martes, 31 de marzo de 2015

Desembarco de Duaba El legado de un ejemplo






.Orlando Guevara Núñez



El primer día de abril de 1895, como parte de la concepción martiana sobre la organización de la guerra contra el poder colonial español, llegó a la desembocadura del río Duaba, en las cercanías de Baracoa, una pequeña expedición independentista cubana, integrada por sólo 23 patriotas, entre quienes figuraban tres prestigiosos generales mambises : Antonio Maceo , Flor Crombet y José Maceo.
Al organizarse la expedición en Centroamérica, era el General Antonio su jefe; pero circunstancias relacionadas con el financiamiento por él solicitado y que no estaba dentro de las posibilidades del Partido Revolucionario Cubano, determinaron que José Martí, previa consulta con Máximo Gómez, encargara a Flor Crombet su encabezamiento. La  actitud de Maceo se reveló una vez más en toda su grandeza, al sumarse  al grupo expedicionario, poniendo, por encima de todo, su desinteresado patriotismo.
El desembarco tenía como objetivo el traslado de los principales jefes de la Revolución hacia el territorio cubano, para incorporarse a la guerra que habia estallado el 24 de febrero en el país. Igual misión tendría la pequeña expedición que por Playita de Cajobabo, territorio de Guantánamo, traería al suelo patrio a Martí y a Gómez, figuras cimeras de la nueva contienda contra España, diez días después.
Otra parte del plan insurrecto, eran los alzamientos internos en numerosos puntos del país, aunque fue el indómito Oriente donde más fructificaron. Jefes de la talla de Guillermón Moncada, Bartolomé Masó, Quintín Bandera, Saturnino Lora, Florencio Salcedo, Jesús Rabí, Periquito Pérez, Victoriano Garzón y otros muchos, se habían alzado en armas  y esperaban a los máximos líderes de la Revolución para unirse a ellos.
En el caso de Guillermón, su muerte sensible se produjo el día 5 de abril de l895. El bravo general, con sus pulmones destrozados por la tuberculosis, había acudido al llamado de la Revolución ya gravemente enfermo y prefirió morir como rebelde en la manigua antes que en la tranquilidad de una cama.
Los expedicionarios de Duaba,  tropezarían con grandes escollos aún antes del desembarco. Y ya en tierra cubana, con su escaso y precario armamento - 11 rifles y revólveres y machetes para los 23 - carentes de alimentos y en un escenario para ellos desconocido, tuvieron que enfrentarse pronto a las fuerzas bajo el mando del ejército español.
Su primer encuentro se produce  con una compañía de infantería que, derrotada, se retira hacia Baracoa, donde difunde la noticia de la presencia insurrecta en la zona.
Perseguidos por el enemigo numéricamente superior y mejor armado, en ocasiones traicionados, los patriotas, luego de ser sorprendidos en un cafetal, se ven obligados a la dispersión en cuatro reducidos grupos que intentan llegar al encuentro con los ya incorporados a la lucha. La tropa de 50 hombres que al mando de Félix Ruenes se alzaron y unieron al grupo rebelde, habían quedado atrás, en espera de otros arribos marítimos con pertrechos.
El día 10 de abril, durante uno de los enfrentamientos, cae abatido a balazos Flor Crombet, cuyo cadáver queda en manos de los guerrilleros al servicio de España y es sepultado en el cafetal Felicidad de Yateras. Otros integrantes del grupo de seis  son diezmados por el fuego enemigo, salvándose sólo José Maceo, quien luego de disparar contra el enemigo, se lanza por un barranco y logra evadir la persecución, hasta su incorporación a las fuerzas insurrectas de Guantánamo.
Antonio Maceo burla también la cacería hasta incorporarse a las tropas mambisas en la zona de Mayarí Arriba, la noche del 20 de abril. La noticia de su presencia en suelo cubano había avivado la llama de la Revolución en toda la región oriental, provocando una insurrección masiva de oficiales y soldados del Ejército Libertador Cubano que apreciaban en él al paradigma de militar y de patriota. De inmediato asume el mando del Cuerpo de Ejército de Oriente y entre sus primeras órdenes para organizar y desarrollar la guerra, está la de ajusticiar a todo emisario portador de propuestas de paz que no lleven consigo la independencia.
De los dos grupos restantes se conoce que uno, integrado por tres expedicionarios, fue hecho prisionero por las fuerzas españolas, mientras que el otro - de cuatro - tuvo la suerte de encontrarse con un destacamento revolucionario al cual se unió.
De tal manera, fue  el Mayor General Francisco Adolfo Crombet Tejeda (Flor Crombet) la pérdida más sensible para la Revolución durante los días que sucedieron al desembarco de Duaba. El gallardo Flor, como lo bautizara José Martí, al recibir la noticia de su caída.

