.Orlando
Guevara Núñez
Durante
los últimos meses de la guerra revolucionaria, los frentes guerrilleros al
mando de Fidel, Raùl y Almeida habían limpiado de fuerzas represivas la mayoría
de los escenarios rurales de sus
respectivos territorios. Los cuarteles, tomados o evacuados. La fuerza apoyada por la aviación, la artillería,
tanques y la Marina de Guerra, no era capaz de resistir el empuje rebelde.
La
ofensiva de la tiranía había fracasado. El enemigo, acción tras acción, fue
desplazado hacia las ciudades, concentrándose en guarniciones como las de
Guisa, Bayamo, Jiguanì, Maffo, Palma Soriano y Santiago de Cuba, en la parte
Sur de la provincia de Oriente. Pero ni aún allí tendrían seguridad ni
encontrarían tregua. Las fuerzas de los distintos frentes rebeldes convergerían
desde ahora en los combates y estrecharían cada vez más el cerco del cual no
podrían escapar las hordas batistianas.
Así,
a mediados de noviembre de 1958, el Comandante en Jefe Fidel Castro se
traslada, desde su zona de operaciones en la Sierra Maestra, hasta el
territorio del Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, con el propósito
de dirigir personalmente la
Batalla de Guisa. Es por esos días que el jefe de la
Revolución sostiene reuniones con Almeida, para coordinar el asalto y rendición
de las principales plazas militares de Oriente, así como también la Operación
Santiago, último escalón previsto en la
zona oriental contra la tiranía ya tambaleante.
El
20 de noviembre de 1958, comenzó la crucial Batalla de Guisa que, luego de diez
días de intensos combates, concluyó con la toma del poblado, ubicado a sólo
doce kilómetros de la ciudad de Bayamo, y la rendición de la guarnición
enemiga. Tropas del Primer y Tercer Frentes habían protagonizado una de las más importantes victorias durante
la guerra revolucionaria. Como coincidencia histórica, exactamente 61 años
atrás -el 30 de noviembre de 1897- Guisa había sido tomada por
tropas del Ejército Libertador Cubano al mando del Mayor General Calixto
García Iñiguez.
En
Guisa se combatió no sólo contra una posición militar. A ese escenario
acudieron nueve refuerzos enemigos fuertemente apoyados por tanques pesados, artillería
y la aviación. Todas las fuerzas batistianas con asentamiento en Bayamo,
Manzanillo, Yara, Estrada Palma, Baire y otros sitios, habían tomado parte en
el frustrado intento de defender la guarnición atacada.
El
27 de noviembre, durante un violento combate frente a uno de los refuerzos
enemigos, cayó el bravo capitán Braulio Coroneaux, quien hasta su último
aliento cumplió la palabra que había empeñado con el Comandante en Jefe: ¡Por
aquí no pasarán! Al morir, contaba con sólo 29 años de edad.
Las
fuerzas batistianas no pudieron reponerse del descalabro militar y moral
sufrido en Guisa. El parte rebelde daba cuenta sobre la dimensión de la derrota
enemiga. La dictadura sufrió más de 200 bajas entre muertos y heridos. A las
manos rebeldes pasaron un tanque de guerra T-17, noventa y cuatro armas, entre fusiles y
ametralladoras; dos morteros 60, un mortero 81, una bazuca, siete
ametralladoras trípode calibre 30, además de 155 000 balas, 130 granadas de
garand, 70 obuses de mortero 60 y 25 de 81; veinte cohetes de bazuca, 200
mochilas completas, 160 uniformes, 14 camiones de transporte, víveres y
medicinas.
La
victoria en la Batalla de Guisa enfilaba la proa rebelde hacia la capital
oriental, Santiago de Cuba. Para esa fecha, las fuerzas del Segundo Frente Oriental Frank País, bajo el mando
del Comandante Raúl Castro, en indetenible avance, cercaban,
atacaban y derrotaban al ejército enemigo en su radio de acción de más de doce
mil kilómetros cuadrados, estrechando el cerco a las ciudades de Guantánamo y
Santiago de Cuba, a esta última en cooperación con el Tercer Frente. Al caer Guisa en poder del Ejército
Rebelde, la dictadura de Fulgencio
Batista, después de siete sangrientos años de opresión y crímenes, entraba en
su último mes de vida. Hasta que la proa rebelde, con Fidel Castro al frente,
penetró en la heroica Santiago de Cuba, el 1ro. de enero de 1959.
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