domingo, 27 de septiembre de 2015

El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz intervino la mañana de este sábado en la cumbre de la ONU sobre los objetivos de desarrollo sostenible 2015-2030. Lea a continuación el discurso completo:


Estimados jefes y jefas de Estado y de Gobierno:
Distinguidos jefes y jefas de delegaciones:
Señor Secretario General de las Naciones Unidas:
Señor Presidente:
La inestabilidad en numerosas regiones tiene sus raíces en la situación de subdesarrollo en que viven dos tercios de la población mundial.
Los avances, quince años después de adoptados los Objetivos de Desarrollo del Milenio, son insuficientes y desigualmente distribuidos. Persisten, e incluso se agravan en muchos casos, niveles inaceptables de pobreza y desigualdad social, incluso en las propias naciones industrializadas. La brecha entre el Norte y el Sur y la polarización de la riqueza se incrementan.
Constatamos que estamos aún muy lejos de contar con una verdadera asociación mundial para el desarrollo.
No menos de 2 mil 700 millones de personas en el mundo viven en la pobreza. La tasa global de mortalidad infantil en menores de cinco años, sigue siendo varias veces la de los países desarrollados. La mortalidad materna en las regiones en desarrollo es 14 veces más alta que en aquellos.
En medio de la actual crisis económica y financiera, los acaudalados y las compañías transnacionales se hacen cada vez más ricos, y aumentan dramáticamente los pobres, los desempleados y las personas sin casa debido a crueles políticas llamadas “de austeridad”. Oleadas de inmigrantes desesperados arriban a Europa huyendo de la miseria y de los conflictos que otros desataron.
Los medios para implementar la Agenda, sin compromisos medibles ni calendarios, no son proporcionales al alcance de sus 17 objetivos de desarrollo sostenible.
Si queremos un mundo habitable, de paz y concordia entre las naciones, de democracia, justicia social, dignidad y respeto a los derechos humanos de todos, tendríamos que adoptar cuanto antes compromisos tangibles en materia de ayuda al desarrollo y solucionar el problema de la deuda ya pagada varias veces. Habría que construir otra arquitectura financiera internacional, eliminar el monopolio tecnológico y del conocimiento, y cambiar el orden económico internacional vigente.
Los países industrializados debieran aceptar su deuda histórica y ejercer el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”. No puede esgrimirse como pretexto la falta de recursos cuando se invierten 1,7 millones de millones de dólares anuales en gastos militares, sin cuya reducción no serán posibles el desarrollo ni una paz estable y duradera.
Sr. Presidente:
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos, la apertura de embajadas y los cambios que el presidente Barack Obama ha declarado en la política hacia nuestro país constituyen un importante avance, que ha concitado el más amplio apoyo de la comunidad internacional.
Sin embargo, persiste el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, por más de medio siglo, el cual causa daños y privaciones al pueblo cubano, es el principal obstáculo para el desarrollo económico de nuestro país, afecta a otras naciones por su alcance extraterritorial y continúa perjudicando los intereses de los ciudadanos y las compañías estadounidenses. Esta política es rechazada por 188 Estados miembros de las Naciones Unidas que demandan ponerle fin.
Pese a todo, Cuba cumplió los Objetivos de Desarrollo del Milenio y brindó su cooperación a otros países en desarrollo en varios sectores, lo que continuaremos haciendo en la medida de nuestras modestas posibilidades.
No renunciaremos jamás a la dignidad, la solidaridad humana y a la justicia social, que son convicciones profundas de nuestra sociedad socialista.
Muchas gracias.

(Tomado de Cubadebate)

sábado, 19 de septiembre de 2015

Discurso del Papa Francisco en la ceremonia de bienvenida en el Aeropuerto Internacional José Martí, de La Habana, el sábado 19 de septiembre de 2015.


Señor Presidente,
Distinguidas Autoridades,
Hermanos en el Episcopado,
Señoras y señores:
Muchas gracias, Señor Presidente, por su acogida y sus atentas palabras de bienvenida en nombre del Gobierno y de todo el pueblo cubano. Mi saludo se dirige también a las autoridades y a los miembros del Cuerpo diplomático que han tenido la amabilidad de hacerse presentes en este acto.
