sábado, 30 de mayo de 2015

Santiago de Cuba, del Combate a la victoria (19 ) La ciudad tomada, el pueblo en la calle




.Entrevista al  combatiente de la Sierra y del Llano Reynaldo Irzula Brea *
.Orlando Guevara Núñez
Los últimos días de 1958 fueron más convulsos que de costumbre en Santiago de Cuba. Todo estaba preparado para el combate final que tendría lugar contra una guarnición de cerca de  5 000 soldados batistianos, agrupados en el Cuartel Moncada.
Las Columnas de Camilo y el Che combatían victoriosamente durante su invasión hacia Occidente. En el Norte de Oriente, el Cuarto  Frente Simón Bolívar desarrollaba importantes acciones. El  Primer,  Segundo y Tercer  Frentes orientales, al mando de Fidel, Raúl y Almeida, respectivamente, luego de derrotar la ofensiva de la tiranía, expulsaban de la Sierra Maestra al ejército opresor, lo acorralaban en sus madrigueras y después los rendían.
Palma Soriano el 27 de diciembre y Maffo tres días después, eran los últimos reductos de la dictadura doblegados por el Ejército Rebelde entre Santiago de Cuba y Bayamo. El cerco a Santiago auguraba la cercanía del triunfo total.
En esos días cruciales, ¿qué estaba pasando en la heroica capital oriental? ¿Cuál fue el papel de los combatientes clandestinos? ¿Cómo recibió el pueblo la ansiada victoria?
Transcurrido 44 años del trascendente acontecimiento, converso con Reynaldo Irzula Brea, el combatiente rebelde que había regresado a la clandestinidad para cumplir una misión importante relacionada muy directamente con lo sucedido aquí en esos días.
“Me encontraba en La Plata, junto a Fidel, quien me mandó para Santiago de Cuba, con el fin de organizar una base de apoyo al Ejército Rebelde y poner bajo control a las fuerzas de la tiranía. Eso fue unos cuatro meses antes del triunfo. Muchos compañeros se habían ido para la Sierra, pero organizamos los grupos con sus respectivos jefes, dividimos la ciudad en zonas y cumplimos la  tarea de que no se pararan las acciones. Realizábamos el suministro de comida, armas, municiones y medicinas a las tropas rebeldes.
“Cuando la toma del BANFAIC, me entrevisté con Fidel allí y me mandó para Palma Soriano, donde me entregó unas armas, que eran como 100 o 104. Antes de salir para la entrevista, yo había dejado la gente preparada en Santiago. En la ensenada de Nima-Nima, cercana a la Refinería, ubiqué a unos 100 hombres y otro grupo grande quedó en la zona urbana.
“La orden de Fidel era tomar la ciudad. Me dijo que hiciera las veces de policía. Le pregunté qué hacía la policía y me contestó: controlar y evitar desórdenes, robos, asaltos, abusos.
“Me orientó que debían ser tomadas las posiciones enemigas, lo cual fue cumplido, pues ocupamos la Estación de Policía, los cuarteles de los masferreristas, el Vivac, el Gobierno Provincial y el Municipal y la Marina. Se tomó la ciudad completa, menos el Moncada. Eso garantizaba que si era necesario combatir contra esa guarnición, no existieran fuerzas que pudieran atacar a los rebeldes por la espalda. Las tropas de la dictadura estaban desmoralizadas y ya lo que esperaban era que llegara alguien para rendírsele.
“Estando en la calle Martí-recuerda- me topé con parte de la Columna 10, del Tercer Frente, dirigida por el Comandante René de los Santos, quien marchaba hacia el Moncada”.
La memoria del día del triunfo está fresca en la mente del combatiente: “Imagínate, era el fin de una guerra en la cual tú no sabías cuándo iban a sacarte de la casa para matarte. Nosotros con el triunfo, la ciudad totalmente tomada, el pueblo en la calle, los gritos, el júbilo. La población estaba muy alegre, desbordada, la gente conversaba con los rebeldes, se te  tiraban encima para abrazarte.
“No es tanto lo que hicimos nosotros como lo que hizo el pueblo. Hubo pequeños tiroteos frente a masferreristas y otros asesinos que huían, tratando de escapar. Y no eran solo las milicias clandestinas las que los perseguían. Era todo el pueblo en la calle, sin dejarlos correr ni dos cuadras. Pero no hubo desórdenes; los esbirros se cogían, se levantaba un acta y se remitían a los Tribunales, donde se realizaban los juicios”.
Su protagonismo en esos días es resumido por el combatiente con pocas palabras: “Lo único que hice fue cumplir la orden de Fidel”.
Para el final he dejado algunos datos sobre el testimoniante, los cuales reflejan la grandeza de la Revolución, las razones de su triunfo y sus raíces humildes que no han sido ni serán nunca traicionadas.
Reynaldo Irzula Brea se inició como combatiente clandestino cuatro días después del Alzamiento del 30 de Noviembre en Santiago de Cuba, y dos días después del desembarco del Granma. Procede de un hogar campesino, de padre carbonero.
Su vida entera la ha dedicado a la Revolución. Cuando el Comandante en Jefe le asignó la histórica misión aquí relatada, Reynaldo Irzula – o simplemente Rey- tenía solo 19 años de edad, con un mal segundo grado de escolaridad que él mismo califica de analfabetismo. El estudio vendría después. Llegó a merecer el grado de Mayor en las filas del Ministerio del Interior.
En su hoja de servicios a la Patria figuran las gestas de Playa Girón, la Limpia del Escambray, misión internacionalista en Angola y otros países.
¿Jubilado?  “No. Pensionado. La Revolución lo necesita a uno, y uno tiene que cumplir. Hay muchos peligros y lo que corresponde es estar al día, aquí, dispuesto para lo que sea. Como en aquellos tiempos.
·        Reynaldo Irzula Brea. Fallecido                   

