Liberar a los cuatro héroes cubanos que permanecen prisioneros en los Estados Unidos, no equivale a otorgarles perdón, sino a pedirles perdón por la injusticia cometida contra ellos. Están presos por ser antiterroristas, por ser cubanos, por defender a su pueblo contra los ataques de los terroristas anticubanos que radican en Estados Unidos y desde allí actúan con impunidad y apoyo para alargar la lista de crímenes contra nuestro pueblo. Obama no fue quien engendró esa injusticia, pero la ha apoyado y mantenido.
jueves, 12 de septiembre de 2013
miércoles, 11 de septiembre de 2013
Las razones de los Cinco
.Orlando Guevara Núñez
Los cinco cubanos presos injustamente- desde hace 15 aaños- en cárceles de
los Estados Unidos, tuvieron razones suficientes para infiltrarse entre los
grupos terroristas que desde ese país fraguan planes para destruir a la Revolución,
asesinar a nuestros dirigentes y regresar a Cuba el capitalismo salvaje ya
trascendido por el socialismo.
Esa historia comenzó desde el mismo triunfo de la
Revolución cubana, cuando aún su
carácter socialista no había sido proclamado.
El 17 de marzo de 1960, fue aprobado por el gobierno
de Dwight D. Eisenhower el llamado Proyecto
de acción encubierta contra el régimen de Castro. Y el 18 de enero de 1962,
se aprobó también el Proyecto Cuba,
con 32 tareas de guerra encubierta, que tendrían aplicación mediante la
conocida Operación Mangosta, con los
más brutales métodos de terror y crimen contra el pueblo cubano.
Centenares de ataques piratas por aire y mar,
formación de bandas contrarrevolucionarias organizadas, entrenadas, armadas y
dirigidas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), infiltraciones de
agentes, sabotajes y otros actos hostiles, forman parte de esta bochornosa
historia.
Datos recogidos en la Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de los Estados Unidos por daños
humanos, de los cuales es responsable ese Estado agresor y terrorista-
documento emitido en mayo de 1999- demuestran el vandalismo de esa poderosa
nación llamada civilizada contra un pueblo pequeño cuyo delito único es
defender su libertad y no someterse a los dictámenes imperiales.
Tal como lo reconoció el entonces Inspector General
de la CIA, para fraguar sus planes en Cuba contaban, en enero de 1960, con 40
personas, cifra que ascendió a 588 en abril de 1961. Una de sus aspiraciones siempre
fracasadas ha sido la de crear una oposición interna capaz de triunfar frente a
la Revolución.
Solo desde septiembre de 1960 hasta marzo de 1961,
fueron realizadas en Cuba 12 operaciones aéreas para el transporte de armas,
municiones, explosivos y otros medios para sabotajes, armar bandas mercenarias
y cometer numerosos crímenes contra obreros, campesinos, maestros y personas
humildes, entre ellas ancianos, mujeres y niños.
Entre 1959 y 1965, fueron creadas y actuaron en
disímiles puntos del país, 299 bandas con 3 995 mercenarios. Miles de
combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, del Ministerio del
Interior y de las Milicias Nacionales Revolucionarias, integradas
principalmente por obreros, campesinos y estudiantes, desarticularon esos
grupos y los eliminaron por completo en 1965. La pérdida de la vida de 549
patriotas y centenares de heridos, fue el costo para Cuba.
Una de las páginas más sangrientas de las agresiones
del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, fue la invasión de Playa Girón,
en abril de 1961. Unos 1 500 mercenarios
reclutados, entrenados, armados,
financiados, dirigidos y transportados hasta nuestro suelo con medios del
gobierno yanqui, desembarcaron con el objetivo de crear aquí una cabeza de
playa, donde proclamarían una jefatura que sería apoyada por la intervención
norteamericana. Su destrucción en menos de 72 horas por las fuerzas cubanas,
con su Comandante en Jefe Fidel Castro al frente, pulverizó la macabra
intención.
Fue una invasión dotada de poderosos recursos, que
costó al gobierno de los Estados Unidos- más bien a los contribuyentes de ese
país, una suma superior a los 45 millones de dólares.
Los mercenarios fueron apoyados por 16 aviones de
combate B-26, seis aviones de transporte del tipo C-46 y ocho C-54; dos
aparatos anfibios tipo Catalina, cinco tanques Sherman del tipo M-41, con
cañones de 76 milímetros y diez carros blindados y artillados con
ametralladoras 50, más 75 bazucas, 60 morteros de diversos calibres y 21
cañones sin retroceso de 75 y 57 milímetros, portaban 44 ametralladoras calibre
50 y 39 calibre 30, entre pesadas y ligeras. A este arsenal se sumaban ocho
lanzallamas, 22 000 granadas de mano, 108 fusiles automáticos Browning, 470
subametralladoras M-3, y 635 fusiles Garand y carabinas M-1, además de 465
pistolas y otras armas ligeras.
