martes, 9 de abril de 2019

Otro 10 de Abril





MSc Rubén Ramos Mosquera Presidente de la Filial Provincial de la SCJM en Santiago de Cuba.

Dra. C. Rosa Espinosa Rodríguez. Profesora Universidad de Oriente

MsC. Enrique Moreno Pérez. Profesor de la Universidad de Oriente

La gran batalla martiana a finales del siglo XIX: la batalla por la vida, por los seres humanos, por las colectividades frente a la perspectiva de la modernidad burguesa, ha sido también la batalla que a lo largo de estos últimos 60 años ha venido librando, con osadía,  inteligencia, con pasión y racionalidad, con voluntad asentada sobre el conocimiento de la historia, nuestro valeroso pueblo cubano, con la insuperable guía del martiano mayor: el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

La descomunal empresa de hermosa y humana entrega  que emprendió Martí, sigue siendo una batalla de nuestros líderes y de nuestros pueblos, porque  lo que él soñó y aspiró como herencia de nuestros padres fundadores y de su particular visión del mundo, no está concluido en Nuestra América.

Su concepción de la unidad entre  los patriotas, la que debía sostenerse sobre cimientos más firmes que las experiencias anteriores, y que fue el propósito esencial del Partido Revolucionario Cubano, debe continuar dando luz. Es el aporte fundamental del pueblo cubano a la estrategia revolucionaria.

Martí utiliza como táctica defensiva y que aporta a nuestra riqueza cultural, el apego a la verdad y a la justicia, que se abren paso  y triunfan.

Desde el mismo inicio de la guerra de independencia en 1868, los cubanos se inclinan conformes a la ley general de la naturaleza humana, que conduce a los hombres generosos, cultos e incultos, ricos y pobres, blancos y negros, del lado del sacrificio que es “el más puro goce de la humanidad” para retener o frenar a los egoístas que son las rémoras del mundo y  que están del lado contrario tratando de romper el equilibrio.

Decoro firme y sagaz independencia, hemos aprendido de Martí para conservar lo que vamos edificando, marchar junto al complejo mundo de hoy y sobrevivir a la agresiva convivencia con nuestro vecino del norte.

Concedió Martí suma importancia para los pueblos, el conocimiento de sus orígenes y evolución, como factor esencial para la predicción de los posibles caminos del progreso social, y la elaboración y puesta en práctica de proyectos de cambios revolucionarios y de organización de la sociedad. Es por ello que su rescate del sentido histórico autóctono de la cultura de los pueblos aborígenes, deviene articulador sustancial del poderoso influjo que el viaje a la semilla confiere a lo nuestro americano como raíz de identidad, que emerge hoy como poderosa fuerza vindicatoria.

En la historia, lo factual en el proceso de su reconocimiento e interpretación  tiene un rol muy importante. Para Martí, los hechos representaban las piezas angulares que llevarían el espíritu de la historia pasada a cada cubano y desde donde se lograría alcanzar la carga emocional que pasaría a convertirla en memoria colectiva  y, por consiguiente, influiría sobre el espíritu para darle continuidad  a la gesta que quedó inconclusa y que él consideró necesaria.

El aspecto de la subjetividad había sufrido considerablemente con los sucesos políticos de la última etapa de la Guerra de los Diez Años que terminó con la firma del Pacto del Zanjón. Nuestro Héroe Nacional  tomó conciencia de estas realidades, así como  de que le correspondía el deber de reconstruir el ideario del proyecto de nación  que otros, con varios intentos fallidos, no estaban preparados para alcanzarlo a pesar de sus grandes méritos en la contienda. Él utiliza la Historia de la Patria para emocionar y razonar, la emoción es razón.” (…) porque el sentimiento es también un elemento de ciencia.”1José Martí: Obras Completas. T. 4 p. 250

Aunque esto no está lo suficientemente claro para muchos en la práctica científica, y docentes de nuestros días.

Este saber llegar a los sentimientos patrióticos sobre la base de conocer la memoria colectiva cubana,  explica con la suficiente lógica histórica que José Martí pudiera lograr transformar la atmósfera política predominante entre los cubanos. Esta difícil situación ideológica fue el reto que se propuso revertir.

Una de las funciones de la historia como parte de estos medios educativos políticos es la simbólica para el logro de la representación histórica. El análisis de la etapa anterior, incluyendo una premisa, a nuestro juicio fundamental, lo es el discurso de Steck Hall pronunciado en 1880, que muestra el papel de la historia en tanto fuente simbólica política, con la misión fundamental de trabajar con fines políticos en torno a la consolidación de la identidad nacional en una etapa en que sus ingredientes se debilitaban.

José Martí conocía los factores comunes concretados en los códigos  que se conformaron durante esos  diez  años de quehacer patriótico, que contribuyeron a la formación de valores comunes que eran parte de una mentalidad. Los mismos enemigos, las mismas penurias sufridas en los campos de Cuba, el compartir los escasos alimentos y bebidas, así como las victorias comunes. El conjunto de todos estos factores fue conformando todo un imaginario común que se constituyó en paradigma.

La ciudad de Bayamo,  su ulterior  incendio, y la diáspora de sus habitantes por las montañas, rancherías enfrentando el hambre, el desamparo en las noches frías y de lluvias, esa resistencia llena de valores humanos se contraponía a las debilidades que la propaganda colonialista, o de ciertos sectores norteamericanos, daban a los cubanos a consecuencias de las mezclas raciales. Estas acciones dignificaron a todos los patriotas donde quiera que estuvieran sin limitaciones raciales.