Al Cardenal Jaime Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana, a Monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba y Presidente de la Conferencia Episcopal, a los demás Obispos y a todo el pueblo cubano, les agradezco su fraterno recibimiento.
Gracias a todos los que se han esmerado para preparar esta visita pastoral. Quisiera pedirle a Usted, Señor Presidente, que transmita mis sentimientos de especial consideración y respeto a su hermano Fidel. A su vez, quisiera que mi saludo llegase especialmente a todas aquellas personas que, por diversos motivos, no podré encontrar y a todos los cubanos dispersos por el mundo.
Este año 2015 se celebra el 80 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la República de Cuba y la Santa Sede. La Providencia me permite llegar hoy a esta querida Nación, siguiendo las huellas indelebles del camino abierto por los inolvidables viajes apostólicos que realizaron a esta Isla mis dos predecesores, san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sé que su recuerdo suscita gratitud y cariño en el pueblo y las autoridades de Cuba. Hoy renovamos estos lazos de cooperación y amistad para que la Iglesia siga acompañando y alentando al pueblo cubano en sus esperanzas y preocupaciones, con libertad y con medios y espacios necesarios para llevar el anuncio del Reino hasta las periferias existenciales de la sociedad.
Este viaje apostólico coincide además con el I Centenario de la declaración de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba, por Benedicto XV. Fueron los veteranos de Guerra de la Independencia, movidos por sentimientos de fe y patriotismo, quienes pidieron que la Virgen mambisa fuera la patrona de Cuba como nación libre y soberana. Desde entonces, Ella ha acompañado la historia del pueblo cubano, sosteniendo la esperanza que preserva la dignidad de las personas en situaciones más difíciles y abanderando la promoción de todo aquello que dignifica al ser humano. Su creciente devoción es testimonio visible de la presencia de la Virgen en el alma del pueblo cubano. En estos días tendré ocasión de ir al Cobre, como hijo de peregrino, para pedirle a nuestra Madre por todos sus hijos cubanos y por esta querida Nación, para que transite por los caminos de justicia, paz, libertad y reconciliación.
Geográficamente, Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los caminos, con valor extraordinario como “llave” entre el norte y el sur, entre el este y el oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro para que todos los pueblos se reúnan en amistad, como soñó José Martí, “por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares” (La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, en Obras escogidas II, La Habana 1992, 505). Ese mismo fue el deseo de san Juan Pablo II con su ardiente llamamiento a que “Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba” (Discurso en la ceremonia de llegada, 21-1-1998, 5).
Desde hace varios meses, estamos siendo testigos de un acontecimiento que nos llena de esperanza: el proceso de normalización de las relaciones entre dos pueblos, tras años de distanciamiento. Es un signo de una victoria de la cultura del encuentro, del diálogo, del “sistema del acrecentamiento universal… por sobre el sistema, muerto para siempre, de dinastía y de grupos” (José Martí, ibíd..). Animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino y a desarrollar todas sus potencialidades como prueba del alto servicio que están llamados a prestar a favor de la paz y el bienestar de sus pueblos, de toda América, y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero. El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de Tercera Guerra Mundial.
Pongo estos días bajo la intercesión de la Virgen de la Caridad del Cobre, de los beatos Olallo Valdés y José López Piteira y del venerable Félix Varela, gran propagador del amor entre los cubanos y entre todos los hombres, para que aumenten nuestros lazos de paz, solidaridad y respeto mutuo.
Nuevamente, muchas gracias, Señor Presidente.

(Tomado de CubaDebate)

Raúl Castro: En nombre de este noble pueblo, le doy la más calurosa bienvenida.





Discurso de bienvenida del presidente Raul Castro al Papa Francisco
Aeropuerto internacional “José Martí”, La Habana
19 de septiembre de 2015
Santidad:
El pueblo y el Gobierno cubanos lo reciben con profundos sentimientos de afecto, respeto y hospitalidad.
Nos sentimos muy honrados con su visita. Podrá apreciar que amamos profundamente nuestra Patria, por la que somos capaces de realizar los más grandes sacrificios. Nos ha guiado siempre el ejemplo de los próceres de Nuestra América, quienes nos legaron dignidad, valentía y generosidad. Por ellos hemos sabido practicar el axioma martiano de que Patria es Humanidad.