                       

sábado, 23 de mayo de 2015

Santiago de Cuba, del combate a la victoria ( 18 )


 El Cobre,  libertad peleada y conquistada

.Orlando Guevara Núñez

El 17 de diciembre de 1958, la localidad de  El Cobre, separada unos 20 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, pasaba a ser definitivamente Territorio Libre de Cuba. Ese día, las tropas del Tercer  Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, entraban  victoriosas al pequeño poblado y se establecía el mando rebelde.
El cuartel de Melgarejo había depuesto las armas y  rendido incondicionalmente, influido por la reciente derrota de las tropas batistianas en el combate de Puerto de Moya. La desmoralización era evidente. Ya los soldados enemigos no estaban en condiciones de ofrecer una resistencia que sabían inútil.
El Cobre al fin era libre. Se coronaba así una larga trayectoria de lucha. En este lugar, los esclavos mineros arrebataron su libertad a la Corona española, cuando el resto del país tendría que esperar ocho décadas para abolir este oprobioso sistema.
En las gestas independentistas cubanas contra el poder colonial, en el siglo XIX, muchos hijos de este poblado se lanzaron a la lucha como soldados y recoge la historia que varios alcanzaron altos grados militares y prestaron un valioso aporte al Ejército Libertador Cubano.
En la última etapa de lucha, la tradición combativa se mantuvo. Pronto, el naciente Ejército Rebelde tuvo un valioso aporte de  luchadores clandestinos  y nutrió sus filas con combatientes de este lugar.
En la madrugada del 11 de abril de 1958, El Cobre se convirtió en la primera cabecera de municipio en Cuba tomada por el Ejército Rebelde, en este caso las tropas del Tercer  Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, al mando del  Comandante Juan Almeida Bosque.
En esa ocasión se atacó y tomó el poblado, con el objetivo de extraer del Polvorín, los fulminantes necesarios, solicitados por Fidel, al tiempo que la acción formó parte del respaldo de los guerrilleros a los combatientes clandestinos que se habían lanzado a la Huelga de Abril en la ciudad de Santiago de Cuba.
La operación fue un éxito. El entonces capitán Guillermo García Frías estuvo al mando de ésta y dirigió personalmente la toma del poblado, estableciendo combate con las fuerzas de la dictadura, las que se refugiaron en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre y desde allí establecieron fuego contra los rebeldes, quienes no ripostaron, por respeto a ese lugar y evitar que el enemigo aprovechara desde el punto de vista político el incidente.
Luego de esa acción victoriosa, los rebeldes regresaron a las montañas. La tiranía, aunque tergiversó la realidad de los acontecimientos, no pudo ocultar la verdad de que el Ejército Rebelde operaba ya en las cercanías de la capital oriental y  era capaz de realizar audaces y efectivas acciones de enfrentamiento a las fuerzas de la tiranía. Al propio tiempo, a partir de entonces, se fortalecerían los nexos entre los guerrilleros y los combatientes clandestinos. El apoyo popular a la Revolución, creció con esa victoria.
Los pobladores de El Cobre, sin embargo, tuvieron que esperar ocho meses de guerra revolucionaria para alcanzar su total liberación.
A mediados de diciembre de 1958, el ejército batistiano era incapaz de resistir el empuje rebelde en Oriente. Las fuerzas del  Primer y Tercer  Frentes, al mando del Comandante en Jefe Fidel Castro y del Comandante Juan Almeida, habían unido sus fuerzas para la ofensiva final, mientras que las del  Segundo Frente, dirigidas por el Comandante Raúl Castro – en cooperación con Almeida, asediaban, atacaban y rendían cuarteles. El cerco sobre Santiago de Cuba se cerraba cada vez más. Guisa, Alto Songo, La Maya, San Luis, Baire y otros poblados, se habían sumado a los territorios liberados.
Así, cuando el 14 de diciembre la tiranía sufre el descalabro de Puerto de Moya y era El Cobre su único reducto entre Palma Soriano y Santiago de Cuba, esa fuerza, que ocupaba el cuartel de Melgarejo, establece contacto con los rebeldes para pactar la rendición. La desmoralización y el temor a sus superiores era de tal magnitud, que el mando del cuartel propuso al Ejército Rebelde un simulacro de ataque que justificara la rendición y entrega de las armas. Así, no fue necesario el combate ni el riesgo de nuevas pérdidas de vidas.
La libertad peleada durante muchos años, fue conquistada,  ese l7 de diciembre, por el histórico y revolucionario poblado de El Cobre.

