. Orlando Guevara Núñez
Antes del triunfo revolucionario del
1ro. de enero de 1959, Cuba padecía una de las más feroces tiranías que han asolado
a los pueblos de América Latina. Una dictadura apoyada, armada y asesorada por el gobierno imperialista de
los Estados Unidos. Después de pagar el alto precio de más de veinte mil vidas,
los cubanos ganamos la libertad. Y fue entonces que comenzamos a ser “un
peligro” para la seguridad de esa brutal potencia.
Comenzamos a ser agredidos antes de
que la Revolución se proclamara socialista. Porque desde el mismo triunfo
comenzaron las transformaciones para alcanzar el sueño martiano de crear una
república con todos y para el bien de todos. Ese es el modelo que quieren
destruir Trump y su padilla gobernante.
Lo primero que hizo la
Revolución al llegar al poder fue
destruir el aparato de poder burgués y desactivar los órganos de represión, causantes de miles de
asesinatos, torturas y persecución. Y sustituirlos por un nuevo poder, el poder
del pueblo. Solo así fue posible
alcanzar la justicia social que tenemos, mucho más democrática, más justa y
humana que la existente en el imperio que nos ataca.
El Artículo 42
de nuestra nueva Constitución, refrendó lo que hace rato era obra de la
Revolución: “Todas las personas son iguales ante la ley, reciben la misma
protección y trato de las autoridades y gozan de los mismos derechos,
libertades y oportunidades, sin ninguna discriminación por razones de sexo,
género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de
la piel, creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o territorial o
cualquier otra condición o circunstancia personal que implique distinción
lesiva a la dignidad humana. Todas tienen derecho a disfrutar de los mismos espacios
públicos y establecimientos de servicios. Asimismo, reciben igual salario por
igual trabajo, sin discriminación alguna.
La violación del
principio de igualdad está proscrita y es sancionada por la ley”.
En Cuba no hay ningún ciudadano
abandonado a su suerte. Y en Estados Unidos hay millones.
Hace apenas algo más de un año, la
relatoría sobre
pobreza extrema y derechos humanos de la ONU, refiriéndose
a los Estados Unidos, aseguró
que su enorme riqueza choca contra una
realidad de 40 millones de personas en la pobreza, de las cuales 18, 5 millones
sufren pobreza extrema y 5,3 millones en esa categoría propia de los países del
tercer mundo”. Entre estas víctimas, hay 13, 3 millones de niños.
Denuncia el referido informe que
más de ll millones de indocumentados viven en ese país, de los cuales trabajan unos
ocho millones, obligados al pago de impuestos y de la seguridad social, pero con un irrisorio acceso
a los beneficios de ésta.
Un estudio de la
Universidad de Chicago dio a conocer que en el llamado “paraíso norteamericano”
“Al menos 4, 2 millones de niños y
jóvenes se encuentran viviendo en las calles, refugios o en casa
de terceras personas, por no poseer una vivienda propia”
Para esos ciudadanos
norteamericanos, el lecho es el suelo y el techo el cielo.
Registró, además, “700.000
adolescentes (entre 13 y 17 años) y 3,5 millones de adultos jóvenes
(entre 18 y 25 años) en situación de calle”.
El oprobio que el socialismo cubano, bloqueado, agredido y
amenazado erradicó para todos los cubanos, el capitalismo- en su país insignia-
lo mantiene y –lo que es peor -lo incrementa.
“Las
familias afroamericanas, los latinos y la comunidad LGBT
(lesbianas, gais, bisexuales y transexuales), tienen la cifra más alta dentro
de la población excluida en materia de vivienda en ese país
tanto en las regiones rurales, como en las urbanas”, precisa la relatoría
de la ONU, la que apunta otra cruda verdad:
"Castigar y apresar a los pobres es la respuesta típicamente
estadounidense a la pobreza en el siglo XXI".
"El encarcelamiento masivo es usado
para hacer invisibles de forma temporal los problemas sociales y crear la
ilusión de que se ha hecho algo”.
En Cuba, no hay
diferencias en el salario de un hombre y una mujer que tengan la misma
calificación y ocupen puestos similares. En
el “paradigma” de justicia yanqui, el salario de la mujer es inferior.
Una irrefutable prueba
de la carencia de justicia social en el norte revuelto que nos desprecia- como
lo denunció José Martí- es que, tal como lo describe el referido informe de la
ONU:
“Los
negros tienen 2,5 más probabilidades que los blancos de vivir en la pobreza,
y una tasa de mortalidad infantil 2,3
veces superior. Su nivel de desempleo duplica el de
los blancos y usualmente ganan solo 82,5 centavos para cada dólar que obtienen
estos. Además su tasa de encarcelamiento es 6,4 veces mayor.
El relator de la ONU, de apellido
Alston, luego del estudio y la exposición, expresó dos importantes
conclusiones: desentrañando una teoría de los poderosos:
"Los ricos son
trabajadores, emprendedores, patriotas e impulsores del éxito económico. Los
pobres son vagos, perdedores y tramposos. Como consecuencia de ello, (se
considera que) el dinero que se gaste en bienestar social es dinero tirado a
las cañerías", critica Alston.
"Estas vergonzosas estadísticas solo pueden ser explicadas por la
duradera discriminación estructural basada en la raza, lo que refleja el legado
duradero de la esclavitud".
A todo esto, agréguese que Estados Unidos es el país mayor consumidor de
drogas en el mundo y el de mayor población penal. Tiene legalizada la tortura
como método para obtener información, y es el que más aplica la pena de muerte,
en casos, incluso, a reos cuya inocencia se ha comprobado después.
La realidad del socialismo cubano y
del capitalismo norteamericano – y a escala universal- demuestra que lo más
importante no es el volumen de los recursos de un país, sino la forma en que los
distribuye. En el capitalismo, los ricos son cada vez más ricos y los pobres
cada vez más pobres. En el socialismo, los recursos están en función de
respaldar el bienestar de todos los ciudadanos, sin discriminación de ningún
tipo.
El capitalismo norteamericano tiene unas 800 bases militares y unos 250 000
efectivos militares distribuidos en el mundo. Sus guerras para saquear
recursos, principalmente el petróleo, han costado a la humanidad decenas de
millones de muertos, millones de heridos y desplazados. El socialismo cubano,
ha enviado y envía miles de médicos a
decenas de países para salvar vidas, curar, aliviar o prevenir enfermedades.
Sobre estas diferencias entre socialismo y capitalismo, como otras veces
hemos sugerido, ¡Juzgue el lector!