.Orlando Guevara Núñez
Los cinco cubanos presos injustamente- desde hace 15 aaños- en cárceles de
los Estados Unidos, tuvieron razones suficientes para infiltrarse entre los
grupos terroristas que desde ese país fraguan planes para destruir a la Revolución,
asesinar a nuestros dirigentes y regresar a Cuba el capitalismo salvaje ya
trascendido por el socialismo.
Esa historia comenzó desde el mismo triunfo de la
Revolución cubana, cuando aún su
carácter socialista no había sido proclamado.
El 17 de marzo de 1960, fue aprobado por el gobierno
de Dwight D. Eisenhower el llamado Proyecto
de acción encubierta contra el régimen de Castro. Y el 18 de enero de 1962,
se aprobó también el Proyecto Cuba,
con 32 tareas de guerra encubierta, que tendrían aplicación mediante la
conocida Operación Mangosta, con los
más brutales métodos de terror y crimen contra el pueblo cubano.
Centenares de ataques piratas por aire y mar,
formación de bandas contrarrevolucionarias organizadas, entrenadas, armadas y
dirigidas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), infiltraciones de
agentes, sabotajes y otros actos hostiles, forman parte de esta bochornosa
historia.
Datos recogidos en la Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de los Estados Unidos por daños
humanos, de los cuales es responsable ese Estado agresor y terrorista-
documento emitido en mayo de 1999- demuestran el vandalismo de esa poderosa
nación llamada civilizada contra un pueblo pequeño cuyo delito único es
defender su libertad y no someterse a los dictámenes imperiales.
Tal como lo reconoció el entonces Inspector General
de la CIA, para fraguar sus planes en Cuba contaban, en enero de 1960, con 40
personas, cifra que ascendió a 588 en abril de 1961. Una de sus aspiraciones siempre
fracasadas ha sido la de crear una oposición interna capaz de triunfar frente a
la Revolución.
Solo desde septiembre de 1960 hasta marzo de 1961,
fueron realizadas en Cuba 12 operaciones aéreas para el transporte de armas,
municiones, explosivos y otros medios para sabotajes, armar bandas mercenarias
y cometer numerosos crímenes contra obreros, campesinos, maestros y personas
humildes, entre ellas ancianos, mujeres y niños.
Entre 1959 y 1965, fueron creadas y actuaron en
disímiles puntos del país, 299 bandas con 3 995 mercenarios. Miles de
combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, del Ministerio del
Interior y de las Milicias Nacionales Revolucionarias, integradas
principalmente por obreros, campesinos y estudiantes, desarticularon esos
grupos y los eliminaron por completo en 1965. La pérdida de la vida de 549
patriotas y centenares de heridos, fue el costo para Cuba.
Una de las páginas más sangrientas de las agresiones
del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, fue la invasión de Playa Girón,
en abril de 1961. Unos 1 500 mercenarios
reclutados, entrenados, armados,
financiados, dirigidos y transportados hasta nuestro suelo con medios del
gobierno yanqui, desembarcaron con el objetivo de crear aquí una cabeza de
playa, donde proclamarían una jefatura que sería apoyada por la intervención
norteamericana. Su destrucción en menos de 72 horas por las fuerzas cubanas,
con su Comandante en Jefe Fidel Castro al frente, pulverizó la macabra
intención.
Fue una invasión dotada de poderosos recursos, que
costó al gobierno de los Estados Unidos- más bien a los contribuyentes de ese
país, una suma superior a los 45 millones de dólares.
Los mercenarios fueron apoyados por 16 aviones de
combate B-26, seis aviones de transporte del tipo C-46 y ocho C-54; dos
aparatos anfibios tipo Catalina, cinco tanques Sherman del tipo M-41, con
cañones de 76 milímetros y diez carros blindados y artillados con
ametralladoras 50, más 75 bazucas, 60 morteros de diversos calibres y 21
cañones sin retroceso de 75 y 57 milímetros, portaban 44 ametralladoras calibre
50 y 39 calibre 30, entre pesadas y ligeras. A este arsenal se sumaban ocho
lanzallamas, 22 000 granadas de mano, 108 fusiles automáticos Browning, 470
subametralladoras M-3, y 635 fusiles Garand y carabinas M-1, además de 465
pistolas y otras armas ligeras.
