.Orlando Guevara Núñez
En la clandestinidad, Vilma era de las personas más buscada por los esbirros de la tiranía batistiana. Puede decirse que escapó de milagro. Ella recuerda aquella etapa: “Además, la sensación esa que se tiene en la vida de la ciudad…Allí uno se siente como un animal perseguido, uno sentía que lo acorralaban, sencillamente, y no tenía posibilidades de salir con vida y además, la muerte venía después de la prisión, las torturas”.
Así, luego de 14 meses de intensa lucha clandestina,
Vilma marcha hacia el territorio del Segundo Frente Oriental Frank País. Su
intención era regresar luego de cumplir la misión para la cual había subido,
cuando la operación donde fueron tomados prisioneros varios norteamericanos
para evitar los bárbaros bombardeos contra la población civil en ese territorio
insurrecto.
Pero es Raúl quien plantea la conveniencia de que
ella no regrese al llano, donde su vida corría mucho peligro. Para Vilma, esa
decisión “Era una garantía de morir
peleando, de no morir cazados. Era tremendo morir cazados para nosotros. En
general para todos nosotros ir a la Sierra era pelear frente a frente al
enemigo, no tener que esconderse… y dormir tranquilo…”
El 17 de agosto de 1958, mediante una circular a los
responsables municipales del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, Vilma
explica la razón del término de su responsabilidad como Coordinadora en la
indómita provincia de Oriente.
Y comienza una ardua labor en el Segundo Frente,
donde su capacidad organizativa fue de mucho provecho. Allí se desempeñó como
Delegada de la Dirección Nacional del 26 de Julio.
Los días finales de la guerra fueron muy intensos: combates, toma de cuarteles y
poblados, avance de las tropas guerrilleras y desmoronamiento del ejército
batistiano. Hasta el día de la victoria. Y
entre los guerrilleros que el 1ro. de enero de 1959 entraron victoriosos
a Santiago de Cuba, estaba Vilma Espín.
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