El encuentro memorable que sostuvimos en mayo pasado, en la Ciudad del Vaticano, brindó la oportunidad de intercambiar ideas acerca de algunos de los asuntos más importantes del mundo en que vivimos.
Los pueblos de la América Latina y el Caribe se han propuesto avanzar hacia su integración, en defensa de la independencia, la soberanía sobre los recursos naturales y la justicia social.
Sin embargo, nuestra región sigue siendo la más desigual en la distribución de la riqueza. En el continente, Gobiernos legítimamente constituidos que trabajan por un futuro mejor, se enfrentan a numerosos intentos de desestabilización.
Hemos seguido con mucha atención sus pronunciamientos. La exhortación apostólica “La Alegría del Evangelio”, acerca de los temas sociales, y la carta encíclica “Alabado Seas”, referida al futuro y el cuidado del planeta y la Humanidad, me han motivado profunda reflexión. Serán referentes para la próxima Cumbre sobre la Agenda de Desarrollo Post-2015, que tendrá lugar en la ONU en el presente mes, y la XXI Conferencia Internacional acerca del Cambio Climático que se celebrará, en diciembre, en París.
Comienzan a tener un eco creciente en el mundo su análisis de las causas de estos problemas y el llamado a la salvaguarda del planeta y la supervivencia de nuestra especie; al cese de la acción depredadora de los países ricos y las grandes transnacionales, a la eliminación de los peligros que se ciernen para todos en materia de agotamiento de los recursos y pérdida de la biodiversidad.
Como bien su Santidad señala: “La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo”.
El Líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en 1992, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en Río de Janeiro, planteó la necesidad de salvar a la humanidad de la autodestrucción, distribuir mejor la riqueza, el conocimiento, la ciencia y las tecnologías, para el desarrollo sostenible, “hacer desaparecer el hambre y no el hombre”, afirmó.
El sistema internacional actual es injusto e inmoral. Ha globalizado el capital y convertido en su ídolo al dinero. Hace de los ciudadanos meros consumidores. En vez de difundir el conocimiento y la cultura, los enajena con reflejos y patrones de conducta promovidos por medios que solo sirven a los intereses de sus dueños, las corporaciones transnacionales de la información.
La profunda y permanente crisis se descarga con brutal crudeza sobre los países del Tercer Mundo. Tampoco escapan de ella los excluidos en el mundo industrializado, las minorías, los jóvenes desempleados y los ancianos desvalidos, los que buscan refugio del hambre y los conflictos. Ofende la conciencia humana lo que ocurre con los inmigrantes y los pobres. Estos son los indignados del mundo que claman por sus derechos y el fin de tanta injusticia.
Santidad:
En sus palabras a los dos encuentros mundiales de los Movimientos Populares en octubre del pasado año en Ciudad del Vaticano y julio del presente, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, reiteró la necesidad de practicar la solidaridad y luchar unidos contra las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, por la dignidad del hombre y se refirió al derecho a la tierra, al techo y al trabajo.
Para conquistar esos derechos, entre otros, se gestó la Revolución cubana. Por ellos, reclamó Fidel en su histórico alegato de defensa conocido como “La Historia me Absolverá”.
Para lograr una sociedad más justa y solidaria hemos trabajado con sumo esfuerzo y asumido los mayores riesgos desde el triunfo revolucionario.
Lo hemos hecho bloqueados, calumniados, agredidos, con un alto costo de vidas humanas y grandes daños económicos. Fundamos una sociedad con equidad y justicia social, con amplio acceso a la cultura y apego a las tradiciones y a las ideas más avanzadas de Cuba, de América Latina, el Caribe y del mundo.
Millones de personas han recobrado su salud con la cooperación cubana: 325 mil 710 colaboradores han trabajado en 158 países; hoy, cincuenta mil 281 trabajadores cubanos de la salud prestan sus servicios en 68 naciones. Gracias al programa “Yo sí puedo”, 9 millones 376 mil personas han sido alfabetizadas en 30 estados; y más de 68 mil estudiantes extranjeros, de 157 países, se han graduado en Cuba.
Avanzamos resueltamente en la actualización de nuestro modelo económico y social para construir un socialismo próspero y sostenible, centrado en el ser humano, la familia y la participación libre, democrática, consciente y creadora de toda la sociedad, en especial de los jóvenes.
