Un análisis sobre el desarrollo de la sociedad en Estados Unidos, motivó este pensamiento martiano, escrito en Nueva York el 15 de marzo de 1887 y publicado en el diario La Nación, de Argentina, el 4 de mayo del mismo año.
Se está refiriendo al Congreso número 49 de ese país, y habla sobre la evolución de los hombres, menciona la presencia de una humanidad nueva que ha venido fraguándose en el transcurso de un siglo.
“Por la ley o por el diente, aquí ha de haber justicia”, afirma. Ejemplifica cómo la clase desacomodada la pide mal o la toma por su mano, pero ya la ve moverse en la cosa pública “como en morada propia”. Y por otro lado sus oponentes que se resisten y quieren retardar la justicia.
Dice textualmente: “El trabajador que es aquí el Atlas, se está cansando de llevar a cuestas el mundo, y parece decidido a sacudírselo de los hombros, y buscar modo de andar sin tantos sudores por la vida”. Y por otro lado: “Los acaudalados, los que esperan serlo, los que prosperan a su sombra, no se ocupan en atender estas reclamaciones de justicia, sino en sobornar a los que dictan leyes, para que les pongan atadas a sus pies, las libertades públicas”.
Expone la forma en que los partidos políticos se alarman, pero no atienden a ese elemento nuevo que va surgiendo en la sociedad de una nueva fuerza que se les opone. Y que la prensa, que responde a las castas creadas, no actúa, por temor a perder clientela.
Lo que hacen es, a través de leyes, buscar el afianzamiento de sus intereses, correspondiendo así a las empresas, bancos, corporaciones y otros poderes de los que dependen su elección y fortuna.
En su análisis, plantea Martí que ese Congreso no ha hablado con grandeza un solo día, ni ha actuado con desinterés. Y que lo hecho ha sido por miedo y por cortejar a los trabajadores, a quienes ya temen.
Explica que en cuestiones menores, los congresistas toman la posición de su partido (Demócrata o Republicano) pero en los de mayor trascendencia, se unen para proteger sus intereses.
Desenmascara las entrañas de esos partidos políticos. Por eso afirma que “Si votaban por la patria, votaban contra su interés. Son siervos, a quienes se manda con látigos de oro. La votación era vergonzante y sorda. Salían de ella con la cabeza gacha, como canes apaleados” .
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