Durante todas las etapas de lucha del pueblo cubano por su libertad e independencia, la juventud cubana desempeñó un papel protagónico. No dejó nunca de luchar. Y en cada momento supo estar a la altura de su tiempo. Diversas organizaciones estudiantiles, cívicas, socialistas, religiosas y otras muchas, aglutinaban a miles de jóvenes que se enfrentaban a la opresión y defendían sus derechos a vivir felices en la tierra que los vio nacer.
Esta lucha se incrementó contra la dictadura de Fulgencio Batista, que sumió al país en la más brutal opresión, el crimen y la carencia de derechos. El 10 de abril de 1952, diversas organizaciones juveniles cubanas difundieron su Mensaje a la Juventud, donde denunciaban a quienes un mes antes habían asaltado el poder de forma ilegal.
La denuncia llamaba a la juventud y al pueblo a enlutar la bandera cubana, a que en cada casa y cada pecho de cubano se pusiera un crespón negro por el dolor de la Constitución violada, y su convocatoria era precisa: Luchemos todos unidos cumpliendo los apotegmas del Apóstol Martí: ¡Juntarse, he ahí la palabra de orden! ¡Los derechos no se mendigan, se exigen!
Del 26 al 28 de enero de 1953, sesionó en la capital cubana el Congreso Martiano y por los Derechos de la Juventud, tras un largo camino preparatorio que movilizó a miles de jóvenes. La convocatoria había sido firmada por más de 300 representantes de la juventud cubana de disímiles tendencias políticas, ideológicas, credos y extracción social.
En el informe a ese Congreso, se puntualizó que “Nosotros sufrimos el escamoteo de nuestra independencia. Esta situación responsabiliza a la actual generación con la tarea histórica de coronar la obra iniciada por el mambisado; rescatar la economía de Cuba, hacer a nuestra Patria realmente libre, independiente y soberana”. Un miembro del Comité Permanente de ese Congreso, con solo 22 años de edad, asistió en marzo de 1953, a la Conferencia Internacional de Viena. A su regreso, fue apresado y golpeado por los agentes de la tiranía. Su nombre, Raúl Castro Ruz.
Vendrían luego otros momentos gloriosos, como fueron el asalto del 26 de julio de 1953, el desembarco del Granma, la lucha en la Sierra Maestra, en la clandestinidad, hasta la mañana gloriosa del 1ro. de enero de 1959. Y siempre, en primera línea de combate, la juventud cubana.
Fue esa la victoria la que creó las condiciones para que los jóvenes cubanos pudieran unirse en una sola organización que representara los intereses no de grupos, personas o sectores, sino de todos, como parte indivisible del pueblo.
La integración del movimiento juvenil cubano fue un acto unitario de mucha trascendencia para la Revolución. El 28 de enero de 1960 se había informado la creaciòn la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), dependiente del Departamento de Instrucción del Ejército Rebelde, bajo el mando entonces del Comandante Ernesto Che Guevara, con el objetivo de defender la Revolución e integrar a ella a la juventud revolucionaria cubana.
Durante su Primera Plenaria Nacional, celebrada del 21 al 24 de octubre de ese mismo año, la AJR cesó como organización semi militar y se convirtió en una organización con cabida para todos los jóvenes revolucionarios.
En esa ocasión, el 21 de octubre de 1960, se unieron en una misma organización - que continuó con el nombre de Asociación de Jóvenes Rebeldes- las organizaciones juveniles del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, del Partido Socialista Popular y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, junto a otras que, como la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) asumieron también el proceso de unidad.
Desde ese momento la juventud cubana hizo suyas trascendentes y heroicas tareas políticas, económicas y sociales que la ubicaron en el destacamento de vanguardia revolucionaria. El estudio, el trabajo y el fusil, fueron su lema de combate.
El 4 de abril de 1962, la Asociación de Jóvenes Rebeldes, como expresión de su desarrollo y de sus firmes objetivos transformadores, cambió su nombre por el de Unión de Jóvenes Comunistas.
Así, el 21 de octubre es fecha memorable para la juventud cubana, símbolo de unidad, de patriotismo y de protagonismo en la historia de luchas de nuestro pueblo. Símbolo de una fortaleza que está llamada a continuar creciendo para consolidar y preservar la obra redentora de la Revolución.
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