Este  1ro. de abril, se conmemora  un nuevo aniversario de aquel hecho probatorio de la capacidad de sacrificio de los patriotas que reiniciaron la lucha armada nacida el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua. Antonio Maceo, José Maceo y Flor Crombet - sus tres principales protagonistas- no sobrevivieron a la guerra. Pero viven sus ideas. Y por eso los recordamos no sólo por su muerte heroica, sino, sobre todo,  por la obra de su vida, por el ejemplo legado.

lunes, 30 de marzo de 2015

Esta humanidad ha dicho: ¡Basta! Y ha echado a andar….




.Orlando Guevara Núñez

Mientras escuchaba los discursos de los dirigentes latinoamericanos y caribeños participantes en la Cumbre extraordinaria de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, realizada en Venezuela para apoyar a ese pueblo frente a las amenazas del gobierno imperialista de los Estados Unidos, pensé en los primeros años de la Revolución cubana.
¡Cuánta diferencia en el tiempo!  Pero ¡Cuánta  semejanza en los métodos y aspiraciones imperiales contra los pueblos de nuestro sufrido continente!
Reviso el texto de la Segunda Declaración de La Habana, documento aprobado por el pueblo de Cuba, constituido en Asamblea General, en la Plaza de la Revolución José Martí, en la capital cubana, el 4 de febrero de 1962.
Cuba acababa de ser expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA), por mandato del gobierno de Estados Unidos en reunión celebrada en Punta del Este, Uruguay.
Nuestro país  amenazado, agredido, calumniado, bloqueado.
Pero la dignidad y la moral de todo un pueblo se impusieron a las pretensiones imperiales. No hubo miedo a la potencia más  agresiva del  mundo. En esos años, fuimos capaces de preservar la vida porque no vacilamos en exponerla en defensa de nuestra Revolución. Somos un pueblo amante de la paz, pero comprendimos desde el inicio que ante la guerra  impuesta por  el enemigo, no hay otra forma de vivir en paz  que  la derrota de los agresores.
Repaso cada párrafo de aquel memorable día. Fidel leyendo la Segunda Declaración de La Habana. El pueblo enardecido. ¡Cuánta vigencia de las palabras de nuestro Comandante en Jefe!  Más que comentar, vale transcribir textualmente algunos fragmentos.

