miércoles, 10 de noviembre de 2021

Lo que no son capaces de entender los enemigos de la Revolución cubana

 

Orlando Guevara Núñez

A los insolentes gobernantes yanquis y a los mercenarios que, dentro y fuera de Cuba, pretenden crear las condiciones para una agresión armada a nuestro país, vale recordar que este pueblo sabe bien de dónde viene, dónde está y hacia dónde va.

Podrán crear líderes en laboratorios, planes que solo fructificarán  en sus calenturientos cerebros, y albergar sueños que para ellos no tendrán más destino que un despertar de desilusiones, frustraciones y derrotas.

A esos aventureros, expertos en mentir y disfrazar de paz el más mezquino terrorismo, vale también recordarles que la conciencia y el patriotismo de este pueblo tiene raíces profundas en el pensamiento revolucionario de nuestros héroes.

Del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, aprendimos que el enemigo solo nos parecerá grande si nos acostumbramos a contemplarlo de rodillas. Nuestro Héroe Nacional,  José Martí, advirtió que no es lomo tranquilo el pueblo cubano y que quien se le siente encima, aunque sea con albarda adobada y sedosa, no tendrá tiempo de entrar  el pie al estribo. Y el Titán de Bronce, Antonio Maceo, nos  dejó el legado de que quien intente apoderarse de Cuba, solo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la lucha.

Del líder estudiantil comunista, Julio Antonio Mella, vilmente asesinado por orden de la dictadura machadista el 10 de enero de 1929, en México, aprendimos la consigna de triunfar o servir de trinchera a los demás, porque hasta después de muertos somos útiles, que nada de nuestra obra se pierde. Que son pasos triunfales y que la victoria nos llegará por inuctable  mandato de la historia. Del líder Antonio Guiteras,  asesinado por la tiranía batistiana, conocimos la disyuntiva  de que se sirve al imperialismo  yanqui o se sirve al pueblo.  Del  dirigente comunista Rubén Martínez Villena, cumplimos su sueño de hacer una carga para matar bribones y acabar la obra de la revolución. Para  vengar  a los muertos que padecían ultraje y limpiar la costra tenaz del coloniaje. Para que la República se mantuviera de sí y cumplir el sueño de mármol de Martí.

De nuestro inmortal Comandante en Jefe, Fidel Castro,  heredamos  la convicción de que nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie. De nuestro siempre querido Raúl, aprendimos la decisión inclaudicable de que frente al enemigo no habrá nunca ni conciliación, ni rendición, ni derrota.

Y suscribimos junto a nuestro presidente Miguel Díaz-Canel , que es bueno advertir al lumpen mercenario que lucra con el destino de todos, a los que piden “invasión ya”, a los que continuamente ofenden de palabra y de hecho a quienes no descansan, ¡que la paciencia de este pueblo tiene límites!  La virtud estará en saber cerrar filas en la defensa de la patria que nos confiaron quienes nos han precedido y nos han traído hasta el presente.

Con esas ideas como bandera, el pueblo cubano está en disposición y con la capacidad suficiente para enfrentar cualquier provocación agresión, amenazas y sanciones del imperio norteamericano y los mercenarios a su servicio, como dijera Raúl, con la fe inconmovible en la victoria.

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