martes, 20 de febrero de 2018

¿Cambios yanquis para Cuba? ¡A otro con ese cuento!



                                     


.Orlando Guevara Núñez


Cuando antes del triunfo de la Revolución los cubanos padecíamos una feroz dictadura, Estados Unidos decía que éramos un país democrático. Vale recordar algunos datos frutos de aquella “democracia” solo en uno de los sectores que hoy el gobierno yanqui dice querer ayudar.

Ochenta y cinco de cada cien pequeños agricultores tenían que pagar renta por la tierra que poseían y con frecuencia eran desalojados por los voraces latifundios.
Más de la mitad de las mejores tierras de cultivo estaban en manos de latifundios extranjeros, mientras que más de doscientas mil familias del campo no tenían una pulgada de tierra donde sembrar alimentos.
El 20% de los propietarios tenían menos del 1 por ciento de la tierra, mientras el 1 por ciento de ellos acaparaba el 46 por ciento de ese medio vital para la vida.
En solo 13 latifundios norteamericanos asentados en la economía azucarera, se concentraba la impresionante cifra de 1  173  000 hectáreas, extensión  superior a la poseída por 101  278  fincas pequeñas, mientras que más de 100 000 campesinos trabajaban la tierra sin ser dueños de éstas, y sólo el 30 por ciento de quienes trabajaban el agro eran propietarios.
En 894 personas  se monopolizaba  la tercera parte del área dedicada a la agricultura.
Unos 33 000 agricultores eran aparceros, es decir, trabajaban una parcela sin ser dueños y tenían que pagar a sus propietarios, mientras que 13 000 eran precaristas, quienes se asentaban en tierras del Estado, sin proceder legal alguno. Unos y otros, eran objeto constante de extorsiones, abusos,  desalojos y crímenes en una sociedad donde la tierra no era de quienes la trabajaban. Otros 46 000 trabajaban como arrendatarios y 6 987 como subarrendatarios.
Esa situación era causante de que en nuestros campos, antes de 1959, más de 200 000 familias vivieran en bohíos miserables, sólo el 9 por ciento disfrutara del servicio eléctrico, 96 de cada 100 familias no consumieran carne habitualmente, menos del uno por ciento comiera pescado, apenas el dos por ciento tuvieran el huevo en su alimentación y  un  89 por ciento no contara con un decisivo recurso dietético como lo es la leche.
El drama de la alta mortalidad infantil –más de 60 por cada mil nacidos vivos- los desalojos, los atropellos y asesinatos, el analfabetismo y el abandono, se nutrían entonces de los campesinos y obreros agrícolas cubanos.
Datos ofrecidos por una encuesta de una organización juvenil católica, en 1957, afirman que una familia campesina cubana, como promedio, tenía un ingreso de 46 pesos al mes para los gastos de alimentación, ropa, medicinas y transporte,  contabilizado el valor de los alimentos que ella misma producía.
Pero entonces Cuba no era atacada por Estados Unidos. Al contrario,  la dictadura batistiana recibía  armas y asesoría para perpetuar aquella “democracia” y aquellos “derechos humanos”.
Al llegar la Revolución al poder, instrumentó de inmediato una Ley de Reforma Agraria profunda, la cual fue promulgada el 17 de mayo de ese mismo año 1959. El latifundio fue erradicado para siempre, más de 100 000 productores recibieron la propiedad de la tierra que laboraban, se acabaron los desalojos y comenzaron las radicales transformaciones en beneficio de las familias del campo, ahora dueñas de sus tierras, con créditos, ayuda técnica y un mercado seguro, con precios justos, para sus productos. Nuestros  campos fueron sembrados de cooperativas. El abandono rural fue erradicado para siempre en la nación cubana.
Y desde entonces comenzaron las agresiones. Quien conozca bien esta realidad cubana, comprenderá mejor la ridiculez de las mendaces campañas norteamericanas contra  nuestro país. ¿ A qué  campesino cubano lograrían engañar o confundir?
Los cambios que pretenden para Cuba son los del viraje hacia  el capitalismo para regresarnos a un pasado que en Cuba no volverá jamás a ser presente ni futuro. Como bien reza un  excelente programa humorístico cubano: ¡A otro con ese cuento!

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