“Vísperas de su muerte, en carta inconclusa porque una bala española le atravesó el corazón el 18 de mayo de 1895, José Martí, Apóstol de nuestra independencia, escribió a su amigo Manuel Mercado: «Ya puedo escribir... ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber..., de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso...”
“Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos... más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los Imperialistas... el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia –les habían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos”.
“Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: –y mi honda es la de David.” 
Ese espíritu martiano presidió la gran reunión. Y continuó Fidel:
“Pero Cuba se levantó, Cuba pudo redimirse a sí misma del bastardo tutelaje. Cuba rompió las cadenas que ataban su suerte al imperio opresor, rescató sus riquezas, reivindicó su cultura y desplegó su bandera soberana de Territorio y Pueblo Libre de América”.
“Ya los Estados Unidos no podrán caer jamás sobre América con la fuerza de Cuba, pero en cambio, dominando a la mayoría de los demás Estados de América Latina, Estados Unidos pretende caer sobre Cuba con la fuerza de América”.
“Cuba y América Latina forman parte del mundo. Nuestros problemas forman parte de los problemas que se engendran de la crisis general del imperialismo y la lucha de los pueblos subyugados: el choque entre el mundo que nace y el mundo que muere. La odiosa y brutal campaña desatada contra nuestra Patria expresa el esfuerzo desesperado como inútil que los imperialistas hacen para evitar la liberación de los pueblos”.
“Cuba duele de manera especial a los imperialistas. ¿Qué es lo que se esconde tras el odio yanqui a la Revolución Cubana? ¿Qué explica racionalmente la conjura que reúne en el mismo propósito agresivo a la potencia imperialista más rica y poderosa del mundo contemporáneo y a las oligarquías de todo un continente, que juntos suponen representar una población de trescientos cincuenta millones de seres humanos, contra un pequeño pueblo de sólo siete millones de habitantes, económicamente subdesarrollado, sin recursos financieros ni militares para amenazar ni la seguridad  ni la economía de ningún país?”
“Los une y los concita el miedo. Lo explica el miedo. No el miedo a la Revolución Cubana; el miedo a la revolución latinoamericana. No el miedo a los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas medias que han tomado revolucionariamente el poder en Cuba; sino el miedo a que los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas medias tomen revolucionariamente el poder en los pueblos oprimidos, hambrientos y explotados por los monopolios yanquis y la oligarquía reaccionaria de América; el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebaten las armas a sus opresores y se declaren, como Cuba, pueblos libres de América”
“Aplastando la Revolución Cubana creen disipar el miedo que los atormenta, y el fantasma de la revolución que los amenaza. Liquidando a la Revolución Cubana, creen liquidar el espíritu revolucionario de los pueblos. Pretenden en su delirio que Cuba es exportadora de revoluciones. En sus mentes de negociantes y usureros insomnes cabe la idea de que las revoluciones se pueden comprar o vender, alquilar o prestar, exportar o importar como una mercancía más”.
“Las condiciones subjetivas de cada país, es decir, el factor conciencia, organización, dirección, puede acelerar o retrasar la revolución según su mayor o menor grado de desarrollo, pero tarde o temprano en cada época histórica, cuando las condiciones objetivas maduran, la conciencia se adquiere, la organización se logra, la dirección surge y la revolución se produce”.
“Que ésta tenga lugar por cauces pacíficos o nazca al mundo después de un parto doloroso, no depende de las fuerzas reaccionarias de la vieja sociedad, que se resisten a dejar nacer la sociedad nueva, que es engendrada por las contradicciones que lleva en su seno la vieja sociedad. La revolución es en la historia como el médico que asiste al nacimiento de una nueva vida. No usa sin necesidad los aparatos de fuerza, pero los usa sin vacilaciones cada vez que sea necesario para ayudar al parto. Parto que trae a las masas esclavizadas y explotadas la esperanza de una vida mejor”.
“En muchos países de América Latina la revolución es hoy inevitable. Ese hecho no lo determina la voluntad de nadie. Está determinado por las espantosas condiciones de explotación en que vive el hombre americano, el desarrollo de la conciencia revolucionaria de las masas, la crisis mundial del imperialismo y el movimiento universal de lucha de los pueblos subyugados”.
“La intervención del Gobierno de los Estados Unidos en la política interna de los países de América Latina ha ido siendo cada vez más abierta y desenfrenada”.
“La Junta Interamericana de Defensa, por ejemplo, ha sido y es el nido donde se incuban los oficiales más reaccionarios y proyanquis de los ejércitos latinoamericanos, utilizados después como instrumentos golpistas al servicio de los monopolios”.
“Las misiones militares norteamericanas en América Latina constituyen un aparato de espionaje permanente en cada nación, vinculado estrechamente a la Agencia Central de Inteligencia, inculcando a los oficiales los sentimientos más reaccionarios y tratando de convertir La palabra de Cuba no podía tener eco en aquella mayoría amaestrada, pero tampoco podía tener respuesta; sólo cabía el silencio impotente ante sus demoledores argumentos, la diafanidad y valentía de sus palabras. Pero Cuba no habló para los cancilleres; Cuba habló para los pueblos y para la historia, donde sus palabras tendrán eco y respuesta”.
“En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos; los Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos, por los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas. Cuba, por la soberanía; Estados Unidos, por la intervención. Cuba, por la nacionalización de las empresas extranjeras; Estados Unidos, por nuevas inversiones de capital foráneo. Cuba, por la cultura; Estados Unidos, por la ignorancia. Cuba, por la reforma agraria; Estados Unidos, por el latifundio. Cuba, por la industrialización de América; Estados Unidos, por el subdesarrollo. Cuba, por el trabajo creador; Estados Unidos, por el sabotaje y el terror contrarrevolucionario que practican sus agentes, la destrucción de cañaverales y fábricas, los bombardeos de sus aviones piratas contra el trabajo de un pueblo pacífico. Cuba, por los alfabetizadores asesinados; Estados Unidos, por los asesinos. Cuba, por el pan; Estados Unidos, por el hambre. Cuba, por la igualdad; Estados Unidos, por el privilegio y la discriminación. Cuba, por la verdad; Estados Unidos, por la mentira. Cuba, por la liberación; Estados Unidos, por la opresión. Cuba, por el porvenir luminoso de la humanidad; Estados Unidos, por el pasado sin esperanza. Cuba, por los héroes que cayeron en Girón para salvar la Patria del dominio extranjero; Estados Unidos, por los mercenarios y traidores que sirven al extranjero contra su Patria. Cuba, por la paz entre los pueblos; Estados Unidos, por la agresión y la guerra. Cuba, por el socialismo; Estados Unidos, por el capitalismo”.