Preservar el socialismo es garantizar la independencia, soberanía, desarrollo y bienestar de la Nación. Tenemos la más firme decisión de enfrentar todos los retos para alcanzar una sociedad virtuosa y justa, con altos valores éticos y espirituales. Como señaló el venerable presbítero Félix Varela, “…queremos que las generaciones futuras hereden de nosotros la dignidad de los hombres y recuerden lo que cuesta recuperarla para que teman perderla…”
La unidad, identidad e integración regional deben ser defendidas. La Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno durante la Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, celebrada en La Habana en enero de 2014, consagra un conjunto de compromisos de vital importancia, como la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza de nuestra región; no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos; fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones; y respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones.
Para Cuba, los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas tienen plena vigencia. Solo el respeto a estos puede garantizar la paz y la seguridad internacionales crecientemente amenazadas.
Conocimos con sumo interés las palabras de Su Santidad en el marco de la conmemoración del 70 aniversario de los ataques nucleares contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
La existencia de las armas nucleares es una amenaza contra la supervivencia misma de los seres humanos y una afrenta a los principios éticos y morales que deben regir las relaciones entre las naciones. Su uso significaría la desaparición de la civilización humana. Abogar por el desarme, y muy particularmente por el desarme nuclear, no solo es un deber sino un derecho de todos los pueblos del mundo.
Santidad:
Hemos agradecido su apoyo al diálogo entre los Estados Unidos y Cuba. El restablecimiento de relaciones diplomáticas ha sido un primer paso en el proceso hacia la normalización de los vínculos entre ambos países que requerirá resolver problemas y reparar injusticias. El bloqueo, que provoca daños humanos y privaciones a las familias cubanas, es cruel, inmoral e ilegal, debe cesar. El territorio que usurpa la Base Naval en Guantánamo debe ser devuelto a Cuba. Otros asuntos deben ser también dirimidos. Estos justos reclamos son compartidos por los pueblos y la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo.
Conmemoramos este año, Santidad, el 80 Aniversario de relaciones ininterrumpidas entre la Santa Sede apostólica y Cuba, que son buenas y se desarrollan favorablemente sobre la base del respeto mutuo.
El Gobierno y la Iglesia Católica en Cuba mantienen relaciones en un clima edificante, al igual que ocurre con todas las religiones e instituciones religiosas presentes en el país, que inculcan valores morales que la Nación aprecia y cultiva. Ejercemos la libertad religiosa como derecho consagrado en nuestra Constitución.
Damos a la presencia de Su Santidad en nuestra Patria todo su significado. Será trascendente y enriquecedor para la Nación su encuentro con un pueblo trabajador, instruido, abnegado, generoso, con profundas convicciones, valores patrióticos, dispuesto a continuar su heroica resistencia y a construir una sociedad que garantice el pleno desarrollo, de mujeres y hombres, con dignidad y justicia.
En nombre de este noble pueblo, le doy la más calurosa bienvenida.
Muchas gracias.
http://www.cubadebate.cu/wp-content/plugins/wp-print/images/print.gif
 (Tomado de Cubadebate)

jueves, 17 de septiembre de 2015

26 de septiembre de 1960 Fidel en la ONU: principios vigentes



.Orlando Guevara Núñez
El presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Raúl Castro, pronunciará un discurso en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) el próximo 28 de septiembre. Hace 55 años, con solo dos días de diferencia-el 26 de igual mes- esa tribuna fue ocupada por el Comandante en Jefe Fidel Castro. La presencia de Fidel en la ONU en aquella ocasión marcó un hito en el enfrentamiento, en el seno de esa organización, de los países  pequeños al imperialismo y al colonialismo. Hoy a más de medio siglo, las palabras del máximo dirigente cubano ganan fuerza de presencia.
La Revolución no tenía aún dos años de vida. Pero era ya víctima de las agresiones, las amenazas, los crímenes y los intentos de destrucción dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el gobierno de los Estados Unidos quienes apoyaron en todo a los  criminales y  ladrones desplazados del poder el  1ro. de enero de 1959.