 

 

 


martes, 19 de mayo de 2015

En Santiago de Cuba Homenaje a José Martí en el aniversario 120 de su caída en combate



Ofrendas florales dedicadas por Fidel y Raúl al Héroe Nacional cubano

.Orlando Guevara Núñez

El aniversario 120 de la caída en combate del Héroe Nacional cubano, José Martí, (19 de mayo de 1895)  fue conmemorado en el Mausoleo que atesora sus restos en el cementerio Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, con una ceremonia político cultural, donde jóvenes artistas dedicaron hermosos cantos al bien llamado más universal de los cubanos.
Ofrendas florales dedicadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro, el General de Ejército Raúl Castro, los Consejos de Estado y de Ministros y del Pueblo de Cuba, se sumaron al homenaje, presidido aquí por Lázaro Espósito Canto, integrante del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Primer Secretario de esta organización en la provincia; Reinaldo García Zapata, Presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular; Martha del Carmen Mesa Valenciano, integrante del Consejo de Estado y Rectora de la Universidad de Oriente, junto a otros dirigentes del Partido y del Gobierno, oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, y dirigentes de las organizaciones de masas y sociales.
Una representación del pueblo santiaguero se dio cita desde temprano en la explanada frente al Mausoleo del Apóstol de la independencia cubana. En las palabras centrales como tributo a Martí, Reinaldo García Zapata, en apretada síntesis caracterizó el significado del pensamiento martiano y su presencia en la obra de la Revolución cubana.

“A 120 años del holocausto de Dos Ríos, la estatura y el pensamiento de nuestro Héroe Nacional, José Martí, se agigantan en el tiempo. En la gloriosa mañana de la Santa Ana, sus ideas rompieron los mármoles que las aprisionaban, se expandieron por la nación cubana y se transformaron en acciones que condujeron a la victoria del 1ro. de  enero de 1959”.  Así lo expresó García Zapata, quien luego afirmó:

“A Martí lo recordamos hoy, más que por su muerte heroica, por la obra de su vida, por su ejemplo y sus enseñanzas. Su prédica, su modo de decir y hacer, forman parte de nuestra doctrina revolucionaria, con una extraordinaria fuerza de presencia.
“Admiramos hoy al Martí pensador, periodista, escritor, creador, poeta, revolucionario. Al Martí organizador, aglutinador de voluntades. Evocamos al Martí que convirtió su corta vida en una generosa ofrenda para su país. Al hijo que cumplió la promesa hecha a su madre de que jamás saldría de él obra sin piedad y sin limpieza”.
El también Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, dijo que:
 “Martí nos legó su  latinoamericanismo, su antimperialismo, su concepto de que Patria es humanidad. El avisoró  los peligros que para Cuba representaba la voracidad del imperio naciente, la sed de opresión del Gigante de Siete Leguas, y nos enseñó a manejar con destreza la honda de David”
Recordó, como parte de la obra martiana, que “Para hacer la Guerra Necesaria, que diera paso a una república con todos y para el bien de todos, donde la Ley primera de la república fuera el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre, unió Martí a los guerreros de las anteriores  campañas independentistas  junto a los pinos nuevos, convirtiendo la claudicación de El Zanjón en una tregua fecunda que en Baraguá tuvo un hito en el largo camino de la independencia cubana”.

“Hoy venimos a este lugar que atesora los restos martianos no solo a ofrendarle nuestro recuerdo agradecido. Venimos, sobre todo, a dedicarle la obra forjada y defendida por nuestro pueblo durante más de medio siglo, hecho calificado por Raúl como la mayor proeza de los cubanos en esta lucha.

Al concluir sus palabras, Reinaldo García Zapata afirmó, aludiendo a José Martí:

“Usted, Maestro, dijo una vez que los cubanos hemos peleado como hombres y a veces como gigantes por nuestra libertad. Ante usted ratificamos hoy que en defensa de esa libertad, ya ganada, seremos eternamente ¡un pueblo de gigantes!


domingo, 17 de mayo de 2015

Santiago de Cuba, del combate a la victoria (17)


 

Razones contra un pasado

 .Orlando Guevara Núñez
Juan Muchulì Vicet - fallecido hace poco tiempo- estuvo a punto de figurar entre los mártires santiagueros y solo un azar lo preservó para forjador. Es una singular historia relacionada con nuestro ayer y con el sacrificio de nuestro pueblo para proseguir la lucha iniciada en el Moncada y reiniciada por Fidel en la Sierra Maestra.
“¿Derechos humanos? Yo sigo acusando a los esbirros de Batista por pisotear los
míos, torturándome hasta que me creyeron muerto”, exclama Muchulì, aludiendo a un pasado que solo es válido recordar para evitar su regreso.
“Fue el 16 de febrero de 1958. Yo pertenecía a una célula del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, en el Reparto San Pedrito. Era peón de albañil y trabajaba por un peso, cincuenta centavos o menos al día. Vivía en La Manzana de Gómez- barrio marginal santiaguero demolido por la Revolución- en la calle Catana, nombre de una vieja, vecina de allí. Esa noche tocaron a la puerta de mi casa con el mismo toque convenido con el Movimiento. Salí en pantalón y sin camisa y la sorpresa fue cuando me vi frente a los casquitos…”
¿Y entonces?
“Me halaron, me cogieron por la garganta, me golpearon y en una microonda me llevaron para el cementerio Santa Ifigenia, junto a otros dos jóvenes. Allí comenzaron las torturas, con golpes y un cable que nos ´conectaban´ en los dedos y puesto en el acumulador de un carro que aceleraban. Producía unos dolores terribles.
“Nos decían que èramos  ´mau-mau´ -calificativo despectivo que los esbirros aplicaban a los rebeldes-  y nos preguntaban quiénes eran los otros. A los demás muchachos les decían que sus padres no aparecían y seguro se habían alzado, pero ninguno mencionó a nadie. A ellos les dieron unos golpes tan bárbaros en la cabeza que quedaron como muertos”
¿Y a ti?
“Oía a los esbirros discutiendo y uno de ellos –negro igual que yo-  decía:
´Ese seguro que no está metido en nada, esto es un problema de blancos revoltosos´; pero me siguieron golpeando hasta que yo no supe nada más. Creyeron que ya estaba muerto”.
¿Cómo y cuándo te rescatan de allí?
“Suerte que la vieja Catana vio cuando me sacaron de la casa, pues mi familia no se había dado cuenta. Temprano ella avisó y comenzaron a buscarme en el cuartel y después en el cementerio, donde con frecuencia aparecía gente asesinada, tirada allí hasta que los familiares daban con ellos o alguien los enterraba. Así era Santiago de Cuba en 1958. Un compañero me reconoció y avisó. Se dieron cuenta de que estaba vivo y me sacaron del cementerio”.
¿Habías recobrado el conocimiento?
“No. El golpe había sido en la cabeza, muy fuerte y valga que los asesinos no regresaron, pues me hubieran dado el tiro de gracia o metido vivo en una tumba”.
¿Y los otros dos muchachos?
“No los conocía. Me dijeron después que el único vivo era yo”.
¿Para dónde te llevaron?
“Para mi casa, pero no estaba seguro y a los dos días un compañero nombrado Flor Acosta, jefe de mi célula, me sacó de allí y junto a otro a quien le decíamos Paquito Marimòn, me llevó para un campamento rebelde de la Columna 9, quedando así incorporado al  Tercer  Frente Mario Muñoz Monroy, donde terminé la guerra en la Columna 10”.
¿Y después?
“Estuve en las FAR hasta 1965, cuando me licencié con el grado de Teniente. Trabajé diez años en el Comité Provincial del Partido y en 1975 fui a Viet Nam, hasta 1977. Ahora estoy jubilado… ¿lo de la caña? Sí, he participado, pero voluntario…”
Durante la entrevista, Juan Muchulì Vicet ofreció dos datos que con intención reservo para el final. Uno: el lugar donde fue torturado y dejado por muerto, está  a escasos metros de las tumbas de José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales, Guillermòn Moncada, Perucho Figueredo… El otro: su abuela, Prudencia Robert Robert, fue esclava durante la colonia, como esclavos de nuevo tipo fueron sus padres en el capitalismo.
Ahora Muchulì, el joven torturado cuando tenía solo 20 años de edad, es padre y abuelo de cubanos libres. Por eso la convicción de sus palabras: “Hoy sí tenemos derechos humanos, los que nos llamó a defender el V Congreso del Partido Comunista de Cuba, en el cual milito”.