.No eran armas para liberar a Cuba, sino para
asesinar a cubanos y reinstalar en el poder a quienes habían sido expulsados
por el pueblo tras una guerra que derrotó a la tiranía respaldada por el
gobierno de los Estados Unidos, causante, durante siete años, de la muerte de
más de 20 000 cubanos. Entre los “patriotas” venían esbirros de la tiranía,
asesinos, latifundistas, grandes propietarios y elementos corrompidos, con el
fin de recuperar sus privilegios. Un
total de 176 muertos y más de 300 heridos fue el costo para Cuba de esa brutal
agresión.
Antes de ese hecho, se había producido el sabotaje
al vapor francés La Coubre, en la capital cubana. Esta embarcación traía armas
para la defensa del país contra las agresiones de que era objeto. El 4 de marzo
de 1960, murieron allí 101 cubanos y seis marinos franceses.
El 6 de octubre de 1976, un bárbaro sabotaje derribó
en pleno vuelo a un avión de Cubana de Aviación, causando la muerte de 73
personas, entre ellas 57 cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos. El crimen está
todavía impune, mientras sus responsables andan sueltos en los Estados Unidos,
donde son tratados como héroes.
Solo enmarcados en el llamado Proyecto Cuba, hasta enero de 1963, fueron desarrolladas 5 780
acciones terroristas contra nuestro país, entre éstas 716 sabotajes de
envergadura contra instalaciones industriales.
La asombrosa cifra de 637 planes para asesinar al Comandante en Jefe Fidel
Castro, forman parte de la criminal política norteamericana para destruir a la
Revolución. Esa es la cifra conocida. ¿Cuántas aún no lo son?
Entre 1962 y 1994, fueron ejecutadas contra Cuba 13
498 provocaciones procedentes de la ilegal Base Naval de Guantánamo, las que
también costaron sangre y vidas a nuestro pueblo.
En total, durante estas agresiones, sabotajes, actos
terroristas y otros medios violentos promovidos, organizados, financiados y
protegidos por el gobierno terrorista de los Estados Unidos, 3 478 cubanos han
perdido la vida y otros 2 099 resultaron heridos y con daños irreversibles para
su salud.
Muchos de los causantes de esos crímenes, escaparon
hacia los Estados Unidos y allí fueron acogidos. Para ese gobierno, asesinar a
la población cubana, lejos de ser un crimen, es un mérito reconocido y bien
pagado.
Esa política no ha cesado aún. Al contrario, se
incentiva. Puede decirse que desde 1959 hasta hoy, cada presidente
norteamericano ha sumado su cuota de deshonra a este crimen.
Si todas esas agresiones proceden del territorio de
los Estados Unidos, si es allí donde se fraguan, financian y apoyan, si es esa
la guarida segura de los terroristas que contra Cuba actúan, ¿Quién puede
objetar la presencia allí de Gerardo, Ramòn, Antonio, Fernando y René, nuestros
cinco héroes para preservar la integridad de nuestro pueblo? ¿Puede
considerarse delito que los patriotas cubanos hayan penetrado a grupos
terroristas para desentrañar y desbaratar planes criminales como los que han
costado miles de vidas a nuestro país, además de la pérdida de cuantiosos
recursos económicos? La labor de ellos no fue contra el gobierno de los Estados
Unidos, sino contra la mafia terrorista.
Los datos y hechos aquí expuestos, son razones que
respaldan a los Cinco. Ellos – menos René que cumplió la injusta condena- sufren
prisión por ser antiterroristas y por ser cubanos. Los verdaderos terroristas
están sueltos por sus crímenes contra Cuba. Esa es la verdad que cada día se
abre pasos, hasta lograr que ellos regresen a al seno de su patria y de sus
familiares. Hasta que la mentira y el odio, cedan paso a la razón y a la
justicia.
martes, 3 de septiembre de 2013
René González: Que Cuba se llene de cintas amarillas el 12 de septiembre
Alocución de René González, Luchador antiterrorista y Héroe de la República de Cuba, en la TV el 3 de septiembre de 2013.
Queridos compatriotas:Ante todo les pido excusas por irrumpir en este momento. Sé lo que significa este espacio para la familia cubana y les prometo que seré breve, pero es necesario que esta alocución llegue a la mayor audiencia posible.