Fidel, como es costumbre, habló con claridad, expuso con valentía la política de la Revolución, fustigó al imperialismo, al colonialismo, y defendió no solo el derecho de Cuba, sino el de los  preteridos  pueblos de América, sumidos muchos de ellos, en el dominio de feroces dictaduras.
En el caso cubano, reseñó la lucha independentista del siglo XIX contra el poder colonial español y cómo Estados Unidos escamoteó la victoria a nuestro pueblo con una intervención militar que frustró sus ideales libertarios. Así, mediante una ley aprobada en Estados Unidos, se impuso a Cuba la Enmienda Platt, el derecho de ese país a intervenir en el nuestro y arrendar –léase apropiarse- de territorios para estaciones navales y carboneras. De ahí nació la todavía ilegal Base Naval de Guantánamo. O Cuba aceptaba esa humillación, o la intervención militar no tendría fin.
“Entonces comenzó la nueva colonización de nuestra patria, la adquisición de las mejores tierras de cultivo por las compañías norteamericanas; concesiones de sus recursos naturales, sus minas; concesiones de los servicios públicos, para la explotación de los servicios públicos; concesiones comerciales, concesiones de todo tipo, que unidas al derecho constitucional —constitucional a la fuerza— de intervenir en nuestro país, convirtieron a nuestra patria, de colonia española en colonia norteamericana”.
A Cuba la gobernaba la Embajada de los Estados Unidos en La Habana. “No nos da vergüenza tener que proclamarlo, porque frente a esa vergüenza está el orgullo de poder decir, ¡que hoy ninguna embajada gobierna nuestro pueblo, que a nuestro pueblo lo gobierna el pueblo!  Así lo expresó Fidel, palabras que provocaron uno de los 25 aplausos a su histórico discurso.
Para analizar las condiciones de miseria que encontró la Revolución cubana al llegar al poder, el Comandante en Jefe dijo que sólo existían 70 millones de pesos en la reserva nacional, de 500 cuando el tirano Batista inició su último mandato. Y reseñó las primeras leyes revolucionarias en beneficio del pueblo, como fueron la rebaja de los alquileres en un 50 por ciento, la de anulación de las concesiones a la Compañía de Teléfonos, propiedad monopólica norteamericana, la de rebaja de las tarifas eléctricas, y la Ley de Reforma Agraria. Se estableció también la Ley de Minas, obligando a los monopolios a pagar un 25 por ciento de impuesto por las exportaciones minerales.
Al referirse al pago por indemnización a las propiedades nacionalizadas – tema hoy en la mesa de conversaciones entre Cuba y Estados Unidos- Fidel  desbarató mentiras y desentrañó la esencia del problema. Nuestro país estuvo dispuesto al pago, pero Estados Unidos, poniendo la prepotencia por encima de la ley y de la razón, obstaculizó ese propósito. Así lo expuso nuestro máximo dirigente:
“¿Qué nos planteó el Departamento de Estado norteamericano, como aspiraciones de sus intereses afectados?  Tres cosas: el pronto pago..., "pago pronto, eficiente y justo".  ¿Ustedes entienden ese idioma?  "Pago pronto, eficiente y justo.”  Eso quiere decir: "Pago ahora mismo, en dólares y lo que nosotros pidamos por nuestras fincas".  Cuba tenía que escoger entre hacer o no hacer la Reforma Agraria. Y la Reforma Agraria se hizo.
Al explicar esa verdad, Fidel aseguró: “Por supuesto, nadie crea que vamos a entonar aquí un "mea culpa".  Ningún "mea culpa".  Nosotros no le tenemos que pedir perdón a nadie.  Lo que hemos hecho, lo hemos hecho muy conscientes, y sobre todo muy convencidos de nuestros derechos a hacerlo”. Aasegurando, además, que “La colonia tenía que estar sometida a la metrópoli y si la colonia tomaba medidas para liberarse, la metrópoli tomaría medidas para aplastarla”.
Allí, en su propia cara, los agresores, que habían negado que los vuelos piratas contra Cuba salían desde bases norteamericanas, Fidel desenmascaró la mentira con una breve sentencia:
“Eso quiere decir dos cosas:  o bien que el gobierno de Estados Unidos miente al pueblo de Estados Unidos y Estados Unidos está indefenso frente a incursiones aéreas, o el gobierno de Estados Unidos era cómplice de esas incursiones aéreas”.
