.Orlando Guevara Núñez
Advierto, antes de comenzar estas
líneas, que no soy un experto en el análisis de temas internacionales. Me auto declaro,
eso sí, un especialista, como millones
de cubanos, en haber vivido, sufrido,
resistido y vencido el bloqueo norteamericano a Cuba. Recién comenzaba mi vida
laboral cuando fue iniciada esa guerra económica contra Cuba, a la que
erróneamente los gobernantes estadounidenses llaman “embargo” tratando de
ocultar su verdadero contenido. Ya estoy jubilado y el bloqueo sigue en pie.
Un documento oficial
norteamericano, en abril del
año 1960, revela las
macabras intenciones de esa agresión. “El único medio previsible para enajenar
el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la
insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente
cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Una línea
de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba
para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre,
desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Esa fue la esencia criminal del bloqueo
que ya dura más de cinco décadas. Recuerdo que en esos días, Cuba fue privada
del suministro del petróleo, de la cuota azucarera, que era el principal
renglón exportable. Nos quedamos sin tener a quien venderle ni a quien
comprarle. Ha sido, desde entonces, un asedio implacable que ha afectado toda
la vida económica, social y política del país. El bloqueo ha causado a Cuba más
de un millón de millones de dólares. Solo conociendo esa historia, podría
comprenderse la afirmación del General de Ejército Raúl Castro de que mantener
esta Revolución durante más de 50 años es la principal proeza del pueblo
cubano.
Pero no ha sido solo una guerra
económica. A esa larga historia hay que añadir los actos terroristas y las
agresiones que después del triunfo de enero de 1959 costaron a Cuba , en los primeros años, 3 478
muertos y 2 099 discapacitados permanentes.
Sólo entre diciembre
de 1961 y enero de 1963, como consecuencia del llamado Proyecto Cuba, aprobado
por el gobierno de los Estados Unidos en el primer año mencionado, Cuba sufrió
5 780 acciones terroristas, entre éstas 716 sabotajes de envergadura en
instalaciones industriales.
Por estas razones, cuando el 17 de diciembre del pasado
2014 escuché los discursos de nuestro presidente, Raúl Castro, y de Barack
Obama, mandatario de los Estados Unidos, expresando su disposición de
restablecer relaciones diplómaticas, me sumé a quienes consideran esa decisión
como un triunfo del pueblo cubano. El mundo entero ha celebrado ese histórico
acontecimiento. Después vinieron las conversaciones
de los días 21 y 22 del presente enero, las que, evidentemente, constituyen un
paso de avance.
Quedaron
expresadas , pese a las profundas diferencias, las intensiones de
continuar trabajando para establecer las
relaciones. Apoyo sin reservas la
posición cubana de estar dispuesta a discutirlo todo, pero de igual a igual,
sin menoscabo de la soberanía, sin ceder un milímetro en la posición de
principios que nos ha sostenido hasta hoy.
Cuba ha reiterado que todo acuerdo, en esta materia, debe estar ceñido a las normas del Derecho
Internacional y de la Convención de
Viena, donde se establece el principio
del respeto recíproco a los sistemas económicos y políticos y la no
injerencia en los asuntos internos de los Estados.´
El principal obstáculo, como se ha dicho, es el
mantenimiento del bloqueo. El presidente Obama ha calificado esta medida como
un fracaso y ha dicho que esa política
es un pretexto de Cuba para imponer limitaciones a los cubanos. Es como si
el lamento fuera no por los daños causados a nuestro país, sino por no haber
podido destruirlo por esa vía, por lo cual se continará el empeño a través de
otros métodos.
Estados Unidos rompió relaciones con
Cuba el 3 de enero de 1961. En enero del siguiente año Cuba fue expulsada de la
OEA. El 3 de febrero de 1962 se firmó por el presidente Keneddy el bloqueo que hoy persiste. Estados Unidos y la OEA declararon a Cuba no compatible con el
sistema interamericano. Hoy está demostrado que los incompatibles con ese sistema
son los que trataron de aislar y afixiar a nuestro país. Los aisladores han
terminado aislados.
Se ha enfatizado por la parte
norteamericana en discutir sobre la democracia y los derechos humanos en Cuba.
Curioso: los principales violadores de los derechos humanos de nuestro pueblo –
y a la vez culpables de que en el mundo existan tanto millones de humanos sin
derechos- están ahora “precupados” por
nosotros. Para contribuir a ese fin, solo tendrían que abolir el
bloqueo, las Leyes Helms Burthon, Torricelli y de Ajuste Cubano, y cesar su
política hostil hacia Cuba. Lo demás, nos corresponde única y exclusivamente a
los cubanos.
Claro, las diferencias entre ambos
países son varias y profundas. Estados Unidos es capitalista –agréguesele
imperialista- y Cuba es socialista. El problema consiste en cómo establecer
relaciones respetando lo escogido y aplicado por cada cual.
Obama se lamentó de la no existencia aún
en su país de medidas eficaces para el
cuidado infantil universal, la licencia pagada por enfermedad, para que la
mujer reciba igual salario que el hombre cuando realiza igual trabajo, para que
se ejerza el derecho de la mujer a la maternidad y reciba asistencia médica
acorde con ese fin. Reconoció la necesidad de dar cobertura de salud para los
millones de residentes en ese país que no la tienen, así como también proporcionar el acceso a la Universidad sin
la obligación de endeudamientos que hoy agobian a los estudiantes
norteamericanos.
El presidente de Estados Unidos reconoce
el fracaso de esos objetivos en su país. No enfoca, desde luego, que ese
fracaso no es solo de gobiernos de turno, sino,en esencia, un fracaso del
sistema. En todas esas materias, Cuba, el país bloqueado, puede servir de
ejemplo a sus bloqueadores. Y esos son derechos humanos esenciales. Una
palpable demostración de que lo fudamental de las riquezas de una nación no
está solo en su cuantía, sino en cómo está se distribuidas.
Otras conversaciones se realizarán.
Reitero mi apoyo a que así sea. Es de esperar que el presidente Obama, si es
consecuente con su decisión, indudablemente valiente, adopte algunas medidas,
dentro de sus prerrogativas, que abran
brechas en el bloqueo y continúe su labor para lograr un acuerdo favorable del Congreso en relación con el tema
Cuba se le adelantó más de medio siglo a los Estados Unidos en
plantear la necesidad de ese diálogo franco, respetuoso, que conduzca a una paz
segura, amistosa y asentada sobre la
colaboración. El proceso iniciado, como se ha dicho, no será corto ni fácil,
pero, lo importante es que ya comenzó su marcha .Para bien de todos, al camino
iniciado no deben faltarle caminantes. Así lo veo, como parte de un pueblo que
ha pagado y paga tan alto precio por seguir siendo lo que somos y no volver a ser nunca lo que fuimos.
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