.Orlando Guevara Núñez
El 16 de febrero de 1903,
mediante un “convenio”, léase una imposición del gobierno de los Estados Unidos
al sumiso presidente Tomás Estrada Palma, Cuba arrendaba a ese país tierras
“para estaciones carboneras y navales”. Esa fue la génesis de la Base Naval
norteamericana en Guantánamo, territorio usurpado a nuestro país durante todo
este tiempo, y convertido hoy en una prisión donde la tortura y la muerte han
sido un método brutal contra prisioneros
de varios países, acusados de terroristas, sin ni siquiera ser juzgados.
El apetito imperial iba mucho
más allá. Pretendieron propiedades de este tipo- además- en Nipe, Cienfuegos y
Bahía Honda. Solo la actitud viril de cubanos dignos opuestos a ese robo,
impidió un mal mayor. Al inicio, Guantánamo y Bahía Honda fueron los
territorios incluidos, quedando luego excluido el último y permaneciendo Guantánamo en
calidad de arriendo, no de venta ni concesión.
El artículo tercero de ese “convenio” estipulaba
que “En tanto las dos partes contratantes no se pongan de acuerdo para la
modificación o abrogación de las estipulaciones del Convenio firmado por el
Presidente de la República de Cuba, el 16 de febrero de 1903, y por el
Presidente de los Estados Unidos de América el 23 del mismo mes y año (…)
seguirán en vigor las estipulaciones de ese Convenio en cuanto a la Estación
Naval de Guantánamo”.
Han pasado 114 años desde
aquella imposición. Desde el mismo triunfo de la Revolución de enero de 1959,
Cuba, en ejercicio de su soberanía, ha reclamado al gobierno de los Estados
Unidos la devolución de ese pedazo de territorio, ilegalmente ocupado.
Los gobiernos imperialistas,
desde esa fecha, no sólo se han negado a la devolución, sino que durante muchos
años convirtieron esa instalación militar en un medio para combatir a la
Revolución. Sólo entre 1962 y 1994, desde esa posesión yanqui, fueron
ejecutadas 13 498 provocaciones contra Cuba, entre éstas las que costaron la
vida a los soldados cubanos Ramón López Peña y Luis Ramírez López.
Es conocido por el pueblo de
Cuba que la cuota pagada por los Estados Unidos por ese territorio ascendió a
unos 2 000 dólares al año. Y se conoce también que a partir de 1959 Cuba no ha
hecho efectivo ninguno de esos cheques y los conserva para exponerlos algún día
en un museo que recogerá la vergonzosa apropiación ilícita de una porción de
nuestro territorio, cuando ésta regrese a su verdadero dueño: el pueblo cubano.
Los cubanos continuamos
enarbolando la demanda sobre la devolución de la Base Naval de Guantánamo. Su
mantenimiento por la fuerza, es una prueba más de la falta de seriedad del
gobierno de los Estados Unidos, de su prepotencia, su naturaleza agresiva y su
desprecio hacia las normas internacionales relacionadas con la soberanía de las
naciones.
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