lunes, 27 de febrero de 2017

Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de todos los cubanos



.Orlando Guevara Núñez



El 29 de mayo de 1870, fue fusilado por las tropas colonialistas españolas en Cuba, el patriota Oscar de Céspedes y Céspedes. Con 23 años de edad, había abandonado las aulas de la Universidad de La Habana, en la carrera de Derecho, para incorporarse a la gesta independentista iniciada el 10 de octubre de 1868.
Oscar, junto a otros patriotas, había sido hecho prisionero, junto a su esposa Manuela, tras un asalto español al campamento mambí de La Caridad, cercano al histórico poblado de Guáimaro.
El mando español, en esa ocasión, quiso utilizar el chantaje con el progenitor del joven Oscar, proponiendo la liberación del prisionero si el padre desistía de la lucha y abandonaba el país.
El padre de Oscar no era otro que Carlos Manuel de Céspedes, el máximo jefe del alzamiento revolucionario del 10 de Octubre, cuando dio libertad a sus esclavos y se lanzó a la lucha por la independencia cubana.
Siendo Presidente de la República, el máximo jefe independentista recibiò una carta del Mando español con la insultante propuesta. “En mi poder, prisionero por fuerzas a mi mando, su hijo, Oscar de Céspedes. En sus manos de usted queda su salvación, dígame por el punto que quiere embarcarse para darles absoluta garantía. Por el portador puede darme la contesta”.
Se ha dicho que, en realidad, esa proposición indigna se hizo cuando Oscar había sido fusilado. Una prueba más de la felonía colonial, que se había propuesto eliminar también al padre.
Entonces  la respuesta fue dada por la dignidad. “Primero perecerá toda mi familia y yo con ellos que traicionar a mi Patria. Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueren por nuestras libertades patrias”.
Fue ese el hecho de que hoy a Carlos Manuel de Céspedes se la conozca en Cuba como El Padre de la Patria. Oscar fue fusilado. Pero su padre ganó a millones de hijos que continúan venerándolo como el hombre que inició la Revolución continuada luego por José Martí y conducida al triunfo por el Comandante en Jefe Fidel Castro, el 1ro. de enero de 1959.
El 27 de febrero de 1874, en la localidad de San Lorenzo, Sierra Maestra, en desigual combate contra las tropas españolas, caería Carlos Manuel, legando a todos los cubanos la dignidad de no rendirse ante el enemigo y la disposición de morir de pie antes que vivir de rodillas.
Los cubanos recordamos a Oscar y a Carlos Manuel como un símbolo del espíritu inclaudicable de la familia cubana, en defensa de su libertad e independencia.

viernes, 24 de febrero de 2017

Raúl Castro y Juan Almeida: Estrellas insurrectas




.Orlando Guevara Núñez
El 27 de febrero de 1958, en un lugar cercano a San Lorenzo, en la Sierra Maestra, el Jefe del Ejército Rebelde, Fidel Castro, firmó el ascenso al grado de Comandante a los hasta entonces capitanes guerrilleros Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque.
Tanto Raúl como Almeida, habían combatido en el Moncada, sufrieron prisión después del asalto y luego de la amnistía lograda por la presión popular el 15 de mayo de 1955, marcharon al exilio en México, desde donde partieron  junto a Fidel como expedicionarios del yate Granma, desembarcando cerca de Playas Coloradas, en Niquero, el 2 de diciembre de 1956.
En la expedición, los dos venían como capitanes. Raúl como jefe del pelotón de retaguardia, mientras que Almeida tenía igual responsabilidad en el pelotón del centro. Ambos participaron en el combate de Alegría de Pío y luego de la dispersión tras la inicial derrota, se unieron de nuevo a Fidel para continuar la lucha guerrillera.
Cuando el máximo jefe de la Revolución logró reagrupar a una pequeña parte de los expedicionarios - un total de 18 - entre ellos estaban Raúl y Almeida. En los primeros 15 días, 21 de los 82 integrantes de la expedición habían caído
- tres en combate y 18 asesinados - , 22  habían sido hechos prisioneros y  21, evadiendo la feroz persecución, lograron salir de la zona de operaciones.
El 17 de enero de 1957, Raúl y Almeida participan en el combate de La Plata, primera victoria del naciente Ejército Rebelde sobre las fuerzas de la tiranía batistiana. Y cuando el 28 de mayo de ese mismo año se produce el combate de  El Uvero, allí están ellos, distinguiéndose entre los primeros. En la lista de los heridos figura Almeida.
Formados en la disciplina, fogueados en los combates y en las difíciles condiciones de la lucha guerrillera, los dos combatientes demuestran sus cualidades como jefes. Son así, sus méritos ganados, sus mejores avales no sólo para el ascenso al grado de Comandante, sino para recibir del máximo jefe rebelde la misión de conducir las columnas  que extenderían la lucha armada hacia otras zonas de la provincia oriental.
En la orden de ascenso a Raúl, apuntaría Fidel: “Se comunica por este medio que ha sido ascendido al grado de Comandante el Capitán Raúl Castro Ruz y se le nombra jefe de la Columna 6 que operará en el territorio montañoso situado al Norte de la provincia de Oriente, desde el Término Municipal de Mayarí al de Baracoa, quedando bajo su mando las patrullas rebeldes que operan en dicha zona” (…)
En el caso de Almeida, señala el Comandante en Jefe: “Se comunica por este medio que ha sido ascendido al grado de Comandante el Capitán Juan Almeida Bosque y se le nombra jefe de la Columna 3 que operará en el territorio de la Sierra Maestra, situado al este del poblado de María Tomasa, debiendo extender el campo de operaciones lo más lejos posible hacia esa dirección” (…)
Antes de Raúl y Almeida, el grado de Comandante del Ejército Rebelde, otorgado por el Comandante en Jefe, en la Sierra Maestra sólo lo poseía el Che, desde julio de 1957. Ernesto Guevara de la Serna, había venido en el Granma como Teniente jefe de Sanidad y comandó la Columna 4, primera que se desprendió de la Columna Uno José Martí, dirigida por Fidel.
Las columnas conducidas por Raúl y Almeida, dieron origen al Segundo Frente Oriental Frank País  y al Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, los que cumplieron sus misiones y fueron un puntal decisivo en la victoria.
Hoy  los patriotas cubanos nos sentimos orgullosos de que junto al recuerdo de Fidel y Almeida,  continuemos teniendo como conductor de nuestra obra a Raúl.
Es un día memorable aquel en que en los hombros de Raúl y Almeida, brillaron las  martianas estrellas insurrectas.
Estrellas sostenidas por quienes haciendo realidad los versos patrióticos de Raúl Gómez García al partir hacia el asalto al Moncada, sintieron en lo más hondo la sed enfebrecida de la Patria y pusieron en la cima del Turquino la Estrella Solitaria.

