.Orlando
Guevara Núñez
En su empeño de
destruir a la Revolución cubana, el presidente de los Estados Unidos y sus
cómplices, no se cansan de inventar mentiras que ni ellos mismos creen. Tendrían que ser muy estúpidos para no
estar conscientes de que mienten.
Su objetivo es
calumniar al socialismo y tratar de convencer a la opinión pública de que nuestro sistema es sinónimo de opresión y de miseria. El fin,
es restaurar el capitalismo en Cuba, sistema que no volverá jamás a nuestro
país.
Los cubanos
tenemos razones para defender lo que somos y no volver nunca a lo que fuimos. Y
a nuestras razones, junto a las palabras, las acompaña una realidad
inobjetable. Juzgue el lector.
Antes de 1959 –
en el capitalismo, la tasa de mortalidad infantil era de 60 por cada mil
nacidos vivos. El socialismo la ha rebajado a 4. El índice mejor de América
Latina y de la llamada insignia del capitalismo en el mundo: los Estados
Unidos.
En el sistema
“democrático” del capitalismo en nuestro país, la esperanza de vida de la
población era de menos de 60 años. Ahora es de 78 y continúa mejorando. Cuba ha
sido declarada como único país en América Latina sin desnutrición infantil.
El capitalismo
en Cuba tenía un sistema de salud donde la medicina era una mercancía y el
enfermo un cliente. A ese, el más sagrado de los derechos humanos- el derecho a
la vida- solo tenían acceso los ricos y una pequeña parte de la población, siempre mal atendida. El socialismo cubano
garantiza la atención médica con calidad – y totalmente gratuitas- para todos
los cubanos.
Mientras el
socialismo puede proclamar esa verdad, en el mundo capitalista decenas de
millones de personas mueren cada año de enfermedades curables, sin atención
médica. En el propio “paraíso” yanqui más de 45 millones de norteamericanos no
tienen garantizado el seguro médico.
El sistema cubano de salud,
prioriza el nivel primario de atención, la prevención, la educación de la
población, la búsqueda para la detección precoz de las enfermedades y su
tratamiento oportuno, al tiempo que alerta sobre los malos hábitos de
alimentación y otros que conspiran contra la salud.
Cuba se encuentra entre los
primeros países del mundo donde la población vive más años después de haber
cumplido los 60 de edad. Y es la nación del mundo con más médicos por
habitantes. En el capitalismo, la salud pública era un negocio. Para el
socialismo, es un sentido y un deber humanos.
El total de los niños
cubanos está protegido contra 13 enfermedades, con vacunas totalmente gratis.
El capitalismo nunca garantizó ese beneficio, por lo que miles de infantes
morían cada año o quedaban invalidados para siempre, por dolencias hoy erradicadas.
Algunos ejemplos de la salud
en el territorio de Santiago durante el capitalismo salvaje que teníamos,
retrata a ese brutal sistema. En el actual municipio de Guamá, ubicado entre el
Mar Caribe y la Sierra Maestra, existen, como testigos acusadores, 22 pequeños cementerios. Allí bajaban los campesinos
con sus enfermos, en espera de una goleta que les hiciera el favor de
trasladarlos hasta Santiago de Cuba con la esperanza de lograr una atención
médica. Y cuando no llegaba ese milagro, los enfermos morían y eran enterrados
allí mismo, ante la imposibilidad del
regreso.
En el año 1957, en el Valle
de Mayarí Arriba, el 80 por ciento de los niños menores de un año murieron
por una epidemia de gastroenteritis, sin
atención médica. Y en la propia capital oriental, en 1953, en la fecha que Fidel atacó el Moncada, dos
niños morían diariamente por esta enfermedad curable.
El capitalismo, sin
escrúpulos de ningún tipo, para el ingreso a un hospital, exigía al enfermo y
sus familiares la entrega de las cédulas
electorales. El socialismo barrió ese oprobio y puso la atención médica al servicio
de todos, sin discriminación de ningún tipo.
Pero el socialismo cubano no
solo ha garantizado la salud de su pueblo. Miles de profesionales nuestros han
marchado a decenas de países a salvar vidas, a curar y prevenir
males. Es ese uno de los ejércitos más calumniados por el gobierno de
los Estados Unidos, al decir de Fidel, el glorioso ejército de las batas
blancas.
No son todos los argumentos
que tenemos para defender el socialismo y desbaratar mentiras imperiales. Y
mucho más allá de la salud. Otros espacios serán necesarios. Y se ocuparán. De
todas formas, ¡Juzgue el lector!
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