sábado, 14 de abril de 2018

En los pueblos que han de vivir de la agricultura, los gobiernos tienen el deber de enseñar, preferentemente, el cultivo de los campos



. Orlando Guevara Núñez

Recuerdo que Antolina, mi maestra de segundo grado, nos enseñó ese pensamiento martiano. Pero nunca había indagado dónde y cuándo Martí hizo esa afirmación. Ahora lo sé.
Fue en un artículo publicado en la revista La América, de Nueva York, en mayo de 1894. Utilizó como título: La próxima exposición de New Orleans,  y se dirigía a los gobiernos, municipios, Escuelas de Agricultura y hacendados de la América Latina posibles concurrentes a la referida exposición.

A continuación de las palabras citadas, Martí agrega: Se está cometiendo en el sistema de educación de América Latina un error gravísimo: en pueblos que viven casi por completo  de los productos del campo, se educa exclusivamente a los hombres para la vida urbana, y no se les prepara para la vida campesina.
Ese principio martiano fue citado por Fidel en su alegato La historia me absolverá, al referirse a la necesidad de una reforma integral de la enseñanza en Cuba, en correspondencia con las necesidades de las generaciones” llamadas a vivir en una patria más feliz”.
Y como la vida urbana – apuntó Martí-  solo existe a expensas y por virtud de la campestre, y de traficar  en sus productos, resulta que con el actual sistema de educación se está creando un gran ejército de desocupados y desesperados; se está poniendo una cabeza de gigante a un cuerpo de hormiga.
Habla Martí, en ese artículo de las muchas cosas provechosas que pueden aprenderse en ese evento ferial. Y opina las  ventajas de conocerlas y aplicarlas. Sin embargo  alerta sobre personas de países de América que han ofrecido a Estados Unidos partes de su territorio, a cambio de determinados apoyos. De esas personas dice que  sería bueno conocerlas para “hacer una picota que llegase a las nubes, ly poner en ella su nombre, en letras bien negras”
Y concluye diciendo: “A eso no se debe venir a Estados Unidos. A la exposición de Nueva Orleans sí; que nos llaman con cariño y no hay riesgo de venir, sino provecho.

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