lunes, 22 de octubre de 2018

El desprecio de Estados Unidos al pueblo de Cuba, incluye a los emigrados




. Orlando Guevara Núñez
En la historia de las agresiones de los gobiernos de Estados Unidos contra Cuba después del triunfo de la Revolución, hay sobradas muestras del desprecio profesado contra nuestro pueblo. Un acto inamistoso que no olvidaremos nunca,  fue que  desde el primer día del triunfo del 1ro. de enero de 1959, centenares de criminales de guerra en Cuba, escaparon hacia los Estados Unidos, donde encontraron seguro abrigo, protección y apoyo.
El repugnante asesino Esteban Ventura Novo, responsable de cientos de muertes, torturas y desapariciones; el multicriminal Pilar García; las bestias –porque sería una ofensa al  género humano llamarlos personas- Rolando Masferrer Rojas, Julio Laurent, Oscar Pedraja Padrón, José Eleuterio Pedraza Cabrera, José María Salas Cañizares (asesino del héroe de la lucha clandestina en Santiago de Cuba, Frank País García); Merob Sosa García, Carlos M. Tabernilla Palmero, Manuel Ugalde Carrillo y otra sangrienta jauría, en Estados Unidos fueron recibidos como héroes.
Y  comenzaron los ataques contra nuestro país. Violaciones de nuestro espacio aéreo, bombardeos, incendio de cañaverales, ametrallamiento a objetivos económicos, sabotajes que causaron pérdidas de vidas humanas y de cuantiosos recursos materiales. Formación de bandas armadas creadas, financiadas, entrenadas y dirigidas por la CIA y los propios gobiernos norteamericanos.
Puede decirse que todas las administraciones yanquis han sido hostiles con la Revolución cubana. Algunos han ladrado menos, pero han mordido igual.
Sólo entre diciembre de 1961 y enero de 1963, como consecuencia del llamado Proyecto Cuba, aprobado por el gobierno de los Estados Unidos el 30 de noviembre del primer año mencionado, nuestro país sufrió 5 780 acciones terroristas, entre éstas 716 sabotajes de envergadura en instalaciones industriales.
En esta larga y tenebrosa historia de agresiones, 3 478 cubanos han perdido la vida y 2099 sufrieron lesiones que los marcaron como incapacitados.
La CIA ha utilizado en varias ocasiones la guerra bacteriológica contra Cuba, causando muertes de seres humanos, de animales y daños irreparables a plantaciones que constituyen renglones básicos para la alimentación y la exportación cubanas. Sólo el dengue hemorrágico, en 1981, causó a Cuba 158 muertes, entre éstas las de 101 niños. Súmese la introducción de plagas como la roya de la caña de azúcar, el moho azul del tabaco, el insecto Trip Palmi contra cultivos agrícolas, la conjuntivitis hemorrágica y la fiebre porcina. Estas agresiones han quedado totalmente impunes,  por la mentira y el apañamiento de las principales autoridades norteamericanas.
Solo en el sabotaje al navío francés La Coubre, el 4 de febrero de 1960, perdieron la vida 101 cubanos; contra las bandas mercenarias murieron  549 hermanos nuestros;  en Playa Girón cayeron 176. Pagando ese alto precio, los cubanos hemos mantenido esta Revolución frente al imperio más agresor y asesino que conoce la historia de la humanidad.
Pero hay otras cosas que demuestran el desprecio de los gobiernos norteamericanos hacia el pueblo cubano. Desde los primeros días de la Revolución, alentaron la emigración ilegal hacia Estados Unidos.
 No fue por amor a nuestro pueblo, sino para causarle daño. De nuestros 6 000 000 se llevaron la mitad; miles de personas calificadas, como serpientes encantadas, siguieron el convite a la deserción, con el propósito de hacer fracasar la economía.
Salir de forma ilegal de Cuba, incluso arriesgando la vida en la travesía, se convirtió en una credencial para entrar y vivir en Estados Unidos con el privilegio que se les niega a millones de latinoamericanos que allí viven como indocumentados. Mientras alentaba los viajes ilegales inseguros, ese gobierno cerraba las puertas a la emigración legal. Lo que les importaba no era beneficiar a quienes se iban, sino perjudicar a quienes se quedaban.
Pero si se quieren  pruebas auto confesadas  sobre ese desprecio a los propios emigrados,  El 7 de marzo de 1962, la Junta de Jefes de Estado Mayor de los Estados Unidos, se planteó  en un documento secreto: “La determinación de que una sublevación interna con posibilidades de éxitos es imposible dentro de los próximos 9 a 10 meses, exige una decisión por parte de los Estados Unidos en el sentido de fabricar una provocación que justifique una acción militar norteamericana positiva”.
Así, dos días después, la Oficina del Secretario de Defensa de ese país, sometió a la consideración de esa Junta el documento Pretextos para justificar la Intervención Militar de los Estados Unidos en Cuba. Como ha sido costumbre, el crimen y la mentira han marchado siempre juntos en la política de agresiones del imperio norteamericano contra nuestro país.
Un simple vistazo a las medidas contenidas en el referido documento, pone al descubierto la realidad de que los vende patrias  y oros emigrados cubanos son sólo una pieza desechable en la enfermiza guerra del imperio yanqui contra la Revolución cubana. Adviértase el desprecio y el odio juntos.
“Pudiéramos hundir una embarcación llena de cubanos en ruta hacia la Florida (real o simulada)”  “Pudiéramos promover intentos contra las vidas de los refugiados cubanos en los Estados Unidos, incluso hasta el punto de herir a algunos de ellos en casos que serían ampliamente divulgados”.
La demencia iba mucho más allá, con total desprecio a la vida humana. “Es posible crear un incidente que demuestre de manera convincente que un avión cubano atacó y derribó a un avión civil arrendado que volaba de los Estados Unidos a Jamaica, Guatemala, Panamá o Venezuela”. “Los pasajeros pudieran ser un grupo de estudiantes universitarios o cualquier otro grupo de personas con intereses comunes como para arrendar un vuelo”.
La infamia y la criminalidad sobrepasaban los límites y retrataban al imperio norteamericano en toda su dimensión terrorista. Por acabar con la Revolución cubana, los más atroces procedimientos tomaban categoría de política de Estado en el gobierno de los Estados Unidos.
“Pudiéramos desarrollar una campaña terrorista cubano-comunista en el área de Miami, en otras ciudades de la Florida y en Washington. La campaña de terror podría estar encaminada contra los refugiados cubanos que buscan asilo en los Estados Unidos”.
Huelgan los comentarios. Pero faltan cosas por decir. Y serán dichas.

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