sábado, 8 de diciembre de 2018

Mientras haya obra que hacer, un hombre entero no tiene derecho a reposar





 Orlando Guevara Núñez

El propio Martí fue un ejemplo  convincente de esta prédica suya. Trabajó sin reposo hasta el mismo día de su caída en combate contra el ejército colonial español.
Este pensamiento fue escrito en una carta a su madre, Leonor Pérez, fechada el 15 de mayo de 1894.  
A continuación de las palabras citadas, agrega: Preste cada hombre, sin que nadie lo regañe, el servicio que lleve en sí. ¿Y de quién aprendí yo mi entereza y mi rebeldía, o de quién pude heredarlas, sino de mi padre y de mi madre?
Es una misiva contentiva de angustias y de reafirmación sobre su decisión de lucha por la patria. Llena de altruismo.
“Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él, para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas El hombre íntimo está muerto y fuera de toda resurrección, que sería el hogar franco y para mí imposible, adonde está la única dicha humana, o la raíz de todas las dichas”
“Pero el hombre vigilante y compasivo- expresa-  está aún vivo en mí, como un esqueleto que se hubiese salido de su sepultura; y sé que no le esperan más que combates y dolores en la contienda de los hombres, a que es preciso entrar para consolarlos y mejorarlos”
Al despedirse, escribe palabras sobre familiares y amigos. A la madre solo le dice: “A usted, madre mía, ni una palabra. La quiero y la sufro mucho para eso. Toda la verdad y la tristeza de su hijo”.

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