viernes, 26 de febrero de 2021

Raúl y Almeida: sus estrellas insurrectas siguen iluminando el camino de la Revolución


.Orlando Guevara Núñez

El 27 de febrero de 1958, en las cercanías de San Lorenzo, lugar donde exactamente 74 años atrás había caído el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, fueron ascendidos al grado de Comandante los guerrilleros Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque.

Juntos habían combatido en el Moncada, sufrieron prisión, marcharon al exilio en México y regresaron en el Granma. Raúl, como Capitán  jefe del Pelotón de Retaguardia: Almeida, con igual grado, como jefe del Pelotón del Centro. Hasta ese momento, el grado de Comandante había sido otorgado solo a Ernesto Guevara de la Serna (Che) también expedicionario, Teniente y Jefe de Sanidad.

Junto al ascenso, Raúl recibiría la misión de abrir el Segundo Frente Oriental Frank País, en la zona de la Sierra Cristal, al norte de Oriente. Almeida debía establecer  el Tercer Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, en el este de la propia Sierra Maestra. Para esa fecha se había creado solo una columna desprendida de la Columna Nro. 1 de Fidel: la Columna 4, al mando del Che, que operó en la propia región montañosa.

Raúl cumplió su misión y fundó el nuevo frente guerrillero cuando el 11 de marzo de 1958 llegó con su pequeña tropa, integrada  al inicio por 67 guerrilleros, a Piloto del Medio, ya en la zona de operaciones asignada. Antes, el 6 de marzo, Almeida, con 57 combatientes,  incluyendo dos mujeres,  en Puerto Arturo, había abierto el Tercer Frente.

La estrategia del Comandante en Jefe Fidel Castro, de extender la guerra a otros escenarios, con la formación de nuevas columnas, demostró su certeza. Ambas fuerzas fueron decisivas en la victoria final del Ejército Rebelde contra la tiranía batistiana.

Una definición hecha por el Comandante en Jefe Fidel Castro, retrata en toda su dimensión histórica el significado de la fuerza rebelde dirigida por Raúl: “El Segundo  Frente Oriental Frank País fue modelo de organización y eficiencia y jugó un papel de extraordinaria importancia estratégica en nuestra guerra”.

Y Raúl afirmaría: “Almeida cumplió, con su proverbial lealtad, eficacia y espíritu de sacrificio, la misión de crear el Tercer Frente y posteriormente cerrar el cerco a Santiago de Cuba”.

Las estrellas insurrectas de Raúl y Almeida ganadas aquel 27 de febrero de 1958, siguen iluminando el camino de la Revolución e inspirando la decisión del pueblo de engrandecerla y defenderla.

Y es que de Almeida aprendimos el grito de guerra afirmando que ¡Aquí no se rinde nadie! Y de Raúl, el legado perenne de que frente al enemigo no habrá nunca ni conciliación, ni rendición, ni derrota.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario