaciones de:  “¡Viva!”)

¡Vivan los campesinos!  (Exclamaciones de:  “¡Viva!”)

¡Vivan los humildes!  (Exclamaciones de:  “¡Viva!”)

¡Vivan los mártires de la patria!  (Exclamaciones de:  “¡Viva!”)

¡Vivan eternamente los héroes de la patria!  (Exclamaciones de:  “¡Viva!”)

¡Viva la Revolución socialista!  (Exclamaciones de:  “¡Viva!”)

¡Viva Cuba libre!  (Exclamaciones de:  “¡Viva!”)

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación.)

Al combate...  Vamos a cantar el Himno Nacional, compañeros.   (Los presentes entonan el Himno Nacional).

Compañeros, todas las unidades deben dirigirse hacia la sede de sus respectivos batallones, en vista de la movilización ordenada para mantener el país en estado de alerta ante la inminencia que se deduce de todos los hechos de las últimas semanas y del cobarde ataque de ayer, de la agresión de los mercenarios.  Marchemos a las Casas de los Milicianos, formemos los batallones y dispongámonos a salirle al frente al enemigo, con el Himno Nacional, con las estrofas del himno patriótico, con el grito de “al combate”, con la convicción de que “morir por la patria es vivir” y que “en cadenas vivir es vivir en oprobios y afrentas sumidos”.

Marchemos a nuestros respectivos batallones y allí esperen órdenes, compañeros (Aplausos).

 

viernes, 15 de abril de 2022

¡Qué inmenso es un hombre cuando sabe serlo!

 


Orlando Guevara Núñez

En un artículo titulado Extranjero, publicado por Martí en el periódico El Federalista, de México,  el 16 de diciembre de  1876, fue escrito este pensamiento.   Anuncia – y explica las razones- su partida de México, país en el que había residido.  El  7  de ese mismo mes, había escrito otro artículo, fustigando el método del general Porfirio Díaz para asumir la jefatura del país azteca.

Enjuicia críticamente las consecuencias para México de los cruentos acontecimientos que a costa de sangre y vidas mexicanas llevaban al poder al caudillo que había derrocado al presidente.

Y emite un juicio sobre el hecho:” ¡Humanidad más que política! ¡Indignación más que miseria! Esta es mi fuerza: aquélla es mi amor. Por eso me sentí  como herido en el pecho, la tarde en que a la luz opaca del crepúsculo, porque el sol mismo le negaba sus luces, leí aquel documento inolvidable en que un hombre se declaró, por su exclusiva voluntad, señor de hombres”.

 Agregó seguidamente: “Por eso, cercano ya mi día de despedida, tomé amorosamente la pluma de la indignación entre mis manos, y escribí La situación, y otros artículos anteriores, y otras cosas más, que en la vida y sobre la vida flota fiero el misterio de la humana dignidad”. Reafirma su amor por México, y dice que donde quiera que esté, en su peregrinar, para la lisonja siempre será extranjero, y para el peligro, siempre ciudadano.

Refiriéndose a la dignidad  del hombre, vierte Martí otro criterio de mucha valía:

¡Qué grande es la voluntad!  ¡Qué misterio tan imponente, tan consolador, tan majestuoso,  tan bello, el de la personalidad! ¡Qué inmenso es un hombre cuando sabe serlo!  Se tiene en la naturaleza humana mucho de ígneo y de montañoso. Hay hombres solares y volcánicos; miran como el águila, deslumbran como el astro, sienten como sentirían las entrañas de la Tierra, los senos de los mares y la inmensidad continental”

Comienza a ser desventurado un pueblo que comienza a ser desagradecido


Orlando Guevara Núñez

La forma irreverente en que se recuerda en Estados Unidos  a Washington  motivan estas palabras de Martí, expresadas en un artículo publicado por el periódico La Opinión Nacional, de Venezuela, el 22 de marzo de 1882. Había sido escrito 18 días antes, en Nueva York. 

Se duele nuestro Apóstol de que el 22 de febrero de ese año, al cumplirse el aniversario 150 del natalicio del prócer, ante su estatua se pusieron “raquíticas guirnaldas y menguadas coronas” llevadas por soldados piadosos, cuando debieron   ir los padres con los hijos, y doncellas con flores frescas y banderas al aire y con las manos llenas de besos las niñas de la ciudad.

Reseña cómo ese día  se cierran tribunales, escuelas y otros servicios y es día de fiesta, hay discursos, banquetes, cuando, en esa fecha, debiera venir toda la ciudad a rendir homenaje al héroe.

“Es aquí ese aniversario día de suerte y paseo, mas no de reverencia”, afirma, puntualizando que otras voces, en círculos estrechos sí rinden merecido homenaje a aquel que “no odió ni ambicionó, ni engañó, ni quiso ser más que caballero de la virtud, conquistador de la libertad, y soldado cristiano”