Al referirse a las denuncias hecha por Cuba ante la ONU sobre las agresiones norteamericanas, Fidel analizó cómo este organismo encargó a la Organización de Estados Americanos (OEA) una investigación, pero no hubo resultados favorables, pues no fue defendido el país pequeño agredido, sino que se le hizo el juego a la potencia agresora, oprobio consumado el mes anterir en San José de Costa Rica. Sobre ese hecho, aseguró Fidel en la ONU: “Y frente a la indefensión en que quedó nuestra patria en la reunión de Costa Rica...  Por eso nosotros nos sonreímos, porque la historia juzgará ese episodio”. Y ya la historia juzgó y dio su dictamen a favor de Cuba.
Pero dijo más Fidel sobre el tema: “Nuestro pueblo que ha aprendido en esta escuela de los últimos acontecimientos internacionales, sabe que a última hora, cuando su derecho ha sido negado, cuando sobre él se enciman las fuerzas agresivas, le queda el recurso supremo y el recurso heroico de resistir, cuando su derecho no sea garantizado ni en la OEA ni en la ONU”. Y esa verdad también la ha confirmado la historia.
Ahora cuando es tema de actualidad el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, vale recordar lo planteado por Fidel en la ONU, hace 11 lustros.
“Hasta aquí nos hemos referido a los problemas de nuestro país.  ¿Por qué esos problemas no se han resuelto?  ¿Acaso porque nosotros no queremos resolverlos?  No.  El gobierno de Cuba siempre ha estado dispuesto a discutir sus problemas con el gobierno de Estados Unidos, pero el gobierno de Estados Unidos, no ha querido discutir sus problemas con Cuba, y sus razones tendrá para no querer discutir los problemas con Cuba”.
“Aquí mismo está la nota enviada por el Gobierno Revolucionario de Cuba al gobierno de Estados Unidos, el 27 de enero de 1960”.  Dice:
"Las diferencias de opinión que pueden existir entre ambos gobiernos como sujetas a negociaciones diplomáticas, pueden resolverse, efectivamente, mediante tales negociaciones.  El gobierno de Cuba está en la mejor disposición para discutir sin reservas y con absoluta amplitud todas esas diferencias y declara expresamente que entiende que no existen obstáculos de clase alguna que impidan la realización de esas negociaciones a través de cualquiera de los medios e instrumentos tradicionalmente adecuados a ese fin.  Sobre la base del respeto mutuo y recíproco beneficio con el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos, desea el gobierno de Cuba mantener e incrementar las relaciones diplomáticas y económicas y entiende que sobre esa base es indestructible la amistad tradicional entre los pueblos cubano y norteamericano."
El 22 de febrero de ese mismo año:
"El Gobierno Revolucionario de Cuba, acorde con su propósito de reanudar por los canales diplomáticos las negociaciones ya iniciadas sobre los asuntos pendientes entre Cuba y Estados Unidos de Norteamérica, ha decidido nombrar una comisión con atribuciones al efecto, para comenzar sus gestiones en Washington en la fecha que convenga a ambas partes.
"El Gobierno Revolucionario de Cuba desea aclarar, sin embargo, que la reanudación y desenvolvimiento ulterior de dichas negociaciones, tienen necesariamente que estar supeditadas a que por el gobierno o el Congreso de vuestro país, no se adopte medida alguna de carácter unilateral que prejuzgue los resultados de las negociaciones antes mencionadas o que pueda irrogar perjuicios a la economía o al pueblo cubano.  Parece obvio añadir que la adhesión del gobierno de vuestra señoría a este punto de vista no solo contribuiría al mejoramiento de las relaciones entre nuestros respectivos países, sino que también reafirmaría el espíritu de fraternal amistad que ha ligado y liga a nuestros pueblos.  Permitiría, además, que ambos gobiernos pudieran examinar en una atmósfera serena y con las más amplias miras, las cuestiones que han afectado las tradicionales relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica."
¿Cuál fue la respuesta del gobierno de Estados Unidos?