“Los acuerdos obtenidos por Estados Unidos con métodos tan bochornosos que el mundo entero critica, no restan, sino que acrecentan la moral y la razón de Cuba, demuestran el entreguismo y la traición de las oligarquías a los intereses nacionales y enseña a los pueblos el camino de la liberación. Revela la podredumbre de las clases explotadoras, en cuyo nombre hablaron sus representantes en Punta del Este. La O.E.A. quedó desenmascarada como lo que es: un ministerio de colonias yanquis, una alianza militar, un aparato de represión contra el movimiento de liberación de los pueblos latinoamericanos”.
“Los pueblos saben que en Punta del Este los cancilleres que expulsaron a Cuba se reunieron para renunciar a la soberanía nacional; que allí el Gobierno de Estados Unidos fue a sentar las bases no sólo para la agresión a Cuba, sino para intervenir en cualquier país de América contra el movimiento liberador de los pueblos; que Estados Unidos prepara a la América Latina un drama sangriento; que las oligarquías explotadoras, lo mismo que ahora renuncian al principio de la soberanía, no vacilarán en solicitar la intervención de las tropas yanquis contra sus propios pueblos y que con este fin la delegación norteamericana propuso un comité de vigilancia contra la subversión en la Junta Interamericana de Defensa, con facultades ejecutivas, y la adopción de medidas colectivas. Subversión para los imperialistas yanquis es la lucha de los pueblos hambrientos por el pan, la lucha de los campesinos por la tierra, la lucha de los pueblos contra la explotación imperialista. Comité de vigilancia en la Junta Interamericana de Defensa con facultades ejecutivas significa fuerza de represión continental contra los pueblos a las órdenes del Pentágono. Medidas colectivas significan desembarcos de infantes de Marina yanqui en cualquier país de América”.
“Frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su revolución, respondemos: Las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos”.
“Lo que Cuba puede dar a los pueblos y ha dado ya es su ejemplo”.
“Y ¿qué enseña la Revolución Cubana? Que la revolución es posible, que los pueblos pueden hacerla, que en el mundo contemporáneo no hay fuerzas capaces de impedir el movimiento de liberación de los pueblos”.
“En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que en nuestras naciones esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanqui, ha sido incapaz de enfrentarse a éste, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas”.
“Situadas ante el dilema imperialismo o revolución, sólo sus capas más progresistas estarán con el pueblo”.
“El divisionismo, producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras; el sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos. Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario que deben quedar atrás. En la lucha antiimperialista y antifeudal es posible vertebrar la inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas más progresistas de la burguesía nacional. Estos sectores comprenden la inmensa mayoría de la población y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el dominio imperialista y la reacción feudal. En ese amplio movimiento pueden y deben luchar juntos por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de América, desde el viejo militante marxista hasta el católico sincero que no tenga nada que ver con los monopolios yanquis y los señores feudales de la tierra”.
“Ese movimiento podría arrastrar consigo a los elementos progresistas de las fuerzas armadas, humilladas también por las misiones militares yanquis, la traición a los intereses nacionales de las oligarquías feudales y la inmolación de la soberanía nacional a los dictados de Washington”.
“Se sabe que en América y en el mundo la revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo. El papel de Job no cuadra con el de un revolucionario. Cada año que se acelere la liberación de América significará millones de niños que se salven para la vida, millones de inteligencias que se salven para la cultura, infinitos caudales de dolor que se ahorrarían los pueblos. Aun cuando los imperialistas yanquis preparen para América un drama de sangre, no lograrán aplastar las luchas de los pueblos, concitarán contra ellos el odio universal y será también el drama que marque el ocaso de su voraz y cavernícola sistema”.
“Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero”.
“Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina, con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos de hoy le ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía para la humanidad. Porque aquella lucha fue para librarse del poder colonial español, de una España decadente, invadida por los ejércitos de Napoleón. Hoy le toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista mundial y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que le prestaron nuestros antepasados”.
“Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados, la van a escribir las masas progresistas; los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina; lucha de masas y de ideas; epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. Nos consideraba rebaño impotente y sumiso; y ya se empieza a asustar de ese rebaño; rebaño gigante de doscientos millones de latinoamericanos en los que advierte ya a sus sepultureros el capital monopolista yanqui”.
“Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia. Ya se les ve por los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los «olimpos» gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, de un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, fincando sus garfios en la tierra que les pertenece y defendiéndola con su vida; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas sus consignas; haciéndolas correr en el viento por entre las montañas o a lo largo de los llanos. Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron”.

