.Orlando Guevara Núñez
El secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, acaba de soltar un disparate
émulo de los ya acostumbrados de su presidente, Donald Trump. En declaración reciente, ha opinado que
Nicolás Maduro debe renunciar y que el actual proceso eleccionario cubano debe
generar los cambios que agraden al imperio yanqui..
Es tan desatinado como si Nicolás Maduro le pidiera
a Trump y al mismo Tillerson que renunciaran. Y como si Cuba le exigiera al
gobierno norteamericano que cambiaran su sistema político. Con la diferencia de
que si ambas peticiones se hicieran estarían respaldadas por la mayor razón del
mundo. Pero cada cual tiene todo el derecho a ser parte de lo que pase en su
país, aunque carece de todo derecho de querer determinar lo que otras naciones
hagan.
Los cubanos sabemos bien a los cambios que el
presidente yanqui, como lo soñaron los diez mandatarios antecesores, quieren
para Cuba. Eso se resume en pocas palabras: la renuncia al socialismo y la
restauración del capitalismo.
Quieren que las fábricas y otros medios de
producción vuelvan a manos de los capitalistas explotadores; que las tierras
propiedad de los campesinos vuelvan a manos de los latifundistas; que la salud
y la educación vuelvan a ser privadas; que se fragmente la unidad del pueblo y
se deje paso libre a la politiquería, la corrupción, y las elecciones se
conviertan –como lo eran antes- un simple recurso, demagógico y engañoso, para
elevar a los ricos al poder y aplastar a los pobres, en nombre de una
democracia falseada.
Pero Trump, Tillerson y su camarilla, quieren otro
cambio en Cuba: el de que nuestro gobierno se arrodille ante ellos, que sus
embajadores- como sucedía antes de 1959- impusieran políticas injerencistas y
doblegaran cualquier intento de desacuerdo o insubordinación ante el imperio
yanqui. Ahí radica el agrado de ese gobierno sobre las medidas que desean para
Cuba.
En su demencia y prepotencia, los representantes del
imperio más agresor y brutal que ha
conocido la historia de la humanidad, se empeñan en soñar con que sus deseos de
avasallamiento sobre otros pueblos pueden ser conseguidos a la fuerza y
sancionando a quienes se opongan a obedecerlos.
Ningún país de nuestro Continente ha hecho cambios
más profundos que Cuba en su sistema de gobierno, en su sistema democrático y
lo relacionado con los derechos humanos. Y los cambios no han concluido, siguen
en marcha, pero siempre para hacer más fuerte el socialismo, para seguir
reafirmando lo que somos y no regresar jamás a lo que fuimos.
Dejemos que los perros le sigan ladrando a la Luna.
Las elecciones cubanas elegirán una nueva dirección que, con plena seguridad,
será, para el gobierno de los Estados Unidos, una decepción. Bien les viene el refrán cubano de
que quien vive de ilusiones se muere de desengaño.
Igual sucede en el caso de Venezuela. No por gusto
son los pueblos de Simón Bolívar y de José Martí, donde se sigue forjando,
engrandeciendo y defendiendo la obra truncada por los holocaustos de Santa
Marta y de Dos Ríos. Lo ambos patriotas dejaron de hacer en América, se está
haciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario