.Orlando Guevara Núñez
Cuando el 10 de enero de
1929 el joven revolucionario cubano
Julio Antonio Mella cayó asesinado en México por orden , desde Cuba, del tirano
Gerardo Machado, nos dejó, con sus últimas palabras, un legado que tiene fuerza
de presencia: ¡Muero por la Revolución!
Acusado de terrorista en su país, perseguido y
amenazado, se acogió al exilio para regresar a su patria y reiniciar la lucha. Fue
abatido por pistoleros, con la ayuda de un agente que desde 1907
aparecía en la lista de pagos de los confidentes del ejército de ocupación
militar de Estados Unidos en Cuba.
Fue Mella quien en la república mediatizada retomó la
esencia del pensamiento radical martiano y la unió con las ideas del marxismo-
leninismo para elaborar un programa dirigido a la conquista de la libertad e
independencia de Cuba. De esa forma, supo enlazar el pensamiento rebelde e
independentista del siglo XIX cubano con el del siglo XX.
Esas ideas y esa acción, le
ganaron de inmediato el odio de la tiranía de turno, siempre en complicidad con
las autoridades de los Estados Unidos, que estaban dispuestos a defender sus
intereses dominantes en Cuba a cualquier precio, incluyendo la persecución y el
crimen.
Nacido el 25 de marzo de
1903, Julio Antonio Mella comienza su vida de lucha en la Universidad de La
Habana, donde es estudiante de Derecho, cuando aún no había cumplido los 19
años de edad.
El 20 de diciembre de 1922
crea la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) desde la cual establece una
lucha por la autonomía de esa institución, la asignación de fondos para el
desarrollo de la enseñanza, por la representación estudiantil en el Claustro y
por la Reforma Universitaria.
Con una visión correcta sobre
el carácter de la lucha, difunde entre el estudiantado las ideas
revolucionarias, internacionalistas y antiimperialistas, y proyecta la unidad
de los estudiantes y los obreros para transformar el sistema político cubano,
sobre la base de la justicia social para todos.
En noviembre de 1921 había
creado la Universidad Popular José Martí, propiciando el ingreso a ésta de unos
400 obreros.
Ya en 1924, como muestra de
su madurez y proyección política, había ingresado a la Agrupación Comunista de
La Habana, creada por Carlos Baliño, quien en 1892, en compañía de José Martí,
fundara el Partido Revolucionario Cubano, con el objetivo de conquistar la
independencia de Cuba y contribuir a la de Puerto Rico. El 16 de agosto de
1925, ambos dirigentes fundan el Partido Comunista de Cuba.
La febril actividad
organizativa de Mella no tiene tregua. Crea la Confederación Obrera Nacional de
Cuba y la Sección Cubana de la Liga Antiimperialista de las Américas. La
dictadura de Machado, comprometida hasta la médula con el gobierno de los Estados
Unidos, desata una feroz persecución contra el joven líder, lo encarcela, lo
acusa de poner bombas y planea sin escrúpulo alguno su asesinato.
En el país azteca, ingresa al
Partido Comunista Mexicano, llega a ser secretario general de la Liga Antiimperialista
de las Américas y comienza a organizar la Asociación de Nuevos Emigrados
Cubanos, con el fin de organizar la lucha insurreccional en su Patria.
Su vocación internacionalista
la materializa al crear el Comité Manos Fuera de Nicaragua, en contra de la
agresión norteamericana a ese hermano país. También, junto a revolucionarios
venezolanos, planea el derrocamiento del régimen tiránico de esa nación, para
unir luego fuerzas y conquistar la independencia cubana.
Esas son las actividades, la
obra de Julio Antonio Mella, por lo cual lo acusan de terrorista y lo
convierten en víctima mortal del terrorismo, cuando contaba con sólo 26 años de
edad.
Hoy, a 86 años del crimen, se repite con cinismo
la acusación a Cuba como país terrorista. Son los mismos acusadores y los
mismos asesinos. Sólo que esta vez se acusa falsamente a todo un pueblo, pero
también con la diferencia de que ahora, todo ese pueblo, suscribe con patriotismo la última frase de
Mella, la disposición de morir por la Revolución antes que perderla.
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