.Orlando Guevara Núñez
La juventud cubana ha tenido un papel protagónico en
todas las grandes epopeyas por la libertad e independencia de la patria. Desde
Céspedes hasta Fidel, nuestra historia ha sido forjada con el sacrificio y la
sangre de generaciones de jóvenes. La heroicidad y el martirologio de ellos,
son el cimiento de la obra que hoy tenemos, engrandecemos y defendemos.
Este 4 de abril, como todos los años, nuestros jóvenes y
niños estarán de fiesta: es la fecha de fundación de la Unión de Jóvenes
Comunistas y de la Organización de Pioneros José Martí. Pero esa fecha tiene
raíces que, si no se conocen, sería imposible comprender, en toda su
dimensión, la grandeza de ambas organizaciones.
Aquel histórico día de 1962, la organización juvenil
cubana cambió de nombre. De Asociación de Jóvenes Rebeldes, pasó a
nombrarse Unión de Jóvenes Comunistas. Ese momento fue expresión de una nueva
etapa histórica. El Comandante en Jefe Fidel Castro, al clausurar el evento
fundacional, definiría así la trascendencia del cambio:
“¿Es acaso un extremismo bautizar la organización
juvenil con el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas? ¡No! ¡No!
Porque precisamente, la función de esa organización es formar jóvenes que
tengan una actitud comunista ante la sociedad y ante la vida; de formar jóvenes
que han de vivir en una sociedad nueva, en una sociedad distinta, en una
sociedad diferente a la sociedad en que hemos vivido. La misión de esa
organización es formar jóvenes capaces de construir esa sociedad y de
vivir en esa sociedad.”
Pero llegar a ese día había requerido trascender una
etapa gloriosa de la juventud cubana. Puede decirse que el 4 de abril de 1962,
le brotaron ramas a una simiente sembrada y abonada con sacrificio y lucha de
nuestros jóvenes.
En ese tránsito, hubo momentos trascendentes que tienen
su lugar bien ganado en la historia del movimiento juvenil cubano. Uno fue el
28 de enero de 1960. Ese día, el Comandante Ernesto Che Guevara haría pública
la creación de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), nacida como una
organización semi-militar, subordinada al Departamento de Instrucción del
MINFAR, cuyo jefe era el propio Che.
En sus inicios, la AJR agrupó a jóvenes desmovilizados
del Ejército Rebelde y a otros de entre 13 y 18 años de edad, carentes de
empleo. Luego se extendió a quienes mostraran disposición de construir y
defender la Revolución. Miles de jóvenes acudieron al llamado. Y
surgieron como respuesta a la convocatoria de Fidel, las Brigadas Juveniles de
Trabajo Revolucionario, antecesoras de los actuales Comités de Base de la UJC.
Grandes, difíciles y heroicas tareas cumplió la AJR. Ella
fue fragua de hombres y mujeres revolucionarios. Fragua de combatientes y
cuadros. Y –me atrevo a asegurarlo- fragua de comunistas, adelantándose
al nombre.
Pero la visión de Fidel condujo a la organización a
superiores peldaños. Era necesaria, imprescindible para la Revolución, la
unidad de todas las organizaciones juveniles en una sola. Y ese objetivo tuvo
un momento cumbre el 21 de octubre de 1960, al cristalizar la fusión del
movimiento juvenil cubano. En la AJR se abrazaron las principales
agrupaciones existentes en el país. Entre éstas, las secciones juveniles del
Movimiento Revolucionario 26 de Julio, del Directorio Revolucionario “13 de
Marzo” y del Partido Socialista Popular, sumadas, aunque manteniendo su
identidad, la FEU y el estudiantado de la Segunda Enseñanza.
Pienso que esa fecha es de imprescindible recuerdo en la
historia de la juventud cubana. Durante algunos años, la UJC la honraba
entregando, como estímulo a los militantes más destacados en todas sus tareas,
el “Sello 21 de Octubre”.
Así creció y se fortaleció la AJR. Con el lema de
Estudio, Trabajo y Fusil, unió a miles de jóvenes de entre 14 y 25 años
de edad. Se acrecentó su papel en la defensa, en tareas económicas y otros
muchos otros frentes de lucha. Una obra trascendente fue la creación de las Patrullas
Juveniles, en las cuales se agruparon niños y adolescentes de entre 7 y 14 años
de edad, las que dieron paso, el 4 de abril de 1961, anunciada por Fidel,
a la Unión de Pioneros Rebeldes (UPR). En 1962 pasó a nombrarse Unión de
Pioneros de Cuba (UPC), y en 1977-el 8 de octubre- cambió su nombre por el
actual: Organización de Pioneros José Martí (OPJM).
Ese hecho explica por qué la organización de los niños
cumple un año más que la de los jóvenes cuando, en realidad, la de los
jóvenes creó la de los niños.
El 4 de abril, no fue solo un cambio de nombre de Jóvenes
Rebeldes hacia Jóvenes Comunistas. Fue la aceptación de una ideología, la
del socialismo, y el compromiso de defenderla. Nacía la organización juvenil
del Partido, basada en la selección de sus integrantes, entre los 14 y 27 años
de edad, avalados por una destacada actuación en el trabajo, el estudio y la
defensa.
Hoy la UJC y la organización de los Pioneros son mucho
más fuertes. El pueblo cubano tiene suficientes razones para mirarlas con
orgullo. Y ante algunas expresiones escuchadas de que nuestra juventud
está perdida, vale una interrogante: ¿Perdida para quién? Con una sola
respuesta posible: Perdida para los enemigos de la patria cubana. Porque para
la Revolución, el socialismo y el futuro, ¡Está ganada!
Ese es el fruto sostenido en las ramas, con las raíces
más sanas y profundas del heroísmo juvenil cubano en sus distintas etapas.
Creo válido, por eso, en este nuevo aniversario, repetir
las palabras de Fidel en aquel Primer Congreso constitutivo de la UJC: “Por
todo lo que han hecho los jóvenes, por todo lo que han hecho en la historia de
nuestra patria, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra Revolución,
es por lo que nosotros creemos en los jóvenes”.
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