Porque esta gran humanidad ha dicho: «¡Basta!» y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia.
¡Patria o Muerte!
¡VENCEREMOS!
                     
A la vuelta de más de medio siglo, los agresores son los mismos. Pero ya Cuba no es el único pueblo agredido. El centro de los ataques es ahora Venezuela. Pero ya quien  tiene en sus manos el destino de los pueblos no es la OEA, ni el gobierno imperial norteamericano.  Hay  una verdad  proclamada por la Segunda Declaración de La Habana, confirmada por la historia: Esta gran humanidad  hadicho  ¡Basta!  y  ha echado a andar…

sábado, 14 de marzo de 2015

La viril Protesta de Baraguá



.Orlando Guevara Núñez

El 15 de marzo de 1878,  la Protesta de Baraguá, protagonizada por el Titán de Bronce, Antonio Maceo, y un grupo de patriotas mambises, proclamó frente al gobierno colonial español que los cubanos no aceptaban la paz sin independencia y sin la abolición de la esclavitud, objetivos por los cuales habían luchado en la manigua durante diez años, en las más difíciles condiciones.

El vergonzoso Pacto del Zanjón, acordado con el ejército colonial español, había desmovilizado a una parte importante de las fuerzas insurrectas. La falta de unidad de las fuerzas revolucionarias fue un factor determinante para que España obtuviera con esa paz lo que no hubiese podido lograr mediante la guerra.

Pero cuando parecía ya extinguida la llama de la rebeldía, se yergue en Baraguá el gesto maceísta, calificado por José Martí, como “de lo más glorioso de nuestra historia”. Frente a la claudicación zanjonera, Antonio Maceo y otros prestigiosos jefes mantenían viva esa llama y expresaban su decisión de continuar peleando.

Los combatientes  del Ejército Libertador Cubano, mientras tanto, luchaban en las peores condiciones, carentes de armas, municiones y alimentos, al tiempo que debían enfrentarse a fuerzas superiores que habían quedado sin enemigos en otras partes del territorio cubano. Combatieron, sin embargo, hasta que las condiciones les mostraron el camino no de una claudicación, sino de una necesaria tregua para reiniciar la contienda independentista.

Así, el patriotismo de Baraguá suplantaba para siempre la indignidad del Zanjón. Comenzaba entonces, al decir de José Martí, la tregua fecunda durante la cual se prepararía la guerra necesaria iniciada 17 años después,el 24 de febrero de 1895 en Baire y otros puntos del Oriente indómito y del país.
A partir de aquella protesta viril, este pedazo de tierra del Oriente rebelde y bravío se convirtió en símbolo de dignidad de nuestro pueblo. Aquí se alimentó y mantuvo viva  la llama de la Revolución. Y aquí se agigantó la figura de Antonio Maceo, quien con ese gesto nos enseñó, como lo expresara el Comandante en Jefe Fidel Castro, a no concertar nunca pactos indignos con el enemigo.

