.Orlando Guevara Núñez
En la política agresiva
norteamericana contra Cuba, dirigida siempre a la destrucción total de la
Revolución, la mentira ha sido un elemento insustituible. Los más burdos
embustes fabricados en los más altos niveles gubernamentales, han sido vendidos
como verdades a la opinión pública internacional.
Así sucedió en abril de 1961,
cuando se fraguó la invasión mercenaria por Playa Girón. Difundieron la mentira
de que en Cuba el pueblo estaba desesperado, ansioso de que llegaran los
invasores a liberarlo. Dijeron que la mitad de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias se sumarían a la rebelión contra la Revolución. Afirmaron que
la Fuerza Aérea y la Marina cubanas respaldarían a los “libertadores”.
La propaganda contra el
Gobierno Revolucionario no se quedaba atrás: las mentiras de que en Cuba se les
quitaban los hijos a los padres, que el comunismo intervenía todos los bienes a
las personas, que los religiosos eran perseguidos. El comunismo se pintaba como
un régimen de terror. Se habló sobre falsos levantamientos en distintos puntos
del país e innumerables hechos contrarrevolucionarios que solo existieron en la
mente de nuestros enemigos, llevados a la tinta y el papel en los principales
medios de difusión a su servicio.
Los cubanos, sin embargo,
creíamos no en lo que nos decía la propaganda enemiga, sino en lo que veíamos,
en lo que nos daba la Revolución, entre otras muchas cosas la oportunidad de
redimirnos por nosotros mismos, de construir nuestra propia felicidad.
Después de derrotada, en
menos de 72 horas la invasión mercenaria, los cubanos conocimos quiénes eran
los que venían a “salvarnos”. Los “héroes” fabricados por la Agencia Central de
Inteligencia y el gobierno de los Estados Unidos, estaban hechos en moldes del
crimen, de la explotación y otros componentes similares a los de sus
fabricantes.
He aquí algunos de esos
“libertadores” de procedencia cubana. Juzgue el lector.
Se enrolaron en la invasión
194 ex militares y esbirros que habían formado parte de la tiranía batistiana.
Muchos de ellos con numerosos crímenes contra los cuales los habían protegido
las autoridades norteamericanas.
Vinieron l00 latifundistas,
112 grandes comerciantes y 35 magnates industriales, con el propósito no de
liberar a los cubanos, sino de arrebatarles las propiedades que les había
devuelto la Revolución. Venían a quitarles la tierra a los campesinos, a
explotar a los obreros, a sumir de nuevo
a los cubanos en la miseria y la explotación.
Entre los libertadores
formaron parte de la invasión mercenaria 67 casa tenientes, 24 grandes
propietarios, 179 personas acomodadas económicamente. Y un elemento que no
podía faltar, los lumpens, 112, que no trabajaban, y pretendían volver a vivir
en Cuba a costa del sudor del pueblo.
Esos, con el pleno respaldo
de otros que en Estados Unidos quedaron sin atreverse a venir en la invasión,
fueron nuestros frustrados “libertadores”. Por la parte cubana, pelearon
obreros, campesinos y estudiantes integrados a las Milicias Nacionales
Revolucionarias, combatientes de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional
Revolucionaria. Peleó el pueblo uniformado.
Cuba derrotó esa invasión en
menos de 72 horas, a un costo de 157 muertos y más de 300 heridos. Los
mercenarios tuvieron unos 89 muertos y 1 197 prisioneros. La jefatura de los
mercenarios huyó sin combatir.
Después de la victoria cubana
en Playa Girón, mucho se ha escrito sobre ese hecho glorioso para Cuba y
vergonzoso para los Estados Unidos.
La rápida derrota de los
mercenarios, impidió la proyectada creación de un gobierno provisional que
daría paso a la intervención norteamericana en Cuba. A partir de esa victoria, afirmó
el Comandante en Jefe Fidel Castro, los pueblos de América Latina fueron un
poco más libres.
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