domingo, 18 de enero de 2015

Venezuela en José Martí




.Orlando Guevara Núñez
José Martí, Héroe Nacional cubano, sintió un profundo amor por Venezuela. En su corta estancia en ese país –  hablando o escribiendo sobre la patria de Simón Bolívar- nos legó el Apóstol de nuestra independencia pensamientos que mucho conocemos los cubanos y forman parte de la doctrina revolucionaria actual.
A Venezuela llegó Martí el 21 de enero de 1881 y allí permaneció hasta  finales de julio de ese propio año, obligado a salir  por el presidente, Antonio Guzmán Blanco, quien no permitió el elogio martiano, publicado, sobre el  fallecido intelectual venezolano Cecilio Acosta, enemigo político del mandatario.
Esperanzado en su peregrinar hacia Venezuela, Martí había expresado :   “(…) Así, armado de amor, vengo a ocupar mi puesto en este aire sagrado, cargado de las sales del mar libre y del espíritu potente e inspirador de hombres egregios; a pedir vengo a los hijos de Bolívar un puesto en la milicia de la paz”.

Uno de los pasajes más conocidos de Martí en Venezuela, es relatado por él mismo en La Edad de Oro, a su llegada:   “Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a dónde estaba la estatua de Bolívar”.
En carta dirigida a su amigo venezolano Fausto Teodoro de Aldrey, escrita a su salida de Venezuela hacia New York, escribiría Martí una sentencia muy conocida en Cuba:   De América soy hijo: a ella me debo (…)   Déme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo.
En la nación venezolana escribió el  Apóstol cubano  una de sus obras poéticas más conocidas en Cuba, Ismaelillo, dedicada a su hijo. En esta figuran poesías conmovedoras y aleccionadoras, como Príncipe enano, Mi caballero, Mi reyecillo, entre otras.
En sus palabras introductorias a Ismaelillo, afirma que “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura en la utilidad de la virtud y en ti.
La utilidad de la virtud, esa aseveración, da nombre a un reconocimiento que hace actualmente la Sociedad Cultural José Martí, a quienes se distinguen por su labor en la difusion del pensamiento Martiano.
Basta, para ser grande, intentar lo grande”. Este pensamiento fue expresado por Martí en Venezuela, en discurso pronunciado el 21 de marzo de 1881. Otro, muy difundido en Cuba por la ética y enseñanza que encierra, lo escribió al explicar los objetivos de la Revista Venezolana, que fundó en Caracas y que vio la luz solo  dos veces, en Julio de 1881: Hacer, es la mejor manera de decir.
Hace poco tiempo, el intelectual brasileño y gran amigo de Cuba, Frei Betto, dijo que si hoy se ofreciera una clase, con pensamientos martianos, y no se difundiera la fuente, podría parecer que se está narrando un hecho actual. Al revisar los documentos de Martí sobre  Venezuela, encontré algunos planteamientos que corroboran la afirmación citada.
(…) ¡Pero a Venezuela, como a toda nuestra América, a nuestra América desinteresada, la hemos de querer y de admirar sin límites, porque la sangre que dio por conquistar la libertad ha continuado dándola por conservarla!  ¡Proclamemos, contra lacayos y pedantes, la gloria de los que en la gran labor de América se van poniendo de quicio y abono para la paz  libre y decorosa del continente y la felicidad e independencia de las generaciones futuras!
(…) Y al mirar al pie de esta bandera (…)  los hijos agradecidos de nuestra familia de pueblos, que vienen a poner las almas, atónitas aún de admiración, ante la madre de nuestras repúblicas, siento que en las botas de pelear, que no se ha quitado todavía, se pone en pie el genio de América, y mira satisfecho, con el fuego vivífico de sus ojos, a los que, de buena voluntad para todos los pueblos buenos de la Tierra, cumplen, sin comprometerlo con coqueterías de salto atrás ni con deslumbramientos pueriles, su legado de juntar en un haz las hijas  todas de nuestra alma de América”.
“Y hoy es el día de la grandeza más difícil, en que los que reciben de sus padres, en el carácter ya hecho a la realidad y  a la disciplina, el país más compacto y adulto, han de ordenar, como lo están ordenando, las fuerzas nacionales, descascaradas en la larga trilla, y han de evitar, como están  evitando, la suerte que en el mundo que avanza ha de caber a los pueblos que no se deciden a avanzar con el mundo (…)
Esto lo dijo José Martí, en  1892, en Estados Unidos, durante un discurso en homenaje a Venezuela.
Como coincidencias históricas,  hay dos significativas. Martí llegó a Venezuela el 21 de enero de 1881. En ese país dijo: “Luché en mi patria y fui vencido. Se sabe que al poema del 1810 falta una estrofa y yo, cuando sus verdaderos poetas habían desaparecido, quise escribirla”(…)  “A ofrecer vengo nuestros dolores, como en el día del triunfo vendremos a ofrecer en el altar del Padre Americano el fruto de nuestra redención y el brillo y el honor de nuestra historia.  Transcurridos  78 años, con dos días de diferencia, llegó a ese país, el jefe de la Revolución cubana, Fidel Castro, habiendo escrito la estrofa que faltaba a la epopeya americana, la independencia de Cuba, y ofreciendo el brillo y el honor de nuestra historia.

Nuestro Héroe Nacional salió de la cuna de Bolívar el 28 de julio de 1881. Exactamente 73 años después, nacería en ese país, Hugo Rafael Chávez Frías, el hombre que, encarnando a Bolívar, haría realidad los sueños del Libertador.

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