El 22 de octubre de 1895, como hermoso simbolismo, desde este mismo  escenario de la Protesta, partiría  la invasión hacia Occidente, bajo la jefatura de Antonio Maceo, con el objetivo de extender la guerra a todo el territorio nacional, incorporando a su paso nuevos combatientes; destruir las riquezas que servían de sostén al poder colonial, causar costosas bajas al enemigo y facilitar la llegada de expediciones de patriotas al país obligando a España a desconcentrar sus fuerzas.

La grandeza del General Antonio, forjada en el crisol de los combates y la altura de su pensamiento político, alcanzó con ese hecho militar un sitial cimero. Compartida con el Generalísimo Máximo Gómez, la gesta invasora ha sido calificada dentro y fuera de Cuba como una de las hazañas militares más brillantes de su tiempo. Esa épica acción, fue obra no solo de sus dos grandes conductores, sino de cientos de oficiales y miles de combatientes, forjadores todos de la gloria y de la victoria contra el colonialismo español.

A esos valerosos combatientes se dirigió el Titán de Bronce antes de la partida. Y a ellos los convocó  a  “Llevar vuestras triunfadoras armas hasta los confines de occidente y auxiliar a nuestros hermanos de aquellas regiones que os esperan llenos de fervoroso entusiasmo para emprender la campaña decisiva, los esfuerzos, los sacrificios y la abnegación del Ejército Libertador con la completa derrota del enemigo común, con la independencia de la Patria”

La dimensión revolucionaria de Antonio Maceo está retratada en sus propias palabras al referirse a su designación como jefe de la Columna Invasora, cuando afirmó que a ello sabría “Corresponder con pureza de intenciones, con amor entrañable a la causa que defiendo (…) y con la rectitud y honradez de mi carácter que no habrán de torcer nunca la fuerza de las bayonetas españolas, ni los embates de un destino adverso”.

Para los estrategas españoles, formados en las más importantes academias militares de la península ibérica y otras partes de Europa, la invasión de Oriente hacia Occidente fue considerada como una locura, ya que el ejército invasor debía abandonar sus más sólidas bases de aseguramiento logístico, el refugio de los espesos bosques y montañas orientales, y adentrarse en la región más estrecha y mejor defendida por el ejército español.

La invasión, sin embargo, cumplió plenamente sus objetivos luego de recorrer cientos de kilómetros, el  desarrollo de decenas de combates victoriosos, la liberación de poblados y el arrebato de armas al enemigo, hasta llegar a su final en Mantua, Pinar del Río, el 22 de enero de 1896, exactamente tres meses después de iniciada en este histórico lugar.

Esta vez, España no pudo resistir. La fuerza del  Ejército Libertador Cubano quebrantó el poderío militar y económico colonial, cuya fuerza política y moral, también  desmoronada, la conducía a una inminente derrota.

Pero aquella gesta no concluyó tampoco con la victoria cubana. José Martí, máximo jefe de la guerra, había caído en combate en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895. Antonio Maceo, luego de cumplir los objetivos de la invasión y llevarla hasta su final, caería también el 7 de diciembre de 1896.

El escenario estaba listo para  la  intervención norteamericana de 1898, mediante la cual el gobierno de ese país cumpliría su voraz apetito de anexión. Tras esa contienda, calificada por Lenin como la primera guerra imperialista en la historia de la humanidad, Cuba pasaba, de colonia de España, a neocolonia de los Estados Unidos.

Tendrían que pasar 60 años para que el Ejército Rebelde, fundado, dirigido y conducido a la victoria por el Comandante en Jefe Fidel Castro, hiciera realidad los sueños independentistas por los cuales lucharon los mambises durante 30 años. Sólo la Revolución triunfante de enero de 1959, dignificó con su obra las ideas y la verticalidad del principal héroe de Baraguá, que hoy trascienden su época y se insertan en la nuestra con fuerza de presencia.

No es casualidad que el 19 de febrero del 2000, este escenario de la Protesta y del inicio de la Invasión hacia Occidente, lo fuera también de otro hecho inspirado en el viril legado maceísta: El Juramento de Baraguá.

