.Orlando Guevara Núñez
Un día, buscando conocer más de cerca la dimensión
humana y revolucionaria de Camilo Cienfuegos, acudí a una persona con posibilidades y autoridad
para describir esa imagen. Y accedió con gusto a la
conversación de la cual quedó testimonio en las páginas del periódico Granma.
Se trataba del capitán Lázaro Soltura, combatiente
junto a él en la Sierra Maestra, y ayudante del héroe luego del triunfo de la
Revolución.
Me hizo anécdotas sobre el Camilo guerrillero, sobre
su carácter alegre, bromista, su fidelidad a Fidel, sus interminables jornadas
de trabajo ya liberado el país. Y los últimos momentos antes de salir para
Camagüey, viaje del cual no pudo regresar.
Muchas de esas historias son ya conocidas. Por eso
escojo solo una, reveladora de su personalidad, más allá de sus dotes militares
y sus hazañas guerrilleras.
Estaban en la Sierra Maestra. Y explica Lázaro que una visita de un
norteamericano a las montañas, coincidía con el cumpleaños de Fidel. El visitante
le obsequió al Jefe de la Revolución
tabacos y unas botellas de whisky. Y desde ese mismo momento, Camilo
comenzó a planear cómo “compartir el homenaje”.
Afirmó que un primer paso fue argumentarle al jefe
que no debía consumir esos regalos, por un problema de seguridad. El plan
falló, al obtener la respuesta de que había confianza en que nada malo
sucedería.
Pero Camilo no se dio por vencido. Y trazó otra
“estrategia”. Fue entonces que por la noche, un dúo integrado por el mismo
Camilo y Lázaro, ofreció una serenata a Fidel. Contó el testimoniante que al
poco rato, Fidel se levantó y salió. En sus manos, los tabacos y el whisky. Y al
ofrecerlos al “cantante” solo le dijo: “Camilo,
te saliste con la tuya”. Y la verdadera fiesta fue después de la serenata.
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