viernes, 5 de octubre de 2018

Las mujeres y los niños: un pasado sin presente ni futuro en Cuba








.Orlando Guevara Núñez

La década del 30 del siglo XX fue una de las más intensas en la lucha del pueblo cubano contra la opresión, el desempleo, la discriminación racial y por los derechos obreros.
En 1934, el IV Congreso de Unidad Sindical de la Confederación Nacional Obrera de Cuba, fue un medio efectivo  de enfrentamiento de los trabajadores a los capitalistas que los explotaban, los reprimían y sumían en la miseria y el abandono.
Santiago de Cuba formó parte de esas luchas. Dos temas estuvieron entre los debatidos con fuerza en ese evento sindical: la situación de las mujeres trabajadoras y de los niños obligados por la necesidad a trabajar.
Se denunció las difíciles condiciones de las mujeres obreras y se planteó la lucha “Contra todas las formas específicas de opresión contra la obrera, tales como intentos de corrupción de parte de los patronos, falta de higiene en los talleres, exceso de la jornada de trabajo, formas de trabajo nocivo o pesado, discriminación de la obrera negra, y especialmente en lo que atañe a la protección de la maternidad”.
En el caso de las mujeres, una esencial demanda fue que las mujeres ganaran igual salario, por igual trabajo, que los hombres. Se exigía las condiciones idóneas de trabajo que preservaran la salud de las mujeres, se pedía eliminar la prohibición del empleo de mujeres casadas, erradicar la discriminación de la mujer negra en los puestos laborales y la reducción de la jornada laboral de las féminas ocupadas en las industrias nocivas.
Se pedía crear locales especiales para los hijos de las obreras. Se exigieron varias medidas de protección a las mujeres trabajadoras durante el embarazo y lactancia a sus hijos.Se abogó por incrementar la participación de las mujeres en las directivas sindicales.
Particularmente bochornosa era la situación de los niños que se veían obligados a trabajar para mitigar la miseria del hogar, la mayoría de las veces a costa de abandonar las aulas.
Una contundente denuncia sobre esa afrenta, afirmó que:
“El movimiento sindical revolucionario debe prestarle un apoyo y dirección estrecha a la lucha de los miles y miles de niños hijos de trabajadores que sufren igual que sus padres los efectos de la crisis, permaneciendo y la más horrible miseria y hambre”.
“Miles de niños se ven imposibilitados de asistir a las escuelas, porque sus padres no pueden vestirlos, calzarlos, ni darles los alimentos más necesarios y porque en las escuelas se carece de materiales escolares y los niños tienen que asistir a locales estrechos y antihigiénicos”.
“A todo esto hay que añadir que muchos otros niños se ven forzados a trabajar por el hambre, y lo hacen laborando durante jornadas inhumanas y sometidos a salarios miserables”.

El citado congreso obrero se pronunció por exigir a favor de la niñez trabajadora el desayuno y almuerzo escolar costeados por el Gobierno. También  la exigencia de que los materiales escolares furan pagos por el Estado. Se pidió el cese de la discriminación racial contra los niños negros y permitir su acceso libre a los centros escolares.
Otra demanda fue la prohibición del trabajo de los niños menores de 14 años, así como también que los infantes hijos de personas desocupadas recibieran gratis ropa, zapatos, comida y transporte, beneficio que debía extenderse a los hijos de campesinos sin tierra.Se pedía, además, acortar la jornada laboral de los niños en trabajos pesados.
Pese a las muchas demandas y luchas, la población femenina e infantil humildes de Cuba se mantuvieron en la miseria, la discriminación y el olvido, hasta que el 1ro. de enero de 1959, la alborada de la Revolución esfumó tinieblas y puso en sus manos la posibilidad de labrar su propio destino, engrandecerlo y defenderlo. Hermoso fruto  engendrado la mañana de la Santa Ana, el 26 de julio de 1953.

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