"El gobierno de los Estados Unidos no puede aceptar las condiciones para negociar expresadas en la nota de su Excelencia, al efecto de que no se tomarán medidas de carácter unilateral por parte del gobierno de los Estados Unidos que puedan afectar la economía cubana y la de su pueblo, ya sea por las ramas legislativa o ejecutiva.  Como ha expresado el presidente Eisenhower en enero 26, el gobierno de Estados Unidos debe mantenerse libre, en ejercicio de su propia soberanía, para tomar los pasos que considere necesarios, consciente de sus obligaciones internacionales para la defensa de los legítimos derechos o intereses de su pueblo.
"Es decir – comentó Fidel - que el gobierno de Estados Unidos no se digna discutir con el pequeño país, que es Cuba, sus diferencias en las relaciones.
Todavía hoy, muchos personeros imperiales,  medios de comunicación a su servicio  y periodistas serviles por ellos pagados se empeñan en tergiversar esta verdad. No menos  divulgados por esos círculos son las intenciones demagógicas de “devolver la libertad y la democracia a Cuba y ayudar al puebl o cubano”. Tales falacias fueron enérgicamente desenmarcadas por Fidel, al tiempo que denunció las verdaderas intenciones imperiales, expuestas en palabras de sus propios  representantes:
"Las fuerzas que luchan por la libertad en el exilio y en las montañas de Cuba, deben ser sostenidas y ayudadas; y en otros países de América Latina debe mantenerse confinado el comunismo, sin permitirle que se expanda."
Este tema de la guerra motivó al Comandante en Jefe para hacer una afirmación aún con plena vigencia para las aspiraciones de una paz verdadera:
“Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas.  ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra!  ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!”
“Y la guerra es un negocio.  Hay que desenmascarar a los que negocian con la guerra, a los que se enriquecen con la guerra.  Hay que abrirle los ojos al mundo, y enseñarle quiénes son los que negocian con el destino de la humanidad, los que negocian con el peligro de la guerra, sobre todo cuando la guerra puede ser tan espantosa que no queden esperanzas de liberación, de salvarse, al mundo”.
Una diáfana posición política, con plena vigencia para la Revolución cubana,  resonó aquel 26 de septiembre de 1960 en la ONU, dicha por Fidel y respaldada por su pueblo:
“Estamos, en fin, con todas las nobles aspiraciones de todos los pueblos.  Esa es nuestra posición.  Con todo lo justo estamos y estaremos siempre: contra el coloniaje, contra la explotación, contra los monopolios, contra el militarismo, contra la carrera armamentista, contra el juego a la guerra.  Contra eso estaremos siempre.  Esa será nuestra posición”.
“Y, para finalizar – aseveró Fidel -  cumpliendo lo que entendemos como un deber nuestro, traer al seno de esta Asamblea la parte esencial de la Declaración de La Habana.  Ustedes saben que la Declaración de La Habana fue la respuesta del pueblo de Cuba a la Carta de Costa Rica”.
"La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.
"En consecuencia, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, proclama ante América" —y lo proclama aquí ante el mundo:
"El derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su trabajo; el derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el derecho de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica; el derecho de los negros y los indios a la 'dignidad plena del hombre'; el derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política; el derecho del anciano a una vejez segura; el derecho de los intelectuales, artistas y científicos a luchar, con sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a la nacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos nacionales; el derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo; el derecho de las naciones a su plena soberanía, el derecho de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas, y armar a sus obreros" —porque en esto nosotros tenemos que ser armamentistas, en armar a nuestro pueblo para defendernos de los ataques imperialistas—, "campesinos, estudiantes, intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados, para que defiendan, por sí mismos, sus derechos y sus destinos."
“Algunos querían conocer cuál era la línea del Gobierno Revolucionario de Cuba.  Pues bien, ¡esta es nuestra línea!”
La ovación que despidió a Fidel aque día en la ONU, fue tan calurosa e histórica como su propio discurso.
Después de 55 años, el mismo escenario, problemas de mayor trascendencia y una continuada posición de principios de la Revolución cubana. Cierto que ahora  existe un proceso de diálogo para llegar a un normal desarrollo de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, pero el andamiaje de leyes y medidas imperiales contra nuestro país –encabezado  por el bloqueo económico, comercial y financiero- sigue en pie.
En lugar de Fidel, estará Raúl. Y como ayer y hoy, junto a ellos, presente y con  voz  propia, estará el principal protagonista de esta historia, el pueblo cubano.