.No eran armas para liberar a Cuba, sino para
asesinar a cubanos y reinstalar en el poder a quienes habían sido expulsados
por el pueblo tras una guerra que derrotó a la tiranía respaldada por el
gobierno de los Estados Unidos, causante, durante siete años, de la muerte de
más de 20 000 cubanos. Entre los “patriotas” venían esbirros de la tiranía,
asesinos, latifundistas, grandes propietarios y elementos corrompidos, con el
fin de recuperar sus privilegios. Un
total de 176 muertos y más de 300 heridos fue el costo para Cuba de esa brutal
agresión.
Antes de ese hecho, se había producido el sabotaje
al vapor francés La Coubre, en la capital cubana. Esta embarcación traía armas
para la defensa del país contra las agresiones de que era objeto. El 4 de marzo
de 1960, murieron allí 101 cubanos y seis marinos franceses.
El 6 de octubre de 1976, un bárbaro sabotaje derribó
en pleno vuelo a un avión de Cubana de Aviación, causando la muerte de 73
personas, entre ellas 57 cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos. El crimen está
todavía impune, mientras sus responsables andan sueltos en los Estados Unidos,
donde son tratados como héroes.
Solo enmarcados en el llamado Proyecto Cuba, hasta enero de 1963, fueron desarrolladas 5 780
acciones terroristas contra nuestro país, entre éstas 716 sabotajes de
envergadura contra instalaciones industriales.
La asombrosa cifra de 637 planes para asesinar al Comandante en Jefe Fidel
Castro, forman parte de la criminal política norteamericana para destruir a la
Revolución. Esa es la cifra conocida. ¿Cuántas aún no lo son?
Entre 1962 y 1994, fueron ejecutadas contra Cuba 13
498 provocaciones procedentes de la ilegal Base Naval de Guantánamo, las que
también costaron sangre y vidas a nuestro pueblo.
En total, durante estas agresiones, sabotajes, actos
terroristas y otros medios violentos promovidos, organizados, financiados y
protegidos por el gobierno terrorista de los Estados Unidos, 3 478 cubanos han
perdido la vida y otros 2 099 resultaron heridos y con daños irreversibles para
su salud.
Muchos de los causantes de esos crímenes, escaparon
hacia los Estados Unidos y allí fueron acogidos. Para ese gobierno, asesinar a
la población cubana, lejos de ser un crimen, es un mérito reconocido y bien
pagado.
Esa política no ha cesado aún. Al contrario, se
incentiva. Puede decirse que desde 1959 hasta hoy, cada presidente
norteamericano ha sumado su cuota de deshonra a este crimen.
Si todas esas agresiones proceden del territorio de
los Estados Unidos, si es allí donde se fraguan, financian y apoyan, si es esa
la guarida segura de los terroristas que contra Cuba actúan, ¿Quién puede
objetar la presencia allí de Gerardo, Ramòn, Antonio, Fernando y René, nuestros
cinco héroes para preservar la integridad de nuestro pueblo? ¿Puede
considerarse delito que los patriotas cubanos hayan penetrado a grupos
terroristas para desentrañar y desbaratar planes criminales como los que han
costado miles de vidas a nuestro país, además de la pérdida de cuantiosos
recursos económicos? La labor de ellos no fue contra el gobierno de los Estados
Unidos, sino contra la mafia terrorista.
Los datos y hechos aquí expuestos, son razones que
respaldan a los Cinco. Ellos – menos René que cumplió la injusta condena- sufren
prisión por ser antiterroristas y por ser cubanos. Los verdaderos terroristas
están sueltos por sus crímenes contra Cuba. Esa es la verdad que cada día se
abre pasos, hasta lograr que ellos regresen a al seno de su patria y de sus
familiares. Hasta que la mentira y el odio, cedan paso a la razón y a la
justicia.
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