.Orlando Guevara Núñez
Hace poco tiempo, escribí un artículo afirmando que el mayor peligro para la seguridad nacional de los Estados Unidos no eran los enemigos inventados por el gobierno de ese país, como Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua, entre otros acusados falsamente. Dije que el mayor enemigo era el propio presidente, que en ese momento aspiraba a una reelección.
Los acontecimientos actuales confirman mi criterio, compartido por muchos y objetado por otros.
Ahora las cosas están más claras. Trump es responsable de que millones de norteamericanos padezcan hoy los efectos de la Covid-19. Y de que cientos de miles hayan perdido la vida por esta pandemia que sigue devorando salud y vida y en esa nación.
Es responsable, a la vez, de que Estados Unidos enfrente hoy una crisis interna desde el punto de vista económico, donde millones de personas han perdido el empleo y engrosado las cifras de los pobres, mientras los ricos han incrementado sus arcas.
En el plano internacional, Estados Unidos ha perdido y sigue perdiendo terreno; incluso entre sus propios socios tradicionales; es que en el mundo de hoy, la mentira, el chantaje, las amenazas, la política de fuerza y las sanciones, lejos de dar autoridad a quienes las utilizan, se la restan.
Los resientes sucesos de la agresión contra el propio capitolio de los Estados Unidos, dirigida por Trump, es una prueba de la peligrosidad de este individuo. Borracho de prepotencia, y alimentado por sus intereses individuales, Trump ha puesto a su país al borde de una guerra civil. Y ese peligro no ha terminado, ni se vislumbra su fin.
Mientras tanto, silgue haciendo daño. Sigue mintiendo. Sigue fomentando el odio y la enemistad.
A un paso de permutar la Casa Blanca por el vertedero de la historia, Trump continúa como el presidente mayor enemigo de su país. En apenas la semana que le queda en el poder, no hay dudas de que algo cambie en él. Y si cambia, es seguro, será para mal.
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