Homenaje a Martí y Fidel en el Santa Ifigenia




.Orlando Guevara Núñez
El aniversario 122 del inicio de la gesta independentista cubana organizada por José Martí, fue conmemorado en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, por un nutrido grupo de santiagueros y santiagueras que, en nombre de todo el pueblo, asistieron al Mausoleo que atesora los restos de su Héroe Nacional, máximo artífice de aquella contienda libertaria.
Combatientes de la Revolución cubana, pioneros, estudiantes, jóvenes de escuelas militares, integrantes de las organizaciones políticas, de masas, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, extendieron el homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro, cuyo recinto fúnebre está situado justamente al lado del Mausoleo Martiano.
El 24 de febrero de 1895, en Baire, localidad perteneciente a la actual provincia de Santiago de Cuba, un grupo de patriotas se alzó en armas contra el colonialismo español. En ese escenario tendría hoy también el homenaje popular a quienes enarbolaron el grito de ¡Libertad o Muerte! Otros alzamientos tuvieron lugar, ese mismo día, en disímiles lugares de la geografía cubana.
En  esta región oriental, el jefe de la insurrección fue el general Guillermo Moncada (Guillermón) quien, pese a su estado de gravedad por tuberculosis, no abandonó sus responsabilidades y marchó a la manigua, donde falleció el 5 de abril del mismo año.
La guerra necesaria, como la definió José Martí, se extendió a todo el país y de pequeños grupos iniciales, contó con un poderoso ejército que combatió sin tregua a las fuerzas  coloniales españolas, hasta hacerlas incapaces, desde el punto de vista militar, económico y moral, de sostener la lucha.
Pero aquel esfuerzo cubano, continuador de la primera Guerra de Independencia, iniciada el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua, con Carlos Manuel de Céspedes a la cabeza, no fue coronada por el triunfo, pues fue víctima de la intervención del gobierno de los Estados Unidos, lo que, al final, propició el paso de Cuba, de colonia de España, a neocolonia del Norte Revuelto y Brutal que nos desprecia, como lo señalara Martí, quien había ofrendado su vida en el campo de batalla, en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Almagro y comparsa se cogieron el... dedo con la puerta...





