miércoles, 12 de octubre de 2016

Santiago de Cuba, el heroísmo de su pueblo. Palabras de René Ramos Latour




.Orlando Guevara Núñez

 René Ramos Latour (Comandante Daniel).  Combatiente clandestino. Cuando la caída de Frank País, lo sustituyó como jefe  Nacional de acción del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Exactamente un año después, el 30 de julio de 1958, cayó en el combate de El Jobal, Sierra Maestra.
Carta de Daniel a Hart, Haydée y Faustino Pérez, 11 de agosto de 1957, sobre el entierro de Frank País.
Fragmentos
“¡Sí, era terrible el golpe! Pero debíamos ser dignos de haber compartido con él sus trabajos durante tanto tiempo. Había que rendirle un merecido homenaje. Y ese homenaje no podía ser otro que la movilización total de la ciudadanía para hacer de su muerte la más estruendosa y pujante demostración de aversión al régimen nefasto, que como triste colofón a su extensa cadena de crímenes, asesinó, en la flor de su vida a quien Fidel calificara: “el más  valioso, el más útil, el más extraordinario de nuestros combatientes”. Nuestra primera tarea fue convertir el llanto de nuestras mujeres en enardecida indignación para que prevaleciera ese formidable espíritu de lucha de que han hecho gala nuestras orientales y les pedimos que secaran sus lágrimas y rescataran por la fuerza de la unión, el cadáver de nuestro compañero querido de las garras de aquellos que después de asesinarlo  cobardemente lo dejaron  tirado en la calle y se dedicaron al satánico deleite de contemplar su nefanda obra. Luego se movilizaron los sectores obreros e hicimos circular la consigna de abandonar el trabajo e ir todos al entierro”.
“Ha sido la más grande demostración antigubernamental que se ha producido en Cuba. Frank País, desde su lecho eterno, vestido con el uniforme de nuestro glorioso  Ejército  y ostentando sobre su pecho las insignias de coronel y una flor blanca, dirigía la más  grande  batalla contra el régimen, ante el empuje avasallador de todo un pueblo que había escuchado su voz, el régimen se tambaleaba y mostraba su impotencia para contener las ansias de libertad de un pueblo que miraba con horror cómo le eran arrancados de su seno sus hijos más valiosos. Y el pueblo, unido, se sintió grande, fuerte, poderoso y pensó que había llegado el momento de devolver el golpe recibido y arremetió con toda la fuerza que le daba la justicia, la razón, la dignidad y el decoro ofendidos. Ya no quería detenerse hasta ver derribado aquel monstruoso edificio de maldad y crímenes que es la dictadura;  y patronos, obreros, profesionales, empleados, todos abandonaron sus labores. Para nosotros fue una agradable sorpresa en medio del dolor que nos atormentaba. Pero tampoco contábamos con un aparato de fuerza capaz de sostener aquella demostración espontánea de adhesión que nos daba el pueblo, una vez  que el gobierno pusiese en juego su poderoso y brutal aparato de represión. Sin embargo, también nuestros muchachos se sentían engrandecidos por aquella hermosa solidaridad de todos; y con piedras, palos y coraje mantuvieron la agitación en su más alto grado durante siete días. Al ver que el ejemplo de Santiago era imitado por otras ciudades de Oriente y que alcanzaba a las pocas horas resonancias nacionales, incrementamos la lucha, redoblamos los esfuerzos y esperamos… De sobra saben ustedes el resto”.

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