viernes, 26 de abril de 2019

La verdad sobre el socialismo en Cuba: la educación




.Orlando Guevara Núñez
En su delirio por destruir la Revolución cubana, Trump declaró recientemente su intención de recrudecer las medidas del criminal bloqueo, partiendo de que Cuba “no ha dado señales de restablecer la democracia”. Claro que se refiere a la  existente en nuestro país antes de 1959. Y en eso tiene razón. Esa caricatura de democracia no volverá a ser presente, ni futuro en la patria cubana.
En aquel sistema –el capitalista-  en 1958, en Cuba  los datos eran desgarradores. Un millón de analfabetos absolutos, más de un millón de semi analfabetos, 600 000 niños sin escuelas mientras que 10 000 maestros estaban sin trabajo.
Un millón y medio de habitantes mayores de seis años no tenían ningún grado escolar aprobado, al tiempo que la matrícula sólo registraba el 52 % de los niños de siete años, el 43,7 de los de ocho y el 36,6 de los de nueve.
En la democracia que Trump añora para Cuba, entre los 15 y 19 años, en la flor de su juventud, sólo el 17% de los cubanos recibía algún tipo de educación, mientras que el grado cultural promedio de los mayores de 15 años no llegaba al tercero.
En el país existían sólo 53 464 graduados universitarios, entre ellos 37 292 en la capital del país, con una población analfabeta de seis a nueve años que llegaba a 44,5 % en La Habana, al tiempo que en Oriente alcanzaba un 81,2 %, llegando a un 89% en las zonas rurales.
En 1961, más de 100 000 cubanos, principalmente jóvenes, se integraron a la ardua tarea de la alfabetización, enseñando a leer y escribir,  en solo un año,  a 707 000 adultos. Ya, en junio de ese mismo año, había sido proclamada la Ley de Nacionalización de la Enseñanza y el carácter gratuito de la educación en todos sus niveles. El 22 de diciembre de 1961, Cuba fue declarada Territorio Libre de Analfabetos.
Hoy la Patria de José Martí posee el pueblo culto y libre que él soñara. No existen niños sin escuelas y maestros, ni maestros sin aulas. Es Cuba el país de mayor cantidad de docentes por alumnos. La educación continúa gratuita, en todos los niveles, para todos los ciudadanos del país, sin discriminación de ningún tipo. Los graduados universitarios sobrepasan ahora el millón.
En nuestras escuelas, junto a los maestros, la Revolución ha llevado los más modernos medios de enseñanza: computadoras, vídeos, televisores y otros recursos que han borrado diferencias entre las escuelas rurales y urbanas.
En Cuba – si alguien conoce ejemplo igual valdría escucharlo –  mientras fue necesario, un centenar de escuelas tuvieron  la asombrosa cifra de ¡Un alumno! por encontrarse en zonas intrincadas. Y allí han llegado también los medios de enseñanza e incluso la electricidad derivada del aprovechamiento de la energía solar.
El sistema educacional cubano ha sido reconocido internacionalmente por su calidad, con métodos pedagógicos  que son  paradigma incluso  para  países desarrollados. 
La obra de la Revolución en la educación, no cabe en el espacio de un artículo periodístico. Puede afirmarse, eso sí, que es una obra grandiosa que trasciende incluso los objetivos planteados en el Programa del Moncada. Y su gran artífice fue y sigue siendo Fidel.
La situación dolorosa y humillante que sirvió de razón a los combatientes moncadistas para su acción heroica, fue erradicada y sobre sus ruinas se levanta el baluarte que somos hoy y la seguridad de continuar siendo siempre un pueblo culto y libre.
Pero esa no es la democracia y los derechos humanos que Trump y sus secuaces quieren para Cuba. Quieren la del capitalismo, donde el sistema educacional vuelva a ser privado y la ignorancia  y el analfabetismo vuelvan a nuestros campos y ciudades.
Quieren la democracia Made in USA, país que, siendo la mayor potencia del mundo, tiene  más de 16 millones de analfabetos, donde  otros millones de personas no tienen acceso a la educación superior, y donde otros  tantos, al egresar de la universidades, salen con deudas que tardan hasta 30 años en pagar, supeditado esto al tipo de trabajo que consigan.
Organismos especializados en la educación han considerado que en Estados Unidos alrededor de 40 millones de adultos son semianalfabetos, con capacidad solo parar leer, con dificultades, las rutas de los ómnibus en que viajan.
En el historial de la educación en Estados Unidos, consta que hace 22 años, durante la Quinta Conferencia Internacional sobre la Educación de Adultos, organizada por la UNESCO, en Hamburgo, Alemania, el representante norteamericano – director de esa actividad en su país- reconoció la existencia allí de unos 90 millones de personas necesitadas de mejorar su nivel de alfabetización y mantenerlo en correspondencia con las exigencias del mundo moderno.
Así, el modelo que quieren imponernos los yanquis hace un significativo aporte a los 758 millones de analfabetos existentes en el mundo. Cuba, por su parte, además de no engrosar esa bochornosa cifra, ha contribuido a alfabetizar a casi 10 millones de personas, en disímiles países, tanto con la presencia de maestros como a través del método Yo sí puedo.
Y hay una diferencia de contenido, que destaca la grandeza de la educación en Cuba.  Aquí se aplica el concepto martiano de que “El pueblo más feliz  es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción  del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. (…) Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre”
Un último ejemplo sirve para diferenciar el carácter de la educación entre el capitalismo que quieren imponernos los gobernantes yanquis, y el socialismo que tenemos y defendemos los cubanos.
En Cuba, la educación es gratuita para todos. Nuestra Constitución reiteró en su Artículo 73 que: “La educación es un derecho de todas las personas y responsabilidad del Estado, que garantiza servicios de educación gratuitos, asequibles y de calidad para la formación integral, desde la primera infancia hasta la enseñanza universitaria de posgrado”.
En la Constitución de Estados Unidos no está refrendado ninguno de esos derechos. Se comprende. ¿Acaso gobernantes ignorantes pueden pretender el progreso de la educación?
Juzgue el lector.

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