 .Orlando Guevara Núñez

El  Secretario General  de la Organización de Estados Americanos (0EA), para los cubanos MCY (Ministerio de Colonias Yanquis), Luis Almagro Lemes, vive con más de 55 años de atraso. Este individuo cree estar viviendo todavía en los primeros años de la década del 60 del pasado siglo, cuando esta organización, como instrumento servil del gobierno norteamericano y de las oligarquías dominantes en la mayoría de los países latinoamericanos, adoptaba acuerdos que iban siempre contra los intereses de los pueblos para preservar y afianzar la de los explotadores, corruptos y asesinos.
 Ahora se aparece este señor con la intención de venir a Cuba a recibir un "premio" por sus servicios en su especialidad: oponerse a los verdaderos intereses de los pueblos.
No es capaz el señor Almagro de asimilar la verdad histórica de que Cuba, el país sancionado primero y expulsado después de esa inmoral organización, hoy con la frente más alta, sigue siendo un ejemplo imposible de borrar y sigue brillando con luz propia en nuestro continente y más allá, mientras la OEA está más hundida en el desprestigio.
Recordamos que en aquella ocasión, el 4 de febrero de 1962, más de un millón de cubanos en la capital, en representación de todo el pueblo, aprobaron la Segunda  Declaración de La Habana. Cuba quedó aislada de los gobiernos sometidos al mandato de la OEA y del imperio del Norte, pero no pudo ser aislada de los pueblos.
Los cubanos, en patriótica respuesta, dijimos a una sola voz: Con OEA o sin OEA ganaremos la pelea. Y la ganamos. Y la seguimos ganando. Y la seguiremos ganando. Los aisladores de ayer, son los aislados de hoy. Pero es evidente que el vasallo imperial, además de desmemoriado, parece estar ciego para no ver esa realidad.
En nombre de los derechos humanos y de la democracia – pero sirviendo siempre a los culpables de que en el mundo existan tantos humanos sin derecho y tanta caricatura de democracia- no ha aprendido tampoco la lección cubana de que la dignidad y los principios no son ni negociables, ni discutibles, ni pueden ser burlados por quienes viven al margen de esos conceptos.
¡Qué poco conoce este individuo al gobierno y al pueblo de Cuba!
Pensar que ese maridaje con mercenarios y otros enemigos de la Revolución puede actuar con impunidad en Cuba, es sencillamente eso: desconocer quiénes somos y nuestra capacidad y moral para pulverizar tan groseras intenciones.
Que el actual “Ministro” de Colonias Yanquis y sus socios se cocinen en su propia salsa. Los cubanos seguimos adelante, haciendo más revolución, más socialismo y erigiéndonos, cada día, como un baluarte más invencible de la libertad, la independencia y la soberanía, palabras que alguien pudiera explicar en su contenido a quien y quienes, evidentemente, no las tienen en sus diccionarios.
A decir de buen cubano, el señor Almagro y comparsa se cogieron... el dedo con la puerta...

De la prédica martiana: La fórmula del amor triunfante



.Orlando Guevara Núñez

El 26 de noviembre de 1891  nuestro Héroe Nacional, José Martí, pronunció en el Liceo Cubano de Tampa, Cayo Hueso, un discurso donde legó a los cubanos de ahora- y de todos los tiempos- enseñanzas que forman parte de una doctrina política que guió a este pueblo a la lucha por su liberación primero, y después  a la edificación y defensa de una obra en la cual están plasmados sus sueños de independencia y de justicia.
El propio título que identifica ese memorable discurso, fue objetivo revolucionario antes del triunfo del 1ro. de enero de 1959 y práctica consecuente  a partir de esa fecha: Con todos y para el bien de todos.
Así, la unidad  de los cubanos ha sido decisiva. Todos  hemos luchado por una misma causa. Todos por el bien de todos. Es ese un pilar fundamental que sostiene a la nación.  De Martí seguimos el camino:
“Su derecho de hombres es lo que buscan los cubanos en su independencia; y la independencia se ha de buscar con alma entera de hombre”.
La Ley Suprema cubana, la Constitución, está inspirada y refrenda un ideal martiano plasmado en su discurso en el Liceo Cubano de Tampa:
 “Porque si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serían falaces e inseguros, ese sería el bien que yo prefiriera: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.
En cuanto a los deberes con la Patria, los cubanos hemos demostrado, antes y después de la victoria de enero, la fidelidad a otro principio expresado por nuestro Apóstol en la ocasión citada:
“De altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella”. Ese sentimiento se ha extendido más allá de nuestras fronteras, asimilando otra enseñanza del Maestro aquel 26 de noviembre de 1891:   “En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre”.
Con esa prédica, convertida en práctica, los cubanos hemos marchado a disímiles latitudes del mundo a ofrendar nuestra sangre, a salvar vidas, a aliviar y prevenir males, a  combatir el analfabetismo, y a contribuir a que la dignidad plena del hombre se transforme de quimera en realidad para millones de seres humanos, aunque no hayan nacido ni vivan en nuestro suelo.
“O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos”.  Siguiendo ese precepto martiano, nuestra República se sostiene, libre y soberana, por el decoro de sus hijos.
Hemos  alcanzado la justicia para todos y es un objetivo elevar cada día a un sitial más alto esa justicia. Así cumplimos con el sueño del Maestro:
¡Es el sueño mío, es el sueño de todos; las palmas son novias que esperan: y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas!
“(…) Alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos! Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: "Con todos, y para el bien de todos".
Esa es y seguirá siendo por siempre, la fórmula del amor triunfante de la Revolución cubana.