.Orlando Guevara Núñez
En
un anterior relato nos referimos a los personajes que durante la etapa de
preparación militar para la salida hacia Angola, se trazaban como meta ser
bautizados con un nombre de guerra. Y escogimos como protagonista a El Médico, quien a última hora sufrió
la misma “dolencia” de su supuesto paciente.
Pero
es digno de mención otro caso que obtuvo un nombre de guerra sin proponérselo.
Ese compañero, oriundo de la región villaclareña, no
desaprovechaba una ocasión para imprimirle una nota de humor cubano a los
problemas más serios. Era admirado y querido por todos. Y todos correspondían a
sus bromas y su carácter jovial durante la etapa de preparación en Cuba. Igual sucedió
en Angola, porque este compañero, al contrario de El Mèdico, sí fue a la misión.
¿Cómo
surgió ese nombre de guerra, causante de que en pocos dìas la mayoría de los
compañeros no recordáramos el verdadero nombre de este combatiente?
Todo
muy sencillo. En medio del entrenamiento para una guerra, se hablaba mucho de
la posibilidad de la muerte; pero èl no tomaba muy en serio este problema y
cuando bromeaba con algún compañero, augurándole que seguramente lo iban a
matar en Angola, simplemente le decía:
- ¡A
ti te van a dar mortadella! Y refiriéndose
a él mismo, la afirmación entonces era de manera inversa.
- ¡A mí si no hay quien me dé mortadella! No he encontrado manera alguna de relacionar
la mortadella con la muerte, pero lo cierto fue que èl hizo de ambas palabras
un sinònimo. Y de ahí surgió su mote: Mortadella.
Era
un hombre de estatura media, corpulenta, de constitución fuerte; y además de
por sus bromas, se caracterizaba por un apetito prodigioso. Hubo muchos
momentos en los que los demás combatientes lo fastidiaban con el problema del
“buen comer”, ante lo cual él respondía siempre sonriente:
-
Hay que aprovechar ahora, porque cuando lleguemos allá, nadie sabe a quien le
van a dar mortadella.
Ya
en Angola, todo transcurrió sin novedad, hasta que un dìa le tocó a Mortadella salir a cumplir una misión
junto a un grupo de compañeros y fueron objeto de una emboscada.
Cuando
comenzó el ataque, todos los combatientes se tiraron de los vehículos y desde
su posición en las cunetas ripostaron la agresión. Pero Mortadella estuvo poco tiempo tendido. Se levantó y combatió de
pie, en la misma carretera, sin hacer caso a las voces de sus compañeros que lo
llamaban a tirarse al suelo para protegerse contra el fuego enemigo. Su actitud
valerosa contribuyó a que los contrarios se replegaran sin pérdidas por nuestra
parte.
Después
de aquel episodio, Mortadella se
convirtió en un personaje más célebre de lo que era. Y cuando alguien le
preguntaba sobre la emboscada, lejos de obtener una detallada explicación sobre
lo sucedido y cómo él habìa actuado, sólo escuchaba del combatiente una
afirmación que justificaba aún más su “nombre de guerra”: Oiga, compadre, ¡no joda! ¡Por poco me dan
mortadella”.
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