Como se sabe, el próximo 12 de septiembre se cumplirán 15 años de nuestros arrestos. Todos los años se hace una jornada tanto nacional como internacional para demandar que se nos haga justicia, pero queremos que la jornada que se realizará este año entre el cinco de septiembre y el seis de octubre sea una jornada única, sea una jornada especial, protagonizada por ustedes.
Quince años en la vida de un ser humano es mucho tiempo. Los hijos crecen, se convierten en hombres, en adolescentes; familiares fallecen y no están más con nosotros; y parte de la población cubana ha nacido en estos quince años.
Yo cumplí mi sentencia íntegramente, pero tenemos que impedir que eso suceda con mis cuatro hermanos por todo lo que implica y, aunque es duro decirlo, tenemos que recordar que eso para Gerardo implica que si los designios del gobierno norteamericano se cumplen, él moriría en la cárcel.
Durante estos años hemos tenido como protagonista del cariño al pueblo cubano. Ese cariño se ha manifestado de todas las formas posibles en las cartas, en los mensajes, en los dibujos de los niños y ese cariño es el que queremos que sea en esta ocasión el protagonista de la jornada.
Yo he tenido ocasión de sentirlo, de vivirlo, de palparlo, de experimentarlo en las calles de Cuba, de todas las formas posibles y en cualquier punto geográfico de la Isla y ese es el cariño que le estamos pidiendo que se manifieste en esta ocasión, donde ustedes lo hagan de la forma en que quieran, con toda la diversidad que nos caracteriza como cubanos y en la mejor manera que cada cual considere en su aula, en su centro de trabajo, en su barrio, en su proyecto comunitario, que puede ser capaz de manifestarlo.
Para la jornada se están preparando iniciativas que serán anunciadas, pero creemos que lo más importante es que cada uno de ustedes se una a esas iniciativas a su manera, de la forma en que considere que puede hacerlo.
Yo solo tengo para el pueblo una exhortación personal, que requiere de una historia. Yo quiero que este 12 de septiembre en el país se produzca un terremoto: un terremoto hermoso, un terremoto de amor, un mensaje del pueblo cubano al pueblo norteamericano a través de un símbolo que para el norteamericano medio es un símbolo de amor, es un símbolo de cariño y es un símbolo que ellos lograrán entender en su idioma; y ese símbolo es la cinta amarilla.
Quiero que el doce de septiembre el país se llene de cintas amarillas y que el visitante o el corresponsal extranjero que esté en la Isla no puedan ignorarlo. Que ese día la Isla de Cuba se sacuda y aparezcan cintas amarillas en los árboles, en los balcones, en las personas, como quiera que se les ocurra usarlas, en las mascotas, como ustedes lo decidan, que esas cintas amarillas llenen al país y que no pueda ser ignorado, que no pueda dejarse de reportar al mundo que el pueblo cubano está esperando por cuatro de sus hijos que están presos en Estados Unidos.
La cinta amarilla es un símbolo que ha entrado en la cultura del norteamericano, que se inició durante la Guerra Civil inglesa cuando las esposas de los combatientes los esperaban con cintas amarillas.
Luego fue transmitido a la Guerra Civil de los Estados Unidos y a través del tiempo con sus altas y sus bajas, ha ido cambiando de significación hasta que en los años setenta del siglo pasado una canción que hizo época la volvió a poner en la cultura norteamericana.
La canción es una hermosa historia de un preso que está al salir de la cárcel y que lo único que le pide a su prometida es que si aún lo ama, ponga una cinta amarilla en un árbol. A través de la letra, de la lírica de la canción, se va desarrollando la ansiedad de ese hombre que va a salir de la cárcel y su espera por saber si en el árbol va a estar la cinta amarilla y cuando él llega al lugar lo que ve en el árbol son cien cintas amarillas.
A partir de ese momento esa cinta se ha convertido en un símbolo para el norteamericano que espera a alguien en una misión en el exterior, que espera a un soldado, que espera a un ser querido y ese es el mensaje que queremos que ustedes le hagan llegar al pueblo norteamericano: que sepan que el pueblo cubano está esperando a cuatro de sus hijos. Que no es solamente la familia, que no es solamente quien los conoce personalmente, sino que hay un país, hay un pueblo que está esperando a cuatro de sus hijos injustamente encarcelados en los Estados Unidos.
Contamos con ustedes para eso, confiamos en ustedes. Queremos que sea una jornada distinta y también queremos que sea la última jornada y creo que este es el momento de traerlos a casa y para eso contamos con el apoyo de ustedes.
Muchas gracias.
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