Ese día patriótico,  nuestro pueblo reafirmó la unidad como arma principal de la victoria; la decisión de no concertar nunca pactos indignos con el enemigo, no rendirnos ni cansarnos en la lucha; defender la obra conquistada al precio de nuestra propia existencia; hacer que un ataque  a nuestro suelo tenga un precio impagable para el agresor, sin otra suerte para él que la expulsión tras un largo combate sin tregua y sin calma; mantener nuestra soberanía frente a todos los intentos anexionistas y acrecentar  nuestra Batalla de Ideas.

Nuestro pueblo, afirmó el Comandante en Jefe Fidel Castro, será un eterno Baraguá. Baraguá siempre como bandera y escudo. Juramento de revolucionarios. Juramento de pueblo.

En el espíritu de Baraguá tiene sus raíces nuestra Batalla de Ideas.

Hoy nuestro pueblo, con la entereza que aprendió de Antonio Maceo y ha hecho junto a Fidel y Raúl esta Revolución, está enfrascado en múltiples y decisivas batallas para aplicar los cambios necesarios en nuestra economía y nuestra sociedad, siempre  para fortalecer el socialismo, para hacerlo irreversible y evitar que vuelva a nuestra Patria el capitalismo salvaje que quiere imponernos de nuevo el enemigo.

Así, Cuba, con la frente cada día más alta, puede suscribir con Antonio Maceo, no sólo el  No nos entendemos del 15 de marzo de 1878, sino también sus últimas palabras, durante el holocausto de San Pedro: ¡Esto va bien!  Y a esa decisión también une nuestro pueblo la lección aprendida de Raúl de que frente al enemigo no habrá nunca ni conciliación, ni rendición, ni derrota, al igual que cumpliremos el principio fidelista de que somos un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie!

jueves, 12 de marzo de 2015

Agresión a Venezuela: camino hacia otro fracaso



.Orlando Guevara Núñez

El  Premio Nobel de ¿la Paz? Barack Obama, ha anunciado nuevas medidas de sanción contra el pueblo de Venezuela. Y ha declarado al gobierno de Nicolás Maduro como un peligro para la seguridad de los Estados Unidos.
En diciembre pasado, este mismo mandatario reconoció que el bloqueo a Cuba, con más de cinco décadas de aplicación, ha sido un fracaso, por lo cual anunció un cambio  que daría inicio al restablecimiento de relaciones diplomáticas con el gobierno cubano.
Habló de paz con Cuba, pero está incentivando la guerra con Venezuela. Desde luego, en el caso cubano de  lo que habla es de cambiar el método, no el fin.
Para cualquiera que tenga alguna noción sobre  el derecho de los pueblos a su soberanía y a escoger el sendero político, económico y social que les convenga, está claro que la posición del gobierno de los Estados Unidos contra Venezuela es totalmente arbitraria, ilegal, injerencista e inaceptable.
En el caso de Cuba, Obama heredó de otras administraciones el bloqueo, las agresiones, el intento de aislamiento y otras muchas medidas que él mismo ha calificado como inefectivas. En el caso de Venezuela, el presidente de los Estados está fomentando una política también absurda. ¿Habrá que esperar años de sufrimiento del pueblo venezolano, penurias económicas, sangre derramada, hasta que futuros presidentes norteamericanos  reconozcan un fracaso similar al de su política contra Cuba?
Me cuento entre quienes tienen la convicción de que el inicio de las conversaciones Cuba-Estados Unidos con el objetivo de reanudar sus relaciones diplomáticas es un hecho positivo; pero no es una dádiva al pueblo cubano, sino un victoria de éste, ganada con la firmeza, los principios y el sacrificio de más de medio siglo. Y me cuento también entre quienes confían en que el pueblo venezolano será capaz- como lo está siendo- de agregar una nueva victoria contra la agresividad y el desprecio del imperio norteamericano en nuestra América, ya en marcha indetenible hacia su verdadera y definitiva independencia.
Tal vez, si el gobierno norteamericano mirara más hacia adentro, hacia su propio territorio, hacia su propio sistema, podría darse cuenta de donde está el verdadero peligro, no para su pueblo, sino para quienes se erigen sobre él y –en su nombre- se creen con el derecho de sojuzgar a los demás,en cualquier lugar del mundo.