También se dignificaron colectivamente cuando uno de sus miembros,  Carlos Manuel de Céspedes, se definió como el padre de todos los cubanos, enfrentando las consecuencias de su desafío. La muerte de su hijo Oscar lo ascendió ante todos los cubanos blancos, negros y mulatos, todos consideraron que este sacrificio heroico no era sólo de Céspedes, sino de todos los patriotas,  y sintieron que con ello crecieron en la escala de valores humanos universales. La hombradía de Antonio Maceo en Mangos de Mejías y en los días posteriores, que la mentalidad popular colocó a la altura de la mitología, llenó de orgullo a blancos y negros y sintieron que les pertenecía a todos.
Nuestro Apóstol, supo más que cualquier otro cubano sintetizar este imaginario común.

El papel de los símbolos en la conformación de valores en torno a dicha identidad y el carácter movilizador de estos, eran los fundamentos metodológicos en que descansan los argumentos que se ponen en consideración desde el plano de la ciencia histórica.

Para Martí, el escenario geográfico de la guerra se podía convertir en símbolo para los que habían luchado, tomando en cuenta la importancia de la transmisión de esa mentalidad simbólica a la posterior generación que la recordaban de forma emotiva.

Es el caso de la descripción que hace de la naturaleza de Guáimaro, en su artículo “El 10 De Abril”, donde brindó rica y detallada información sobre esa geografía histórica, y luego agrega la actuación de los hombres buenos que lucharon por la libertad que era la razón, la cual  simbolizó con la luz. La comunicación se producía  con personas que estaban fuera de su patria, que tenían la sensibilidad y una memoria afectiva muy activada por las añoranzas de la naturaleza patria.Mencionar estas geografías históricas le posibilitaba trasladarse imaginariamente yle exigía moralmente ponerse en el lugar de aquellos que en la campiña cubana habían derrochado sacrificio por defender lo suyo.

En el artículo El 10 de Abril, de 1892, publicado en el periódico Patria, Martí hace una caracterización de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera, Agramonte, Miguel Jerónimo Gutiérrez y otros que ya eran paradigmas para todos los revolucionarios cubanos.

Lo anterior cobra valor, para los receptores, al sentirse iguales a sus compatriotas, a los que derrotaron a un ejército colonialista que históricamente se había presentado como superior e invencible. El manejo de estos símbolos emocionaba y permitía reafirmar la posibilidad de que podían repetir esas victorias en esos y en otros muchos tiempos y lugares de la patria.

En las representaciones tiene un contenido especial el sacrificio de los revolucionarios en la lucha insurreccional que cambiaron las condiciones de vida seguras y familiares por la vida nómada, como sucedió a los pobladores de Bayamo después del incendio, quienes durmieron bajo las estrellas en los bosques serranos. Esto les trasmitía una energía, una voluntad al receptor que lo ponía en condiciones de hacer cualquier sacrificio y contribución que se le pidiera.

El sacrificio por un ideal superior es un valor ético que Martí ponderaba de forma especial. La representación de la campiña cubana, las ramas y palos de los árboles del monte que sirvieron como armas para pelear o para protegerse, la Palma Real, formaron parte del imaginario común, “¡Aquellos tiempos eran realmente maravillosos! Con ramas de árbol paraban, y echaban atrás el fusil enemigo; aplicaban a la naturaleza salvaje el ingenio virgen (…)!”2José Martí: Obras Completas.  T. 4 p. 237.Pero esa memoria del mambisado deja de ser su patrimonio para convertirse en la del pueblo, ideología colectiva, y trasladarlo en la imaginación y sentir que lo puede hacer en la realidad cuando llegue el momento.
En dicho artículo señaló al lector el significado de ese día, tanto en el pasado como en el momento en que fue escrito, porque es el día en que se funda el Partido Revolucionario Cubano. Este constituye un buen ejemplo de la utilización por José Martí, de la geografía heroica  como simbólica para el logro de la representación, en el plano de la subjetividad, de aquellos hechos históricos. Él significa las bellezas naturales, las arquitectónicas y urbanísticas de Guáimaro, así como el júbilo patriótico mostrado por su pueblo para recibir a sus héroes, que escenificarían un acto heroico más con ajustarse a la ley. Todas esas cualidades del poblado se potenciaron con el ejercicio de la libertad, que la representa con la luz. La descripción del autor exalta con tal fuerza las virtudes humanas y patrióticas de aquel significativo día, que permite que el receptor se represente la atmósfera emocional a través de los valores e identidad patrióticos, y también se emocione y se motive.

Se refiere con sutilezas en la crítica, al mismo tiempo que impacta emocionalmente, con la descripción que hace de la casa de la Asamblea, expresando que los hombres suelen en los momentos grandiosos dejarse llevar por el idealismo del futuro y olvidan la objetividad del presente y la luz.

Esa objetividad, en la cual está también la subjetividad motivadora que aparta la objetividad que estorba, la misma que se activa en el pueblo cubano en momentos y circunstancias necesarias como la que presidió todo el largo proceso de la nueva Constitución que será proclamada este 10 de abril de 2019,es la que pretende José Martí que se generalice entre los cubanos independentistas para el logro de la unidad, que era factor imprescindible para el logro de la independencia donde “Apiñadas las cabezas ansiosas, las cabezas de los hacendados y de abogados y de coroneles, las cabezas quemadas del campo y las rubias de la universidad…”3 José Martí: Obras Completas. T4 p. 386.

Eso fue lo que ese preciso día 10 de Abril de 1892, se pretendió con la fundación del Partido Revolucionario Cubano y para que en todos los tiempos el pueblo permanentemente vaya al bosque a desenterrar el acta de la Constitución que es la garantía de nuestra República con toda la justicia y derechos posibles y progresivosy la práctica de una política culta que se sustente en la articulación de la ética y el derecho con la educación del pueblo, con todos y para el bien de todos.

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