. Orlando Guevara Núñez
Recuerdo
que Antolina, mi maestra de segundo grado, nos enseñó ese pensamiento martiano.
Pero nunca había indagado dónde y cuándo Martí hizo esa afirmación. Ahora lo
sé.
Fue en un artículo publicado
en la revista La América, de Nueva York, en mayo de 1894. Utilizó como título:
La próxima exposición de New Orleans, y se
dirigía a los gobiernos, municipios, Escuelas de Agricultura y hacendados de la
América Latina posibles concurrentes a la referida exposición.
A continuación de las
palabras citadas, Martí agrega: Se está
cometiendo en el sistema de educación de América Latina un error gravísimo: en
pueblos que viven casi por completo de
los productos del campo, se educa exclusivamente a los hombres para la vida
urbana, y no se les prepara para la vida campesina.
Ese principio martiano fue
citado por Fidel en su alegato La
historia me absolverá, al referirse a la necesidad de una reforma integral
de la enseñanza en Cuba, en correspondencia con las necesidades de las
generaciones” llamadas a vivir en una patria más feliz”.
Y como la vida urbana –
apuntó Martí- solo existe a expensas y
por virtud de la campestre, y de traficar
en sus productos, resulta que con el actual sistema de educación se está
creando un gran ejército de desocupados y desesperados; se está poniendo una
cabeza de gigante a un cuerpo de hormiga.
Habla Martí, en ese artículo
de las muchas cosas provechosas que pueden aprenderse en ese evento ferial. Y
opina las ventajas de conocerlas y
aplicarlas. Sin embargo alerta sobre
personas de países de América que han ofrecido a Estados Unidos partes de su
territorio, a cambio de determinados apoyos. De esas personas dice que sería bueno conocerlas para “hacer una picota
que llegase a las nubes, ly poner en ella su nombre, en letras bien negras”
Y concluye diciendo: “A eso
no se debe venir a Estados Unidos. A la exposición de Nueva Orleans sí; que nos
llaman con cariño y no hay riesgo de venir, sino provecho.
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